Especial para CLARIDAD
La verdadera medida del desarrollo de una sociedad – las más de las veces ignorada – se resume en la multiplicación del acceso a bienes conjuntamente con la reducción de males. Advirtió Cicerón hace siglos: “Si diariamente defraudas, engañas, buscas y haces componendas, robas, arrebatas con violencia; si despojas a tus socios, si saqueas el erario… entonces dime: ¿significa esto que te encuentras en la mayor abundancia de bienes o que careces de ellos?”
La codicia, el abuso, la injusticia, la demagogia, la mentira… son males que envilecen. Desafortunadamente, son monedas en abundante circulación. Cobran particular notoriedad durante las campañas electorales. Para colmo, muchas veces también se revelan en algunos de sus resultados. El caso más citado en estos momentos es la victoria de Donald Trump en la elección presidencial de Estados Unidos.
Se trata de un multimillonario tramposo que carga sobre sus hombros más de treinta convicciones. Para describirlo a cabalidad se requieren innumerables adjetivos: farsante, imbécil, abusador, lujurioso, pillo, mentiroso, narcisista, ignorante… En fin, como se diría en la famosa saga de “Star War”, pertenece al lado oscuro de la fuerza… Pero la sociedad estadounidense lo eligió y, al así hacerlo, reveló su degradación. No en balde los indicadores de la Bolsa de Valores reflejaron señales positivas. Responden a la codicia y a los juegos de especuladores. Por cierto, ya que comenzamos citando a Cicerón, vale recordar que los imperios, como el Imperio Romano, caen eminentemente por vicios internos, como la degradación moral de sus gobernantes y el resquebrajamiento de la lógica operativa de todo su sistema. Se tornan incapaces para enfrentar efectivamente retos internos y externos. Tal parece que las coordenadas de la ruta de la decadencia están claramente delineadas.
En la instancia de Puerto Rico hay que reconocer el extraordinario avance de la esperanza que representan los resultados electorales de la Alianza PIP-MVC. No obstante, no se puede ignorar que el bipartidismo PNP-PPD, cada vez más conservador y de corte derechista, sigue vivo. Su nueva etapa la encabezaran la gobernadora y el comisionado residente electos.
La base de los muchos problemas que enfrenta la sociedad puertorriqueña se resume en dos formas de degradación: subordinación política y dependencia. Ante esto, tanto la nueva gobernadora como el nuevo comisionado residente lucen como dos gotas de agua. ¿Qué se puede esperar de ellos? Por un lado, cantos ridículos de estadidad; por otro lado, puro inmovilismo. Por ambos lados, peticiones humillantes de acceso a fondos federales. En otras palabras, no hay que esperar solución a problema alguno sino todo lo contrario.