¿Qué pasa USA? Titulo esta columna con el nombre de un programa de comedia bilingüe cubana-americana de la década de 1970. ¿Qué pasa? en cuanto a la preocupación de ¿quién será el/la presidente en Estados Unidos? y ¿qué pasa en relación con el endeudamiento, los gastos militares y la economía de dicha nación?
La primera pregunta la definen los votantes en las elecciones, donde se permite a los ciudadanos elegir a sus representantes y líderes, como el /la Presidente, senadores y miembros del Congreso. La segunda, ha sido un tema de preocupación para economistas y políticos por incluir factores invisibles o no reconocidos, como los intereses estratégicos, económicos y de poder (la hegemonía, supremacía y poder) que a menudo operan detrás de las decisiones económicas, políticas y militares. Todos estos son factores que actualmente llevan la economía de EE. UU. hacia una recesión que, como un efecto mariposa, depende de las pequeñas perturbaciones que pueden generar impactos considerables.
En la política económica de EE. UU. existen muchas funciones invisibles o no reconocidas detrás de la economía, las políticas públicas, leyes o reglamentos, que actúan como la “mano invisible” que mueve todo. Detrás de esa “mano invisible” está el “totalitarismo financiero o corporativo”, o la concentración del poder económico en manos de grandes instituciones financieras y corporaciones. Ese totalitarismo financiero influye significativamente en las políticas gubernamentales, económicas y sociales que controlan la economía y la emisión de la deuda. Es definida como una fase superior al neocolonialismo o colonialismo financiero trasnacional por E. Zaffaroni (2018).
La relación entre el endeudamiento y la política exterior subraya cómo la deuda pública se convierte en una herramienta para mantener la hegemonía global y financiar políticas que, en última instancia, benefician a una élite económica y política. La riqueza de esa élite está basada en las guerras o conflictos, las intervenciones, los bloqueos, la reconstrucción y se paga con deuda pública. Por eso, el totalitarismo financiero sigue promoviendo la invasión y control de otros países, las guerras y conflictos, bloqueando economías y desestabilizando a otros países a través del control mediático. Así es como la deuda, y la economía de la guerra, consigue que las empresas y corporaciones financieras obtengan ganancias.
La deuda de Estados Unidos ha sido un tema de preocupación en los últimos años, debido a que la deuda nacional bruta supera los 35 billones de dólares en 2024. Esta cifra equivale a una deuda de 104,497 dólares por persona en Estados Unidos (Departamento del Tesoro de EE. UU.). La deuda de Estados Unidos ha alcanzado niveles históricamente altos, lo que plantea una seria amenaza no solo para la estabilidad económica interna del país, sino también para su hegemonía política y económica a nivel global. El problema de la deuda puede erosionar la influencia de Estados Unidos en el mundo, afectando tanto sus capacidades económicas como su poder político, su hegemonía. Con la pérdida de hegemonía económica y política, surge otra de las principales preocupaciones, que es la inestabilidad del dólar. Ante el bloqueo a Rusia con los Swift (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunications), la amenaza a China y Venezuela, a lo que añaden otros países bloqueados o sancionados, dichos países buscan otras alternativas económicas. El sistema de pagos del BRICS (integrado por Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y otros nuevos países miembros), similar al sistema SWIFT occidental, puede acabar con el dominio global del dólar y reconfigurar el panorama del comercio mundial.
Mientras, la Reserva Federal de Estados Unidos, que ha utilizado su política monetaria para estabilizar la economía global, mantiene las tasas de interés altas para evitar la inflación pero, a la vez, está afectando la economía de EE. UU. La Reserva sabe que la inflación alta reduciría el poder adquisitivo del dólar, debilitando su estatus como moneda de reserva mundial, pero encarece los préstamos. Este debilitamiento podría acelerar la búsqueda de alternativas por parte de otros países, promoviendo el uso de otras divisas internacionales, como el euro o el yuan chino o la “desdolarización”.
