Lamento, Paula, que en este punto desaparezca este personaje, porque los villanos constituyen la parte más sabrosa de los cuentos. Isabel Allende, Paula, (1994).
Cuánta verdad encierran esas palabras de Isabel Allende.
Choqueé de frente con ellas al comenzar a elucubrar un cuento sobre los desorbitados sueldos que la Secretaria del Departamento de Educación le paga a nueve “ayudantes especiales” que la asesoran en todo lo que amerite una consulta. Identifique a estos como los villanos en que pensaba Isabel Allende. Esta nómina de confianza de la Secretaria asciende a setecientos mil dólares mensuales; lo que representa ocho millones cuatrocientos mil dólares al año. Para comparar, su conductor confidencial, o sea su chofer, gana casi cinco mil dólares mensuales; dos mil doscientos noventa y dos dólares más que un maestro. Se informó que con lo que se gasta al año en estas posiciones, se podrían contratar más de quinientos asistentes de servicio para estudiantes de educación especial. Tres de los empleados de confianza cobran más de diez mil dólares mensuales, seis cobran más de nueve mil mensuales y diecisiete de ellos cobran más de ocho mil dólares al mes. Se filtro que uno de ellos reside en Florida, aunque viene cada dos semanas a Puerto Rico.
La prensa del país destacó los salarios mensuales base de bomberos, policías y trabajadores sociales en Puerto Rico. A saber: el de los bomberos y oficiales era de dos mil, el de un trabajador social comenzaba en dos mil ciento noventiseis dólares y el de un policía comenzaba en dos mil novecientos dólares. No fue sorpresa para nadie que en dicha nomina figuran varios ex representantes a la Cámara de Representantes, y ex candidatos al Senado, así como ex alcaldes. Todos tienen un vínculo común en que son miembros del Partido Nuevo Progresista.
Tras esperar en vano que los siete caballos del apocalipsis, aquí conocidos como los miembros de la Junta de Control Fiscal, interviniesen en el asunto, caí en un sueño profundo y esto fue lo que soñé.
Estaba en una pequeña sala en la Biblioteca Lázaro en la IUPI. No había nadie a mi alrededor. Abrí mi maletín y busqué mis notas de asuntos pendientes. Tras releer la noticia de los salarios ya mencionados, la rompí en pedazos y la guardé en la carpeta de documentos a quemar. Repase mentalmente a quien podía reclutar, pero la amistad peso más que la necesidad. El éxito de la empresa estaría asegurado mientras menos personas participaran en las acciones a realizarse. Aun así, en el mensaje a difundirse tras el primer golpe a uno de los desgraciados, daría indicios de que éramos parte de un grupo mayor. Nuestra única encomienda era ponerle fin al despilfarro de fondos públicos en el gobierno. Que ahora era de color azul, no importaba; los rojos cojean de la misma pata. Recordé la mantra que una ex representante, mejor conocida como la Santa, repetía sin sonrojarse sobre “los hijos talentosos”: “A los hijos de los políticos no se les puede negar trabajo en el gobierno.”
Estaba convencido que la simpatía del pueblo se volcaría a mi favor; máxime cuando a todos los concernidos les advertí lo que les sucedería en caso de que no renunciasen a sus puestos de confianza en el gobierno. Recordé aquella frase enigmática “Terminate with extreme prejudice,” usada por los Estados Unidos durante la guerra de Vietnam para indicar que al que le ponían esa etiqueta tenía sus días contados. ¿Capisci che? Me acorde también de las palabras del Padrino: “I’m gonna make him an offer he can’t refuse.” Confiaba que con tan solo un incidente, los restantes “ayudantes especiales” entrarían en razón.
Mi plan conllevaba una serie de pasos a seguir, desde buscar la dirección residencial de los concernidos, seguirlos por varios días, afín de determinar el mejor día y lugar para el golpe; (deje de usar el término eliminación). De ser necesario continuar, lo siguiente era escoger el día, y al nuevo Diego Salcedo; éste en su versión puertorriqueña.
