La imagen más importante del acto de juramentación de Trump: Están ahí, ocupando un lugar central en la ceremonia de entronización del presidente de Estados Unidos, los tres hombres más ricos del planeta, quienes fueron personalmente invitados por el nuevo mandatario.
Para entender a cabalidad lo que significa esta imagen debemos hacer -brevemente- un poco de historia. Veamos. El periodo 1945-1975 estuvo marcado, en los países centrales del mundo (EE.UU. y Europa), por un consenso keynesiano en lo económico y de centroizquierda en lo ideológico. Por ello es que fue la época de mayor bienestar y prosperidad para las clases medias europeas y estadounidenses. Esto se alcanzó, fundamentalmente, mediante acuerdos políticos que lograron poner límites a la lógica de acumulación del capitalismo. Para que conteniendo el enriquecimiento del 1% más rico, se pudiera redistribuir el ingreso de manera más favorable a los trabajadores. Es decir, se creó un pacto entre capital y trabajo que equilibró aquellas sociedades.
Pero los grandes ricos no se quedaron tranquilos. Entendieron que debían romper aquel consenso para inclinar la correlación de fuerzas a favor del capital; es decir, de ellos. Entonces, comenzaron a financiar centros de pensamiento (los famosos Think Tanks) para que se formaran allí cuadros políticos jóvenes que un día llegaran a dirigir las instituciones, formándolos bajo una orientación teórico-ideológica neoliberal.
Al mismo tiempo, empezaron a comprar medios y financiar autores neoliberales anti redistribución como Friedman, Hayek y otros para que ganaran premios e incidieran mediáticamente. Una operación hegemónica al mejor estilo gramsciano. Con la cual, poco a poco fueron llenando los espacios de discusión pública de su intelectualidad orgánica para que se fuera moviendo el consenso ideológico hacia la derecha.
Con la llegada al poder de Reagan y Thatcher en los años 80 aquella operación pudo finalmente expresarse en la dirección del máximo poder. Estos dos liderazgos, más allá de las célebres medidas neoliberales y anti obreras que tomaron, fueron decisivos en el aspecto cultural. Puesto que lograron derechizar a buena parte de los trabajadores. Introyectando en sus mentes el ideario neoliberal para que vieran como nocivas las políticas redistributivas y asumieran los intereses de los ricos como propios.
Como he explicado en muchos foros: el auge ultraderechista que hoy vemos es el producto final de aquellas operaciones con las que se desmantelaron los consensos a favor de los trabajadores. Y que, asimismo, fueron desmantelando el pacto político que contenía la lógica de acumulación capitalista. Hoy emergen todos esos idearios anti Estado y pro ricos porque hace décadas se ha venido constituyendo una base subjetiva para ello. De ahí toda esa gente pobre y precarizada creyendo que si a magnates como Musk, Zuckerberg y Bezos les van bien a ellos también (sic). Pero lo peor no es eso (como si faltara más).
Lo más preocupante es que en el proceso se está matando lo que queda de democracia. Porque uno de los elementos centrales de la democracia es la separación entre poder político y económico. Esto porque la lógica de acumulación privada que mueve al segundo, es específicamente distinta a la lógica de gestión del interés público que mueve al primero.
Pero hoy se rompe esto. El poder de estos billonarios dueños de las empresas tecnológicas se ha ido comiendo al poder político. Con lo cual, estamos frente a individuos con un poder tan descomunal que hasta compran presidentes en los países más poderosos. Y controlan plataformas digitales gigantescas que usan para configurar las conciencias de millones a favor de sus intereses privados. Ante toda esa ignominia, ¡a organizarnos! Quienes todavía creemos en la democracia real.