Sólo la paz: A Walter Torres

Walter Torres

Por Marisol Villamil

7 de junio de 2019

Buenas tardes, 

Antes de comenzar “oficialmente” quiero comentarles algo que considero muy relevante. 

Muchos de ustedes conocieron a y sobre Walter como ilustrador, calígrafo, dibujante- no muchos como el gran escritor que era y su supremo humor analítico y dulcemente mordaz. Gracias Vanessa y gracias Nelson por exponer esta importante faceta de su creación. Así que decidí, apenas ayer, leerles un poquito de su prosa y poesía. 

Del performance “Y estaba la rana cantando debajo del agua”, 1981

“Las campanas de la Iglesia San José del Convento de los Dominicos una grabación en video cassette o el libro de Mary Cassatt que compró María Antonia Ordoñez, son en su máximas reflejos. ¿Cómo lo pudo entender el Pueblo de Puerto Rico, o qué fue lo que sucedió en el Museo de la UPR? ¿Qué tiene que ver Paco Bascocheo o algún pintor famoso o algún escritor novel de paso por San Juan? ¿Cuánto se conoce la isleta de San Juan o si es más reconocible el decir simplemente Porto Rico? Ya tenemos la tarde ensangrentada con nubes de lluvia o tormenta en Puerto Rico, los empleados del gobierno no saben a qué atenerse… la colonia no ofrece alternativas, se vive sabiéndose existencialmente atrapados donde la literatura es un esparatrapo de muñecos sucios, la palabra es nula.”

“Soy comunista. Soy columnista. Soy colmunista. Soy cacifista. Ya la guerra se acabó se acabó se acabó ya la guerra se acabó y ahora el ppd. (y ahora el pnp) (y ahora el psp)

No soy terrorista, No soy papista, no soy pansista ni estadista como muchos pnps, No soy puertorriqueño, soy ccuubbaannoo. soy cubano, por si no lo sabían, Walter Torres es cubano, lo que pasa es que mi familia adinerada se estableció en Sabana Grande hace mucho tiempo.”

“De tanto quererte tanto, de tanto esperarte tanto, me están creciendo en el alma espinas que me hacen daño y que me roban la calma, no sé qué hacer, daría el mundo entero por tenerte y adorarte locamente, no sé qué hacer que haría el mundo entero por amarte y no dejar jamás de verte, de tanto quererte tanto, de tanto quererte tanto, me estoy muriendo de amor, me estoy muriendo de amort. Estoy perdiendo el sentido, de tanto esperarte tanto, el corazón se me ha ido.”

Tenemos las maletas- 2002

Tenemos las maletas llenas de compromisos y de dados cargados de puertas que son los sueños. Las dejamos en las esquinas para que acumulen tiempos que se rompen si se oxidan. Cargamos la palabra y sus trapos: hamacas y turbantes que por ilusión serán las sogas de las barcas en el puerto. Llevamos la mirada y la conciencia atada como un ramo de laurel. Llevamos el lirio y el viento en nuestra cara, un gato y un silencio tibio y lento. 

a ti Marisol

A Walter y 

para Walter

Han contado conmigo para un brindis y ni he sabido cómo hacerlo, ni desde qué voz, mas aquí voy para Walter y con ustedes. 

Todo comenzó con la tinta, pero no piensen que estoy recurriendo a metáforas o imágenes –digo literalmente “con la tinta”. Pues resulta que cogíamos una clase juntos con Merce López Baralt. Y aún en aquel entonces, yo tomaba notas con una pluma –sí, una pluma, de las que se llenaban manual y delicadamente desde un tintero. Bueno, imagínense a esta joven estudiante cargando con un tintero. Así que en medio de la clase, de la disertación de Merce, se cae el tintero (de vidrio, por supuesto) y hubo tinta por todos lados: piso, libretas, bolsos, ropa, pies, butacas… 

Y así, inmediatamente, Walter- quien estaba al lado mío –comienza a ayudar de lo más eficiente y caballerosamente posible– a recoger todo aquello a la vez que, con exactamente dos miradas entre Merce y nosotros dos, para no interrumpir la clase, ni crear más alborozo del que ya conllevaba un tintero roto en medio de una clase de literatura llevada por la Profesora López Baralt. Al otro día Walter me regaló un tintero y del color azul que yo prefería: turquesa.

Así que todo comenzó con y a través de la tinta. 

Y esa tinta, la de la caligrafía, la de la escritura, la del dibujo, la del vino y la de la devoción nos acompañó siempre. 

Toda la vida fungió de protector y grande amor. A mis hijos los consideraba sobrinos y mis hijos le llaman tío –Tío Walter. María, ese evento tan terrorífico, lo pasamos juntos.

Colaboramos mucho pública y secretamente también. 

Todos podemos tener (o haber tenido) mamá, papá, hermanos, hijos, familiares, amigas, amigos, colegas, vecinos, compañeros y a algún ángel guardián. Yo he tenido la dicha y la bendición de haberlos tenido a todos y además en una persona –Walter. Siempre estuvo, desde ese tintero roto a este corazón roto. 

Fue desde la tinta mi ángel guardián. 

Me han pedido un brindis, ni sabía cómo hacerlo. Que hayan más seres como Walter. 

¡Qué viva! 

¡Que no lo olvidemos! 

Marisol Villamil Fernández 

7 de junio de 2019 

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