El día cayó del cielo. Con bombas y platillos, se anunció que la vicepresidenta de los EE.
- estará en Puerto Rico por varias horas el próximo 29 de marzo. Eso significaba que prácticamente todo el mundo estaría pendiente a dicha visita. Contaba que, al igual que la inmensa mayoría de nuestro pueblo, los presuntos Diegos Salcedos, estarían igual de atentos a la noticia del momento. Coteje el itinerario de la señora vicepresidenta: llegaba al mediodía y partiría a las siete de la noche. Naturalmente, todas las calles en la vecindad de los dos lugares a visitar estarían cerrados al tránsito.
La razón para seleccionar al primer Diego Salcedo se basó principalmente en tres factores. Primero: No tenía hijos y era soltero. Fue un alivio conocer este dato. No concebía dar un golpe y dejar desprovistos de su calor a la familia del afectado. Segundo: Era uno de los que ganaban más de nueve mil dólares al mes. Tercero: Siendo miembro del ejército de los
- UU., estuvo asignado en Japón por más de cuatro años. Inquirí sobre este dato y encontré que hablaba a la perfección el japonés. Esto señaló al escogido: Alipio Fonseca Carrasquillo. Él conocería la tradición japonesa sobre el harakiri. En un momento crítico para una persona, el suicidio se convierte en una decisión que puede salvaguardar el honor propio y la de una familia. Mejor era morir con honor; una forma de pena capital para aquellos que habían cometido serias ofensas. En eso contaba; si no, pues ni modo, tendría que asestarle el golpe.
En medio de la noche desperté y fui al baño. El recuerdo de lo soñado me golpeo con fuerza por lo inverosímil del mismo. ¿Qué sueño era ese? Mas, no bien habían pasado diez minutos me quede dormido. Como siempre, desperté a las seis de la mañana. Prepare desayuno y coteje mi itinerario para el día. La sorpresa fue como un puño en el estómago. En mi diario encontré la siguiente entrada: 29 de marzo día del golpe; Alipio Fonseca Carrasquillo, el nuevo Diego Salcedo. Todo lo que soñé estaba en mi diario. ¿Cómo puede ser eso? Pensé en la eterna conversación sostenida con el Tío: “Hay mundos paralelos a nuestro alrededor, y, uno, necesariamente, no va con el otro. La tarea es cumplir con lo indicado. No existen senderos alternos.”
Le di largas al asunto, y el sueño no volvió a repetirse, hasta que leí en NOTICEL que la visita de la vicepresidenta se pospuso por X o Y razón. La nueva fecha era el día de la celebración de la Noche de San Juan: el 24 de junio. Vendría para un fund raising, así que estaría en Puerto Rico no más de quince horas. No me paso por alto que dicha celebración coincidía con la fecha del cumpleaños de Alipio Fonseca Carrasquillo. Nuevamente recordé al Tío: “No existen las coincidencias, solo existe lo inevitable. Los círculos se cierran, sin que nada podamos hacer para impedirlo.”
Ni modo; el plan seguía en pie. Redacte el comunicado a ser divulgado a los seleccionados, tras lo cual, veinticuatro horas después lo colocaría en las redes sociales. Al conocerse el comunicado, se formó un sal pa’ fuera que por mucho tiempo eclipso el asesinato de Luis Vigoreaux y la muerte de Don Cholito. El gobernador de turno se sintió molesto porque volvió a la palestra pública el asunto de los salarios de los talentosos “ayudantes de confianza” de la secretaria del Departamento de Educación.
En Puerto Rico los escándalos tienen vida propia de no más de cuarenta y ocho horas. Es como decía la canción Periódico de ayer: “Que nadie más procura ya leer. Sensacional cuando salió en la madrugada. Al mediodía, ya noticia confirmada. Y en la tarde, materia olvidada.” Aun así, el gobernador le ordeno a su “Chief of Staff” que cotejara como podía salir de la susodicha a la brevedad posible. Este, con buen cacumen político, le recordó que dicho arreglo le había resuelto al partido un pequeño problema de “petty cash” que coincidió con la celebración de las primarias del Partido Demócrata en Puerto Rico. No entendió necesario indicarle que el prometido de su hija mayor era uno de los dichosos “ayudantes de confianza”, si bien, no el que más ganaba. Coincidía con aquello que sobre los hijos talentosos pregonaba la Santa: “A los hijos de los políticos no se les puede negar trabajo en el gobierno.” La secretaria conservo su puesto.
