José ( Pepe) Mujica Cordano, el legendario guerillero Tupamaro y ex presidente de Uruguay recién fallecido, vivió cada una de las etapas de su vida guiado por el principio de la justicia social para su pueblo uruguayo, pueblo que supo reconocerle su entrega de toda una vida, no solo cerrando su mandato presidencial con un índice de popularidad sin precedentes en la historia política de su país, sino también con el emotivo funeral que inundó las calles de Montevideo de un torrente humano que le rindió tributo a su persona y ejecutorias.
De haberlo podido presenciar, sin duda Pepe se habría sonrojado porque recibir honores no era lo suyo. La razón de su existencia siempre fue servir de instrumento para mejorar las vidas de los seres humanos y combatir la desigualdad y la ignorancia que deja a tantos y tantas rezagados de los frutos de la sociedad. A él lo movía el deber, la convicción resumida en sus palabras de que » la vida humana es casi un milagro en el enorme silencio mineral del universo».
Hijo de una familia de trabajadores, se interesó en la política desde muy joven buscando las herramientas que le permitieran contribuir a adelantar su visión de un Uruguay más justo y equitativo, y de una humanidad menos desigual y más productiva y feliz. Esto, en una América Latina donde el acaparamiento de bienes y el latifundio en manos de las élites gobernantes tradicionales, los gobiernos autoritarios y conservadores, y unas fuerzas armadas abusadoras y golpistas- entrenadas en la infame Escuela de las Américas de Estados Unidos – eran el terror de cada día entre los pueblos de nuestro hemisferio.
Como reacción, durante las décadas 60 y 70 del siglo pasado, e inspirados en el ejemplo de la Revolución Cubana, surgió en nuestro países una variedad de movimientos armados clandestinos, que luchaban con todo lo que tenían, a la vez que burlaban la persecución y represión de gobiernos y militares. Entre esos, uno de los más audaces fue el Movimiento de Liberación Nacional- Tupamaros- de Uruguay, del cual Pepe Mujica se convirtió en uno de sus combatientes más destacados y buscados por las fuerzas de seguridad del estado uruguayo. Fue herido y apresado en varios operativos, y en más de una ocasión escapó de la cárcel, sobre todo en aquella fantástica operación de fuga, donde más de 100 tupamaros escaparon de una cárcel de máxima seguridad, excavando un túnel subterráneo. Durante sus 12 años de prisión, donde sufrió torturas innombrables y aislamiento, Pepe Mujica aprovechó para «evitar la locura» mediante la reflexión y el desarrollo de su visión de futuro para Uruguay y nuestra América en armonía con nuestro entorno. También soñó con un modelo de mutua colaboración entre los países de nuestra América que nos aparte de la mirada tradicional y aprendida hacia Estados Unidos y Europa como únicos referentes de desarrollo económico y social.
Por eso, al acceder a su histórica presidencia como candidato del Frente Amplio de Uruguay, Pepe Mujica en tan solo 4 años se convirtió en uno de los mandatarios más admirados de Uruguay y del mundo, invirtiendo en educación accesible a todos los niveles, en una reforma de la tierra que devolviera al campo su poderío productivo, y en impulsar una economía para todos y todas que creció durante su mandato. De esa época es su frase » el campo no puede ser un casino» que se convirtió en llamado al desarrollo de una economía agrícola e industrial sostenible y en armonía con el medio ambiente.
Cuatro años no son suficientes para revertir siglos de políticas de extracción y explotación de los recursos de un país, pero el ejemplo de trabajo, ética y moral de Pepe Mujica, como un político y gobernante limpio, honrado, que devolvió al trabajo agrícola su sitial, que implantó políticas de sostenibilidad ambiental, que en materia social instauró el matrimonio igualitario, impulsó los reclamos de las mujeres, redujo los indicadores de pobreza entre su gente, donó su salario para beneficencia, y sentó un nuevo paradigma de gobernanza para toda la humanidad. Con sus principios intactos como insignia de su vida, José ( Pepe) Mujica nos enseñó que el futuro de la humanidad entera depende de que abracemos los cambios, saltemos sobre nuestras diferencias e iniciemos unidos la marcha hacia un mundo sin muros. Pepe Mujica lo hizo y así debe exigirse de todo gobernante que aspire a ganarse la confianza y el respaldo de su pueblo.