La “desdolarización” es un proceso que busca reducir la dependencia global del dólar estadounidense, motivado por la diversificación de riesgos, la soberanía económica y el desarrollo de mercados locales. Ante esta guerra financiera (guerras, bloqueos, intervenciones) los países buscan crear sistemas alternativos para librase del chantaje del dólar y de EE. UU. Para Estados Unidos, esto podría implicar una reducción en la demanda de dólares, impactos en las tasas de interés, limitaciones en la política monetaria y una disminución de su poder geopolítico. Para la economía mundial, podría resultar en una mayor volatilidad en los mercados cambiarios, diversificación de reservas, aumento en el uso de otras monedas y el desarrollo de mercados financieros regionales.
¿Qué pasa USA? Ante una posible recesión, la deuda muy alta y una economía que no arranca, la pérdida de estabilidad económica podría tener profundas ramificaciones geopolíticas y podría llevar a una reconfiguración de las relaciones internacionales. La “desdolarización” representaría un cambio significativo en la estructura económica global, con nuevas estructuras económicas y políticas que desafíen el predominio estadounidense. La deuda de Estados Unidos y una posible recesión, no solo representan un desafío económico interno, sino también una amenaza a su liderazgo global, acelerando la transición de un mundo unipolar a uno multipolar. La sostenibilidad de la deuda, la pérdida de confianza de los inversores, los desafíos en la política monetaria, el desgaste de las guerras, intervenciones, sanciones, bloqueos, etc. y las implicaciones geopolíticas podrían erosionar significativamente la hegemonía de Estados Unidos.
Esto conduciría a que los países diversifiquen sus economías, buscando disminuir los riesgos a través de la “desdolarización”, en especial los que dependen de bienes como el petróleo o el gas que buscan diversificar sus economías y lograr soberanía económica. Los países árabes comenzaron a diversificar sus economías y a no depender del dólar, y otros países ven el experimento de soberanía económica como posible. Si pueden depender menos del dólar, los países y las empresas pueden reducir su exposición a las fluctuaciones del tipo de cambio y a las decisiones de política monetaria de Estados Unidos. Además, en un contexto de bloqueos y sanciones económicas (guerras económicas), como las impuestas por Estados Unidos a varios países, la desdolarización permite a las naciones mantener su soberanía económica y minimizar la influencia externa.
Hoy Estados Unidos enfrenta desafíos en términos de su hegemonía económica y política porque la economía mundial podría experimentar una mayor diversidad y volatilidad en el uso de monedas. Su política económico-financiera contra otras naciones está provocando que el dólar, como moneda de intercambio internacional, continúe perdiendo espacio cada día. Este fenómeno subraya la necesidad de adaptabilidad y resiliencia de los países en un mundo cada vez más multipolar. La relación entre el endeudamiento y la política exterior pasa factura a EE. UU., una deuda que en gran parte se genera para mantener la hegemonía global y financiar políticas de guerra económica, invasiones, bloqueos, sanciones que, en última instancia, benefician a una élite económica y política y al “totalitarismo financiero”.
Estados Unidos debe reconceptualizar cómo funciona su economía y cómo usa su deuda, volviendo al capitalismo de estado, o sea, invertir en re industrialización (ayuda con préstamos a bajo costo), investigación, desarrollo e innovación en sectores críticos de la inversión pública estratégica, que son la columna vertebral de una economía sólida. Debe dejar atrás las políticas neoliberales y evitar el control del capitalismo financiero que sólo quiere guerras, bloqueos, sanciones e invasiones, que están destruyendo esa nación. Actualmente la hegemonía de EE. UU. sobre la industria, el comercio y la tecnología está debilitada. Los países del BRICS pueden marcar un antes y un después en la ya decadente hegemonía económica y política de Estados Unidos. El efecto mariposa define el futuro. O se transforma y recupera económicamente, o seguirá con su economía de guerra que no beneficia al pueblo de Estados Unidos ni al mundo.