Por su parte, el Comisionado de la Policía aseguró que las fuerzas de la ley y el orden hacían lo indecible para dar con él, o la autora del comunicado. Hizo un media tour por varias estaciones de radio. El mensaje fue el mismo: “Puerto Rico es un país de ley y orden. No le presten atención al comunicado, el cual tenía que ser producto de una mente desquiciada, pero que a todos los concernidos, incluyendo a la secretaria del departamento, se le estaría brindando protección policiaca 24/7.” Lo único que logró con su prédica fue que apostadores profesionales comenzaron a tomar apuestas a ver quién sería el primer “ayudante especial” en renunciar. Los talk shows hicieron su agosto y sus ratings alcanzaron niveles nunca vistos.
Creció la indignación del pueblo por los pagos a los “asesores especiales” de la secretaria del Departamento de Educación; expresándose en contra de dichos sueldazos. Nadie en el partido de gobierno se expresó a favor de la secretaria. Es una poca vergüenza se veía escrito debajo del puente que da acceso a Plaza Las Américas. Ello se convirtió en un relajo. Lo pintaban, lo despintaban, lo volvían a pintar, y lo volvían a despintar. Por fin la administración de Plaza se dio por vencida y el mensaje permaneció, pero ahora a ambos lados del puente. Idéntico mensaje apareció en un cruza calle colgado en el puente del Parque Luis Muñoz Rivera. Una encuesta del Nuevo Dia reflejó que de mil encuestados, novecientos ochenta y nueve estaban a favor del comunicado. Se corrió la chanza que los once restantes lo componían la secretaria, sus nueve “ayudantes especiales”, y el gobernador. Lo que había intuido se dio; el pueblo estaba en mi esquina.
Referente a las andanzas de la Santa, se puede decir que le cayó encima la macacoa. En las fotos que de ella salieron en los periódicos, después de su desgracia, aparenta tener setenta y pico de años; bien mataditos. Sus comentarios, asertivos y seguros, no se escucharon más. Sus peinados de salón de belleza, sus carteras de Carolina Herrera, y sus vestidos de hilo, quedaron en el pasado. Como bien dice nuestro pueblo: Del árbol caído, todo el mundo hace leña. Las críticas y las burlas le llegaron de inmediato. Los más propensos a la burla fueron los de su propio partido. Ahora resulta que nadie la conoce; ella, quien una vez fungió como secretaria del partido. Sí aparece en una foto junto a un líder de su partido, se alegará que eso fue producto de un photo shop, o de la inteligencia artificial. Se comentaba que su divorcio era inminente. Salió en las noticias que próximamente cambiara de residencia a una prisión fuera de Puerto Rico. En el ínterin, el Tribunal Supremo la suspendió provisionalmente del ejercicio de la abogacía y le advirtió que, “una vez el tribunal federal dicte sentencia condenatoria y esta advenga final y firme, procederemos a suspenderla indefinidamente del ejercicio de la abogacía.” Su silente esposo, perrito faldero, también cayó en el tumulto, y recibió idéntico dictamen del Tribunal Supremo.
Ay, la gloria es sueño vano. Y el placer tan solo viento. Y la riqueza, tormento. Y el poder, hosco gusano. Ay, si estuviera en mis manos borrar mis triunfos mayores, y a mi bohío de Collores volver en la jaca baya por el sendero entre mayas arropás de cundiamores.
Faltaban quince días para la celebración de la Noche de San Juan.
