Adiós al trovador nacional

 

 

Redacción En Rojo

 

Este canto de tierra, esta es mi isla

El pueblo se despide de su amante cantor, Antonio Cabán Vale, el Topo.

Antonio Cabán Vale ha sido llamado “juglar” y nuestro “trovador nacional”. Ambos conceptos, salvando las distancias del tiempo, son buenos para aplicárselos a El Topo. Como aquellos trovadores provenzales de los siglos XII y XIII compuso versos con su música y usó el idioma popular en toda su belleza posible.

A diferencia de aquellos cantores de tiempos medievales, Cabán Vale no estaba al servicio de una dama, ni a señores feudales ni a las cortes. Su arte se debía a su pueblo, al amor, y a la lucha por la libertad.

Nació el 22 de noviembre de 1942, en Moca, al oeste de Puerto Rico. Se graduó de bachillerato en 1966, el la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Se relacionó con los poetas de Guajana y publicó su primer poemario Un lugar fuera del tiempo mientras trabajaba como maestro.

En aquellos años fue uno de los fundadores de Taoné, que reunía a un grupo de músicos que fueron pilares de la Nueva Trova puertorriqueña. El Topo -junto a Andrés Jiménez, Noel Hernández, Flora Santiago y Roy Brown- rescataban el folklore musical añadiendo letras de afirmación nacional.

El Topo compuso lo que el pueblo convirtió en nuestro segundo himno nacional, “Verde luz”, un hermoso poema lírico que es un canto a la libertad de nuestra nación, y también apela a la nostalgia que sienten los millones de puertorriqueños de la diáspora. Otra de sus canciones clásicas es Canción para Antonia, que rinde homenaje a la joven universitaria Antonia Martínez Lagares, asesinada por la Policía en 1970 en el contexto de las luchas universitarias.

A finales de esa década publicó su segundo poemario, Penúltima Salida (1978).

Cabán Vale falleció la noche del martes 23 de julio, a sus 81 años, dejando un legado musical extraordinario que ha trascendido generaciones.

Adeán y us hermanas Guanina y Guananí, se despiden de su padre. Foto Alina Luciano

Su hijo Adrián Cabán Burtter, relató sobre las horas previas de su deceso: “Habíamos pasado un día familiar y fuimos hasta al sepelio de mi tío paterno, don Cosme Vale… Mi papá no iba a Moca hacía más de tres años. Tuvimos un día normal hasta comimos en el camino. Fuimos, también, con mi hermana y hasta nos detuvimos en Guajataca… Él se sentía muy bien, lo bajé de la guagua al llegar a casa y se acostó. Cuando salí del baño, entonces me di cuenta de que se estaba quedando sin aire. Llamé inmediatamente al sistema de emergencias 9-1-1 y en lo que llegaban los paramédicos le di respiración asistida… Los paramédicos me dijeron que aún tenía sus vitales. Me trasladé con él en la ambulancia al Hospital Pavía en Hato Rey, donde cerca de las 9:00 PM se me informó que ya no podían hacer nada más”, papá falleció en mis brazos explicó Adeán.

“Mi agradecimiento a todas las personas que se han comunicado, principalmente a los medios. Todo pasó muy rápido. Aunque  mi papá tenía sus condiciones médicas   de cuidado, en los últimos meses se hallaba estable”, subrayó Adeán.

El artista dejó  una veintena de grabaciones.  La sencillez de sus versos impactaron a la audiencia al son de  «Flor de amapola», “¡Qué bonita luna!”, «Los lirios del campo», «Dónde vas María» y «Solina, Solina».  Asimismo, el número “Expresa lo que sientes» sirvió de tema a una campaña del entonces Departamento de Servicios contra la Adicción.

En su velatorio, centenares de ciudadanos y artistas se dieron cita para rendirle homenaje. Aquí algunas declaraciones de compañeros de Cabán Vale:

Andy Montañez: El fallecimiento de El Topo deja un vacío bien grande en la música. Una persona muy querida y un patriota cien por cien. Su muerte deja un vacío enorme no solo en la música, como en los fanáticos, se nos fue el Topo y la Patria perdió un gran baluarte.

Zoraida Santiago: Antonio Cabán Vale es uno de nuestros más grandes cantores. Deja un repertorio de canciones que nos definen y nos describen ante el mundo. Queda inmortalizado como uno de los grandes compositores puertorriqueños, de la talla de Rafael Hernández, Pedro Flores o Davilita. Heredero de una tradición musical y poética muy arraigada en los campos de nuestra Patria, la toma como raíz y a partir de ella crea una canción universal pero muy puertorriqueña. Participa de una generación de poetas y cantores que producen una profunda transformación en la cultura musical y poética en Puerto Rico, porque se nutren de las luchas de un pueblo que, en su diversidad, se anima a cantar al unísono, rompiendo barreras e impulsando un movimiento cultural del cual se han nutrido las nuevas generaciones. Agradecidos tenemos que estar de haber tenido a El Topo, y de haber aprendido sus canciones, que ahora seguiremos cantando porque para eso las hizo.

Chabela Rodriguez: “Es un gran privilegio que Antonio Cabán Vale, sea boricua. Su aportación es incalculable. Yo como cantautora agradezco su obra inmensa, que dejó para que también fuéramos voz. El Topo es alma del pueblo y así permanecerá. Nunca dejaremos de agradecer su grandeza de poeta, cantor y patriota.

No se ha ido. Antonio Cabán Vale permanece en las voces de todo su pueblo. Es alma y luz de la patria. Los montes, los flamboyanes, los ríos, las quebradas, tu mar, tu cielo te reciben. Toda la tierra te alaba y te exalta. !Inmortal! !Canten, canten! !Levanten monumentos en su nombre! !Libre tu suelo, sola tu estrella! !Canta Adeán que te hago coro!”.

Roy Brown: Recibo la noticia de la muerte del Topo con tristeza y la memoria me trae muchos recuerdos, porque yo empecé junto al Topo en la década de los ’70. lo recuerdo por su voz hermosa, afinada clara pronunciaba las palabras bien era un gran compositor y un patriota. Amaba a Puerto rico y por eso se le hizo tan fácil dedicar su música al país que tanto amaba. Solamente puedo decir !viva el Topo!

 

DOS POEMAS DE ANTONIO CABÁN VALE

 

— Piedra encontrada

 

Olas remotas que rugen en la arena,
corriente misteriosa que en la playa
avanzas como un toro enfurecido
o a veces como un perro fatigado
lames humildemente la pisada,

¿de qué fondo devienes y me entregas
el ánfora de arcilla, el pedernal,
la piedra por el tiempo trabajada?

¿Este guijarro extraño y reluciente
que mi mano sostiene
es alfabeto o signo caprichoso
que el hombre inmemorial lanzó a la playa;

esas marcas y círculos son letras
o simplemente ornato y distracción
de un pueblo sumergido en tus entrañas?
Qué mensaje me traes, di qué me ocultas
en tu cántico de espuma milenaria?

 

* * *

— Soneto de la soledad

Un día como hoy yo estuve cerca
del esplendor maduro y la tersura
de un ser mío tallado en la penumbra
del cuarto familiar y la cocina abierta.

En donde la caricia fabricada
era de luz, de colmenar ¡dulzura!
de abeja alucinada de ternura
que en el darse crecía y aumentaba.

¡Oh, alero de quietud, árbol de sombra!
que en la torpeza del buscar fue destruido.
¿Dónde persistes tú?, ordenadora
de mi espacio disuelto, torbellino
que inútilmente busca su reposo
y en su ir y venir recobra el giro.

 

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