El ingeniero encontró el camino

Nota: Nuestro compañero de trabajo Elliott Castro sufrió un derrame cerebral y sigue en cuidado intensivo, estable dentro de su condición. En las próximas semanas varios compañeros y compañeras fungirán como bateadores(as) designados(as) en su columna, desde ya se lo agradecemos infinitamente. Esta semana reproducimos la columna que el compañero Jaime Córdova escribió para el reconocimiento que se le hizo a Elliott en el Festival de 1992, además, el director del En Rojo, Rafael Acevedo nos ilustra sobre la NBA.

AMF

Ya no recuerdo el año, pero fue en un viaje a Mayagüez que hicimos Carlos Gallisá y yo. Carlos iba a participar en un foro sobre el estatus en uno de los lugares más apropiados que puede haber para discutir este tema: el gimnasio del Colegio de Mayagüez. El caso es que cuando entrábamos a Bayamón, Carlos me dice: «Vamos aquí a Santa Rosa un momentito para recoger a un compañero. Se llama Elliott Castro y se gradúa este año de ingeniero. Los otros días la policía le dio un par de macanazos en una actividad del PIP, pero él sigue Patria o Muerte».

Francamente, este pequeño resumé me inquietó porque yo no tenía interés en hacer un viaje de tres horas con un estudiante independentista, seguro que loco y barbú, y para colmo, de apellido Castro. Ya me veía yo bajando por los riscos de Guajataca escuchando la última tesis sobre cómo pasar de la colonia al comunismo en un fin de semana largo. Y mientras meditaba de qué manera le decía a Gallisá que yo me quedaba en Bayamón, llegó Elliott Castro.

Como nos había hecho esperar, presentó excusas con zurdos ademanes antiprisa acompañados por susurros de decibeles bajos, y ese era Elliott. En cinco segundos nos dejó ver qué es lo que trae el barco.

Mis queridos amigos: Yo supe desde el principio que estábamos ante la victoriosa tortuga de la fábula. Que estábamos frente al que le rompe las pelotas a la urgencia, al que atrasa los relojes y mata amablemente del corazón a los que vinimos a este mundo a correr por ahí como los mensajeros de Kafka.

Pero la gran sorpresa del viaje fueron los temas de discusión. El ingeniero de la cabeza rota solo quería hablar de deportes, especialmente de boxeo. Era fácil notar cómo le subía el entusiasmo cuando analizaba los pormenores de un combate. Aquel loco con la cabeza vendada tenía ánimo para hablar de boxeo. De momento, los tres estábamos gritando los nombres de Gavilán, Sixto, Colón García, Basora, Venegas, Max Morales, y el noble Chevrolet de Gallisá parecía una gallera ambulante con malas palabras rebotando contra el techo, que salían por las cuatro ventanas, cruzaban la carretera y por ahí seguían hasta encontrar ambiente en una jugada de dómino.

Pasaron varios años, y estamos ahora en la urbanización Villa Capri en las oficinas de Claridad Diario. Es el año 1975 y la sección de deportes se acaba de extender a seis páginas diarias. Hace falta ayuda. Creo que es Gervasio Morales quien me informa que estamos reclutando un colaborador a tiempo completo. Es un muchacho ingeniero, pero lo que le gusta es el deporte. Se llama Elliott Castro. Por poco pregunto, ¿sabe escribir?, pero lo que me salió fue: Que venga mañana. Y llegó Elliott a Claridad.

Inmediatamente amplió la cobertura deportiva del diario para incluir deportes como pista y campo, hipismo, boxeo, volibol. Aportó un nuevo enfoque estadístico del deporte que constituyó una novedad. Inició junto con el que escribe la modalidad del análisis seguido por la predicción. Así, por ejemplo, Elliott tituló su primera columna A pesar de todo El Salsero puede ganar, en vísperas de la conquista por Escalera en Japón del título mundial de las 130 libras.

Habían pasado unos pocos meses desde que Elliott se incorporó al Diario y ya se estaba haciendo cargo de la mayor parte del trabajo. Acordamos que él se hacía responsable por las noticias y yo, de las columnas diarias, aunque Elliott siempre escribía su columna que titulaba Números y Comentarios.

Permítanme decir que con la llegada de Elliott las páginas deportivas de CLARIDAD eran las mejores de Puerto Rico. Esta es mi opinión, que como dijo Nemesio Canales, no tiene nada de humilde.

De aquella relación de trabajo surgió una muy buena amistad que mantenemos todavía porque en verdad nunca le he perdido el rastro a Castro. A Elliott le gustaba decir que yo he sido su maestro, pero es él quien me ha dado sin saberlo una lección: descubre cuál es el trabajo que te hace feliz y ten el valor de dejar todo lo demás.

Y, como no hay mucha distancia entre recordar y soñar, diré aquí que Claridad Diario volverá en un nuevo Puerto Rico independiente, y entonces, si no estamos ya un poco viejos, Elliott y yo discutiremos cuáles son las noticias de deportes para le edición de mañana.

Escrito para el Festival de CLARIDAD de 1992

(Hoy sigo pensando igual).

Artículo anteriorBajarán a votación proyecto para prohibir cenizas de carbón
Artículo siguienteLa lucha palestina no termina