Encontrado en las Redes: Intempestiva a la hora de la cena

e.s. ortiz-gonzález

1. El animal que cocino no está ahí. No fue un animal producto de mi caza, sino producto de la especulación del capital. Al ser ausente, no me preocupa su sangre, excepto la que escapa del paquete, y se echa por el fregadero cuando se aboba la carne. Tampoco tengo que trozar, y el descarte es mínimo. Paso de lo crudo a lo cocido sin caza alguna. Sin ritual. Sin ofrenda a dioses.

Sin embargo, devengo animal.

2. En mi mesa está el plato con la carne. Con el arroz, las habichuelas. Tenedor, cuchillo. Cuchara. Ser civilizado es vivir desde la mimesis del animal. El tenedor, la cuchilla, la cuchara, no sólo son sustitutos del animal depredador. Son correcciones humanas a lo animal, son suplementos que corrigen el animal de nuestro animal, suplen su falta y la nuestra. Con esto quiero decir que el tenedor, el cuchillo y la cuchara son más todavía que la garra. Suplen el animal del animal, y por consiguiente, suplen lo humano como carencia animal de lo animal.

3. En el restaurante renunciamos al resto, la carne que todavía queda presa entre los huesos. En la casa, y sobretodo cuando estamos solos, el animal urge morder el hueso, maximizar el consumo de la carne, en este caso, cocida. No muy diferente al leopardo que trepa la caza a la rama más alta del árbol, del pájaro que impala su presa en la rama, para comer ahora y guardar para después. En ese después hay una cocción en la carne que se cura bajo el sol, o la sombra. Ah, pero el fuego. No es exclusiva nuestra, simios han logrado el fuego, y han cocinado. Pero hay algo en el fuego y la actividad humana que precisa subrayarse.

4. La luz eléctrica está donde nos iluminaba el jacho, el fogón, el quinqué. Cuando cocino, abro las puertas para que escape el humo. Pero entonces estoy pendiente al delincuente o al ratón que aprovecha la oscuridad iluminada, y quiera entrar a la casa, al estilo para combatir el tiempo, como diría Lezama. Mi casa es la tesis y antítesis de la naturaleza. Se establece al oponerse a ella. Deviene, así como un niño deviene en caballo. La arquitectura es más viva de lo que queremos pensar.

5. Suplir, suplemento, suplicio. Eso que suple sufre de la más terrible carencia.

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