Para que esta celebración de Navidad sea nueva

Especial para En Rojo

Aunque tengamos muchos motivos para preocuparnos y estemos terminando un año de muchos desafíos y sufrimientos, es bueno ver en esta celebración de la Navidad una llamada a la esperanza y a la renovación de la vida. De hecho, antes de ser una fiesta cristiana, Navidad era la celebración del solsticio del invierno y tenía un sentido de agradecer por el renacimiento del Sol y la victoria sobre las tinieblas. Actualmente, de nuevo, esas fiestas van más allá de su dimensión religiosa y expresa un llamado al constante renacimiento interior y social.

En cada edad física, el ser humano deja una edad y renace a otra. María Zambrano, filósofa española, enseñó que, como todo animal, el ser humano es mortal. Sin embargo, lo que le caracteriza no es ser mortal sino ser natal, es decir, estar llamado a una renovación permanente del ser y de la vida. El poeta Pablo Neruda dijo: «Nacemos como un proyecto. Siempre debemos renacer. Nacemos para renacer«. Podemos decir que renacemos cada vez que damos los pasos que la vida requiere y nos abrimos a una nueva etapa.

El significado más profundo de la celebración de la Navidad es abrir nuestro corazón y nuestra vida a esta perspectiva de vida nueva, tanto en el plano personal, como en nuestras relaciones y actividades sociales e incluso políticas. Vivir el espíritu de la Navidad no es sólo recordar Belén y el pesebre en lo cual Jesús nació. Los relatos evangélicos que describen la navidad se han escrito ya con la intención de ayudarnos a ver en el niño nacido en Belén al Señor resucitado que, por su Espíritu, nos llama a renacer siempre.

Tenemos que entender que este proceso de renovación interior tiene sus raíces en lo más profundo de cada persona, pero se concreta en un modo de vida comunitario. Esto significa asumir la realidad en la que vivimos y reanudar nuestras relaciones con las personas, en un camino comunitario de servicio a la paz, la justicia ecosocial y el cuidado de la madre tierra y de toda la naturaleza.

Para que este renacimiento de la vida sea posible, es necesario denunciar y combatir la política que sirve a la muerte y al desamor. Óscar Arnulfo Romero, mártir de la jornada liberadora, insistió en que la verdadera espiritualidad consiste en acentuar la dignidad de la política y hacer que ésta esté al servicio de los más pobres y pueda ser transformadora.

Si creemos que, en Navidad, Jesús asumió la condición humana con todas sus fragilidades y problemas, cada celebración de la Navidad nos invita a ser personas cada vez más capaces de amar, cada vez más disponibles al diálogo y, en todo, humanas, como Jesús.

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