Dogmatismo neoliberal o la moda del mileísmo

 

 

Maximino Rivera López

Dos recientes artículos publicados en un periódico de la capital plantean lo mismo- que la razón por la cual existe una crisis en Puerto Rico es “el nivel moderado de libertad económica que vivimos”. Este concepto de “libertad económica” es presentado como la solución mágica para salir de nuestra grave crisis. Si solo se eliminara la injerencia del gobierno en los asuntos de la vida, especialmente de los jóvenes, eliminando las regulaciones a la empresa privada, alegan los distinguidos articulistas, amparados por estudios de opinión, se podría detener el nocivo éxodo.

El controversial presidente de Argentina, Javier Milei, ha puesto de moda esta visión, aunque con una estridencia que prudentemente los articulistas evitan. Para estos exponentes del anarco capitalismo o neoliberalismo a ultranza, la mera existencia del gobierno es anatema. Se presume que si los impuestos se reducen lo suficiente, el mercado, con su mano invisible, borrará los males del desempleo, el crimen y la corrupción.  Es interesante que se define la libertad financiera como no tener que vivir atado a una nómina de un patrono. Es muy atractivo plantear que todos podemos ser dueños de negocio y ganar la “libertad económica”. Pero en cuatro décadas de hegemonía del neoliberalismo en Puerto Rico y el mundo, los males que deberían haber desaparecido ya, solo han ido agudizándose en una descendente espiral cíclica de crisis, recuperación leve y peor crisis aún y solo una pequeña fracción de la población ha tenido éxito en los negocios.

De otra parte,¿acaso habremos olvidado las sucesivas reformas económicas neoliberales impuestas por todos los gobiernos desde la administración Roselló? Recordemos que la privatización del sistema de salud ha resultado en el desastre y la crisis que sufrimos hoy. De hecho, los intentos de privatizar la AAA resultaron en fracaso entonces, como parece que abocados al fracaso están los de hoy con LUMA y GENERA. Ni hablar de la cleptocracia que se ha entronizado en el gobierno, precisamente, porque se concibe el mismo como un negocio objeto de la “libertad económica” del partido en el poder. Cómo olvidar la nefasta administración del también mileísta Fortuño que despidió 30,000 empleados públicos con los resultados harto conocidos en el deterioro de la calidad del servicio público. No tenemos espacio aquí para detallar más el monumental fracaso histórico de la política que propone el mileísmo local.

Una de las quejas principales de los patronos es la escasez de empleados diestros. Pero uno de los dogmas de esta ideología de “libertad económica» es impedir a toda costa que se legislen protecciones laborales. Apenas hace unos días fué derrotada una propuesta de la senadora María de Lourdes Santiago para garantizar que no se pudiera exigir a los empleados contestar comunicaciones fuera de horas laborales debido a que supuestamente infringía la “libertad económica” de los patronos. Exigir trabajo no remunerado fuera de horas laborales es robo de salario y no libertad económica. Sería bueno que explicaran los que votaron en contra cómo no tener derecho a gozar del tiempo libre y paga por trabajo realizado ayuda a reclutar y cómo esto estimula a los jóvenes a quedarse en la isla cuando numerosas jurisdicciones ya reconocen ese derecho.

Además en la misma legislación se reglamentaría el trabajo remoto para permitir al empleado meramente solicitar (y al patrono negar si así lo desea) esa modalidad de trabajo. Internacionalmente se considera una ventaja para el patrono ofrecer esta opción porque muchos empleados con especialidades técnicas en alta demanda la prefieren. En vez de garantizar el acceso a un atractivo laboral, lo han coartado, ¿de qué manera eso ayuda a las empresas que los necesitan a reclutar y retener a esos empleados?

De hecho,según reseña el NYT, este dogmatismo neoliberal está siendo desafiado por las economías más grandes del mundo que han optado por establecer “políticas industriales” o regulaciones para garantizar su independencia y seguridad. Esto incluye, además de incentivos tales como el trabajo remoto y la desconexión digital, subsidios y restricciones del mercado para proteger su desarrollo. Más de 2,500 de estas “políticas industriales” han sido establecidas por las economías más ricas y avanzadas y están dirigidas a proteger sus mercados en las áreas de tecnología y cuidado del ambiente.

Si queremos que los jóvenes permanezcan trabajando en Puerto Rico, ¿acaso no es lógico hacerles el mercado local más atractivo garantizando la disponibilidad del trabajo remoto y la desconexión digital como se garantizan en la mayoría de las economías del mundo con las que competimos por empleados?

El dogmatismo anquilosado del neoliberalismo es una visión de la que deberíamos huir, no abrazar, por que esté de moda en otras latitudes arrastradas por la insensata fiebre del mileismo. En vez de despotricar contra un “comunismo” inexistente, deberían considerar revisar sus políticas extremistas, por más de moda que estén.

El autor es maestro.

 

 

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