Especial para En Rojo
El pasado 24 de septiembre del 2022, una señora llamada Aida Iris, del municipio de Las Piedras, llamó a la emisora WKAQ 580 para expresar que había intentado suicidarse. Según el periodista Benjamín Torres Gotay, no contaba con agua ni luz desde el viernes 16 de septiembre, previo al paso del huracán Fiona por Puerto Rico.
Aida Iris es parte de una población con problemas de salud mental causados por la inexistente respuesta gubernamental a los desastres naturales. Es necesario recalcar que el Caribe es propenso a los terremotos y los huracanes. Es la realidad de la región. Sin embargo, año tras año, al Estado no le interesa mejorar la infraestructura del país ni los planes de respuesta para prevenir o minimizar los daños infligidos. Puerto Rico sufre una precariedad enorme que se incrementa con cada nuevo suceso natural.
La intensidad de esta desesperanza es retratada en las estadísticas recogidas por la Comisión de la Prevención del Suicidio del Departamento de Salud. En Puerto Rico, el suicido es la tercera causa de muerte violenta. En el 2016, las defunciones por esta causa estaban en descenso hasta llegar a su punto más bajo, al registrarse 5.8 casos por 100,000 habitantes o 240 muertes.
Sin embargo, el huracán María significó un retroceso considerable en la prevención del suicidio. Al cerrar el 2017, la tasa se elevó a 9.0 muertes por 100,000 personas. Murieron sesenta personas más, para un total de 300 individuos, en comparación con el año previo. La cifra de suicidios disminuyó un poco en el 2018, pero se mantuvo elevada en comparación con el 2016 y ha continuado en un leve declive desde ese periodo.
Las estadísticas de la Línea para la Prevención del Suicidio (Línea PAS), del Departamento de Salud, evidencian que la crisis de salud mental está asociada con las distintas catástrofes naturales que han azotado el país. Después del huracán María, hubo un ascenso sostenible de llamadas en el 2017 y 2018. También, se han mostrado diferentes picos, como, por ejemplo, durante la amenaza del huracán Dorian, a finales de agosto del 2019, que corresponden a la ansiedad de la población por la mera posibilidad de un huracán. Igualmente, en el 2020, durante los terremotos en el sur y el primer año de la pandemia del COVID-19, la Línea PAS reportó un total de 922,797 llamadas. Esta cifra supone un aumento exorbitante de 770,742 contactos adicionales comparados a los 152,055 del 2019. La Línea PAS es una herramienta importante para prevenir el suicidio; pero no es suficiente ni sustituye la responsabilidad del Estado por el bienestar físico, mental y emocional del pueblo.
“Notamos que hay una crisis socioeconómica y política que ha sido normalizada. El panorama que recibimos viene de la mano de una crisis de salud mental [porque] las condiciones que vive este país son insostenibles”, dijo Migna Rivera García, la presidenta de la Asociación de Psicología de Puerto Rico (APPR), en referencia a la tasa de pobreza en Puerto Rico. Según su comunicado de prensa y la Comisión para la Erradicación de la Pobreza, el 52.3% de Puerto Rico vive bajo condiciones de pobreza después del huracán María.
La Dra. Rivera García enumeró los problemas estructurales que surgen por la inequidad económica y el abandono gubernamental: la falta de una vivienda justa y digna que propicie la seguridad, salud física y emocional; la falta de acceso de servicios de salud; la escasez de alimentos durante los huracanes y la pandemia; la falta ya normalizada de agua y electricidad; los impedimentos para acceder a métodos de transporte y las pérdidas de empleos. Finalmente, es necesario subrayar la inaccesibilidad a los servicios de la salud causado por las aseguradoras médicas. “En la medida que un psicólogo o psicóloga no pueda aceptar un plan médico porque no le están pagando, pues ahí tenemos un ciudadano o ciudadana que se queda sin el servicio”, recalcó la Dr. Rivera García.
Todos estos factores dificultan o imposibilitan los servicios de salud mental en las poblaciones más vulnerables. Por eso, al responder a un desastre natural, la APPR se enfoca primero en cubrir las necesidades básicas, mediante la repartición de alimentos, agua, toldos, pañales y otros suministros para que las comunidades puedan cuidar de su salud y seguridad física. Mientras se reparten materiales, las personas se unen como voluntarios y se forman redes de apoyo. La movilización de los miembros de la comunidad hacia su recuperación ayuda a combatir los sentimientos de aislamiento y desesperanza mediante la acción. Además, las alianzas con otras organizaciones, las iglesias, la academia y el sector público y privado hacen posible impactar a las comunidades en la ausencia de la respuesta gubernamental.
Pero el trabajo de la APPR y las otras organizaciones no puede llenar el vacío dejado por la irresponsabilidad gubernamental. “¿Por qué la gente continuó con toldos azules viviendo en áreas inundables, con falta de agua potable y no se dragaron los ríos?”, preguntó la presidenta de la APPR. El futuro de la salud integral del pueblo de Puerto Rico depende de detener el Gobierno colonial y su enfoque en la extracción de recursos, por encima de la salud integral de sus ciudadanos.
Si usted o un conocido se ha sentido desesperanzado y ha tenido ideas suicidas, puede llamar a la Línea PAS al 1(800)981-0023 o al 9-1-1. Ambos están disponibles 24/7.
También pueden seguir la Asociación de Psicología de Puerto Rico, en https://www.asppr.net o en sus páginas de Facebook, Twitter o Instagram para acceder a sus servicios profesionales.