Siempre me he considerado como una persona metódica en los asuntos ante mi consideración. Nada de esmandarse y tomar una decisión que aunque es rentable en el momento, a la larga, su peso resulta mayor que la renta a obtenerse. Y es que, cuando se sufre una situación especialmente penosa conviene enfrentarse a ella con resolución, energía y acciones de proporcional importancia. Mi lema siempre ha sido: No es cuestión de llegar, sino llegar mejor que el primero que cruza la meta. Eso ha sido mi norte. El momento no es para hacer improvisaciones.
Reflejé sobre las protestas que se dieron a lo largo y ancho de nuestra isla expresando el sentir del pueblo sobre los “ayudantes especiales”. Se celebraron vigilias multitudinarias frente al Departamento de Educación y la Fortaleza. Los politólogos señalaron que nuevamente estábamos viviendo el verano del 2019, la manifestación ciudadana más concurrida de la historia moderna de Puerto Rico, donde más de medio millón de personas marcharon por las calles de San Juan para exigir la renuncia del Ungido quien se vio envuelto en una vorágine política que detonó luego de que el Centro de Periodismo Investigativo publicara 889 páginas de un chat de la aplicación Telegram entre él y miembros de su equipo cercano. Los mensajes estaban colmados de insultos sexistas y homofóbicos contra sus adversarios políticos y figuras públicas. Tres veces el expreso hacia a Ponce quedó cerrado, en ambas direcciones, por el gentío de personas que lo obstruyeron. La BBC de Londres envió un equipo de corresponsales para cubrir lo que estaba sucediendo en Puerto Rico. Esta noticia le dio la vuelta al mundo. Hasta Radio Vaticano y la Deutsche Welle, colocaron en sus redes un postcast sobre la situación que se vivía en Puerto Rico. Finalmente, el Ungido anunció su renuncia; tras lo cual, no tuvo reparos en cambiar su domicilio a un lugar cerca de su padre, católico y protestante, allende los mares. Allí se enfrentaría a sus demonios en cuanto a su futuro político.
Pero el mensaje no caló en los nuevos funcionarios en el gobierno de Puerto Rico. La mejor prueba de ello estaba en los contratos de los “ayudantes especiales” de la secretaria de Educación, quienes continuaron con el tumbe. “A grandes males, grandes remedios”, dice el refrán. Por eso la necesidad de hacerles la oferta que ya mencioné.
En mi carpeta busque la dirección del nuevo Diego Salcedo: Calle Victoria número 459, Urbanización Jardines de San Isidro, Bayamón, Puerto Rico. A pesar de ser una urbanización con control de acceso, era un relajo en cuanto a la facilidad con que los guardias privados permitían la entrada a la urbanización. Ello no sería problema para mí, pues entraría disfrazado de un sacerdote que estaba respondiendo a una llamada para administrarle el sacramento de la extrema unción a un enfermo. Había hecho mi tarea, y justamente al lado de la casa de Diego Salcedo había un vecino in extremis mortis. Lo que le quedaría de recuerdo al guardia de palito era un sacerdote vestido con una sotana negra. Y, por si acaso había una cámara que fotografiaba la tablilla del auto en que me transportaba, la había cambiado por una tablilla que le quite a un auto estacionado en La Puntilla. También, durante todo el día, se estaría celebrando una fiesta en el gazebo de la urbanización para celebrar la festividad mencionada. “Los círculos se cierran, sin que nada podamos hacer para impedirlo.” Los planetas se alineaban a mi favor.
Faltaban cinco días para la celebración de la Noche de San Juan.
Atendí mis asuntos pendientes. Repasé los planes del golpe: Llegar a la casa de Diego Salcedo, lograr acceso a la misma, y convencerlo de que era necesario que al dorso del comunicado, escribiera una pequeña nota indicando que tomó la decisión de quitarse la vida por la vergüenza que el dichoso asunto le había causado. Su muerte reivindicaría el daño causado. Así, su suicidio se convertiría en una decisión que salvaría su honor propio en un momento crítico. Reconoció haber sido uno de tantos tontos útiles del partido en el cual militaba de forma mecánica. Tanto su abuelo paterno, como su padre habían militado en el legendario Partido Republicano. Del corazón del rollo decían con orgullo. Pero, lo malo era que parte del jugoso salario estaba destinado a pagar las deudas del partido que una persona le indicaría. Maldijo el día en que acepto el puesto de confianza en el departamento. Cuán cierto resultó aquello que había pronunciado el Ungido: “Cogemos de pendejo hasta a los nuestros”.
