El Recinto de Ciencias Médicas asediado por la politiquería 

 

La decisión de la Junta de Gobierno de la Universidad de Puerto Rico (UPR), y del Presidente de la institución, de traer de vuelta a la doctora Ilka Ríos Reyes como Rectora del Recinto de Ciencias Médicas (RCM)- en abierto desafío a la voluntad mayoritaria de oficiales principales y de la facultad de dicho recinto- amenaza con traer consecuencias graves a la estabilidad de dicha unidad de la UPR, y a la continuidad académica y administrativa, y la imprescindible acreditación de sus programas académicos y profesionales.

La importancia del RCM para la educación superior pública y la prestación de servicios de salud al pueblo puertorriqueño no puede ser ignorada, y mucho menos menospreciada. El RCM es la arteria principal que nutre la salud de nuestro pueblo, y su distinguida historia, trayectoria y contribuciones de todo tipo en materia científica y de salud son la zapata indispensable de las estrategias y respuestas ante los innumerables retos a la salud de nuestra población. El RCM revalida su importancia todos los días y a todas horas, cuando miles de sus egresados prestan servicios de salud de alta calidad a la población, y sus investigadores sientan pauta hacia el avance del conocimiento y el tratamiento de las enfermedades y condiciones que aquejan a las y los puertorriqueños.

Por ello, merecen  el respeto de todo nuestro pueblo, y debían merecerlo y recibirlo también de las autoridades universitarias. Pero la excesiva politización en la cúpula directiva de la UPR, y el afán de control de los miembros de la Junta de Gobierno- y del gobierno y partido que los nombró- sobre los puestos de rectores y demás altos oficiales, es el mal de fondo que cercena la democracia universitaria y quiebra el diálogo y la buena voluntad sobre los asuntos de la Universidad.

Para los más recientes gobiernos del PNP, la UPR se ha convertido en una obsesión y un escollo a su agenda anexionista. Para ellos, la lealtad política al partido y sus objetivos va por encima de la  ley y reglamentos de la Universidad, y por eso se han encargado de colocar en las Juntas de Gobierno a personas que compartan su ideología y visión por encima del respeto a las opiniones divergentes, o al clima de diálogo y democracia que debe propiciarse en el entorno universitario.

Tras la llegada de la Junta de Control Fiscal, con sus recortes presupuestarios y medidas de austeridad, la UPR se ha convertido en una plaza asediada, donde cada puesto clave en la estructura universitaria representa un espacio de poder para el partido y gobierno de turno. Esta batalla política ha terminado por eliminar todo vestigio de la supuesta autonomía universitaria y de los canales decisionales internos contemplados en la Ley y los reglamentos de la UPR.

Ese mismo afán de control político partidista nos ha traído Juntas de Gobierno y Presidentes de la UPR como los que hoy se prestaron para, en una votación secreta que duró cinco minutos, nombrar nuevamente a la doctora Ilka Ríos como Rectora del RCM, por encima de la mayoritaria oposición interna y de su nebuloso historial de irregularidades, el cual le había costado su destitución como rectora del RCM hace apenas un año. Aunque durante este lapso, la doctora Rios no ha sido exonerada de ninguno de los señalamientos de irregularidades por los que fue destituida, ni de la querella ética que le fue interpuesta en la Oficina de Ética Gubernamental, ni se ha resuelto judicialmente la demanda que le interpuso una exempleada, el mismo presidente que la destituyó, se prestó para nombrarla nuevamente, y la Junta de Gobierno expeditamente le aprobó el nombramiento. Una actuación bochornosa y contraria a la dignidad y decoro que se esperan de verdaderos líderes universitarios.

Sobre todo, es bochornoso este nombramiento, porque al momento de su destitución en agosto de 2022, la doctora Ilka Rios públicamente le había restado importancia a las advertencias de las agencias acreditadoras sobre deficiencias que ponían en riesgo la acreditación de varios de los programas del Recinto.

Por lo tanto, traerla nuevamente como Rectora- en actitud de que aquí no pasó nada- constituye una falta de respeto,sobre todo hacia los prestigiosos académicos y oficiales de carrera del RCM que tuvieron que echarse sobre sus hombros el intenso trabajo de lograr la reacreditación, la cual se consiguió hace unas semanas, para todos los 37 programas del RCM hasta el año 2029.  ¡Qué curiosa coincidencia! Destituyeron a Ríos cuando se les caía la casa encima y,  ahora que otros la levantaron, por puro oportunismo político la imponen nuevamente para retomar el control del RCM.

Al cierre de estas líneas, se anunció que se celebró una reunión entre representantes de la Junta de Gobierno de la UPR,  y el decano, oficiales y representantes de la facultad del RCM, en la cual estos reiteraron el reclamo  mayoritario al interior del RCM para que se deje sin efecto el nombramiento de la doctora Ríos. Según lo publicado, la Junta de Gobierno escuchó a los representantes del RCM pero no cambió su decisión sobre el asunto.

Insistir en una nueva incumbencia para la doctora Ilka Ríos como Rectora del RCM, sería propinarle otro golpe a la gobernanza y la estabilidad del RCM. Ya cerca de una docena de oficiales claves han renunciado o anunciado su intención de renunciar a las posiciones administrativas que ocupan en el RCM si Ríos regresa, creando un nuevo vacío de liderazgo en este recinto crucial para la UPR y Puerto Rico. Será una gran desgracia si estos  políticos impostores,  disfrazados de universitarios, se salen con la suya y siguen minando con la politiquería los cimientos del Recinto de Ciencias Médicas.

 

 

 

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