Llego el día de la celebración de la Noche de San Juan.
Me identifiqué con el guardia. Logre acceso más rápido de lo que había pensado sin que fuera necesario que me diera instrucciones de cómo llegar a la Calle Victoria, número 459; ya había hecho cuatro visitas a dicho lugar. Estacione entre dos carros a mano derecha de la calle. Saque del asiento trasero mi capa sacramental, así como el pequeño bolso donde llevaba las velas, la cruz y el agua bendita. Toque el timbre. Diego Salcedo me abrió la puerta. Lo noté apesadumbrado. Le indiqué el propósito de mi visita y le pregunte por el moribundo. No es aquí, me contestó, pero sé que mi vecino inmediato está bien malito. Le di las gracias y me encaminé hacia la casa del lado. Tan pronto Salcedo cerró su puerta, entre a mi auto y espere un poco más de media hora. Baje del auto, y nuevamente toque en la puerta de Salcedo. Su vecino descansa en las manos del Señor, le dije. Le pregunte si me permitía usar el baño y hacer una llamada a la parroquia. “Alguien tendría que buscarme pues mi auto no prende.” “Entre, entre; no faltaba más”, me dijo. Me indicó donde quedaba el baño, y se retiró en lo que yo fingía llamar a la parroquia. Al rato regresó con un vaso de agua para mí. Lo acepte con gusto, y al señalarle una pequeña bandera del Japón que tenía en una mesita de sala, sin presión de mi parte, me hablo de su estadía en dicho país. Conforme a su especialidad militar, MOS 09L, allí trabajo como Intérprete/Traductor. Cumplió con su servicio militar y se quedó trabajando, como interprete, en una ONG.
Recordaba con placer la manera en que quedó prendado de una linda japonesa. Se conocieron en unas clases de tango en la ciudad de Kioto, justamente durante la celebración del hanami, cuando, durante la primavera, las ciudades y los campos de Japón están adornados con flores blancas y rosadas. Aquello fue un momento inolvidable. Todos los que los veían bailar decían que estaban el uno para el otro. Paso lo que usualmente pasa. Se enamoraron.
Nunca se había sentido tan extasiado; perdía temporalmente la conciencia de su entorno cuando estaba a su lado, y sentía una profunda conexión con su amada. Alipio decía que Japón se convirtió en su Nirvana, y que de allí lo sacarían con los pies pa’lante. La luna de miel seria en Buenos Aires. Hasta hicieron una lista de las milongas que visitarían. Y todo a media luz, que es un brujo el amor. A media luz los dos. Crepúsculo interior, Que suave terciopelo. La media luz de amor.
El idilio les duro poco. Flor de té se suicidó tras su padre oponerse a dicha unión.
Prácticamente toda la familia de éste había perecido en la ciudad de Nagasaki el 9 de agosto del 1945. Salcedo quedó devastado; todos sus planes se hicieron agua. Sin ella su vida no tenía sentido; lo que hizo imposible su permanencia en Japón. Recordó que en más de una ocasión su prometida le había mencionado el bosque de Aokigahara, el lugar al que acuden los suicidas en Japón. Decía que ese lugar tenía un aúrea de misterio y sentía que a veces la llamaba. Cada vez que pensaba en dicho bosque sentía una premonición. Allí fue donde encontraron su cadáver.
No tuvo que decirme más. En su mente volvía a escuchar las menciones de su prometida sobre el bosque de Aokigahara. A las dos semanas Alipio estaba de regreso en Puerto Rico. El único libro que trajo de su extensa biblioteca fue El completo manual del suicidio escrito por Wataru Tsurumi. Al leerlo, en su viaje de regreso a Puerto Rico, no se perdonó el no haberles hecho frente a las premoniciones de su amada. Entró en un estado de depresión, con ataques de pánico. Dejo de tomar la pastilla diaria de low dose aspirin y la sustituyo por Xanax de 0.5mg, tres veces al día. Por sus contactos políticos, en menos de un mes estaría trabajando en el Departamento de Educación.
Le seguí la corriente y le comenté que por mi vocación religiosa estaba en contra de toda violencia. Mas, entendía que en un momento de desgracia o desasosiego, un japones recurriera al harakiri como vía de expiar culpas o conductas pasadas. Hasta le mencione el suicidio de Judas como lo narra Mateo en su Evangelio, 27:3-5, (Reina Valera 1960):
3 Entonces Judas, el que lo había entregado, viendo que Jesús había sido condenado, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata (30 siclos: 432 gramos de plata) a los principales sacerdotes y a los ancianos, 4 «He pecado entregando sangre inocente», dijo Judas. «A nosotros, ¿qué? ¡Allá tú!», dijeron ellos. 5 Y arrojando las monedas de plata en el santuario, Judas se marchó; y fue y se ahorcó.
“La salvación es individual,” le dije. Y yo no estaba para excomulgar a los que no profesan mi fe. Subraye que el diálogo con todas las culturas o naciones es esencial para todo tipo de evangelización.
Mis palabras tuvieron un efecto demoledor en su comportamiento. Me agarro las manos, se arrodillo y me confesó que llevaba semanas con ese pensamiento. “Llevo días sin dormir. No he vuelto a mi trabajo porque no me atrevo salir a la calle.” Ahí fue que me indicó que era uno de los “ayudantes especiales” de la secretaria en el Departamento de Educación. Sacó de una gaveta el comunicado que yo le había enviado. Con mi mejor cara de póker lo leí en voz alta, a lo cual él estalló en llanto. “Que hago. Que hago.”, repetía sin cesar. “Usted no llegó a mi casa por mi vecino. Usted llegó por mí. Ayúdeme. Ayúdeme.” No podía creer mi suerte. Esto iba mejor de lo que había planeado.
Para ganar tiempo me arrodillé a su lado, y comencé a rezar el Credo de los Apóstoles; a lo cual él se unió: Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso. Desde allí vendrá a juzgar a vivos y a muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable.
Amén.
“Quiero que usted sea mi kaishakunin.” grito con fuerza. Lo demás es historia; aunque aclaro que no lo asistí como me había pedido. No hubo necesidad para ello.
Dos días después un vecino llamó a la Policía por el mal olor que salía de la casa de Diego Salcedo, perdón, de Alipio Fonseca Carrasquillo. El escándalo que se formó fue mayor que el que se produjo cuando salió a la luz pública el comunicado. Las apuestas ahora eran si la Policía le echaría el guante a la persona(s) detrás del comunicado; se pagaba veinte a uno, a que no. Tal como la primera vez, los apostadores profesionales hicieron su agosto. Los memes contra el jefe de la Policía fueron crueles y despiadados. ¿Cómo buscar a quien no se puede hallar? Lo busca por el Norte, pero está justo atrás. Busca, busca, llora, llora, pero no lo hallará. El jefe de la Policía pronto renunciará. Ay, ay, ay, qué pena me da. Qué pena me da.
Por mi parte, el día del golpe salí de la urbanización Jardines de San Isidro, tal como entre. En un estacionamiento soterrado cambie la tablilla del carro. Enfile hacia el Puente Moscoso; baje mi ventana y lance la tablilla a la laguna. Llegué a mi casa; me di un buen baño, y en el fregadero de la cocina quemé mis notas relacionadas con el golpe. Dispuse de las cenizas en el triturador de desperdicios, tras lo cual me serví una copa de vino tinto. Me retiré a mi cuarto y prendí el acondicionador de aire. En cuestión de minutos caí dormido.
En cuanto a lo que traerá el mañana, halle aliento en las palabras de Jesús, recogidas en Mateo 6:34 (Reina Valera 1960):
34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
Por hoy estaba bien de servir de Angel Vengador.