¿Es posible una paz duradera en Colombia?

 

 

Especial para CLARIDAD

 

Entrevistas con la delegación del gobierno colombiano 

El pasado 10 de marzo del 2023 se celebró la culminación del segundo ciclo de la Mesa de Diálogos de Paz entre el Gobierno de la República de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en la ciudad de México. A pesar de los grandes avances alcanzados – que incluyen entre varios acuerdos, unos que buscan democratizar el proceso de paz, atender situaciones humanitarias urgentes, e implementar una pedagogía para la paz – fueron todos opacados por recientes hostilidades entre las Fuerzas Militares Colombianas y el ELN, produciendo así una serie de reuniones de emergencia entre ambas partes. El panorama provocó varias reacciones agresivas de parte de partidos políticos de derecha, como de medios corporativos colombianos, que buscaban desacreditar el proceso de paz. A pesar de estos episodios, ambas partes de la Mesa han anunciado su anhelo de paz y su disposición a seguir dialogando en el tercer ciclo de diálogos próximo a celebrarse en la Habana, Cuba a partir del 2 de mayo del 2023. Ante esta nueva etapa de diálogos, y con ansias de que las voces de la paz sean escuchadas, Claridad – Puerto Rico se enorgullece de presentarles 5 entrevistas exclusivas de constructores de paz recogidas durante el segundo ciclo de diálogos en la Ciudad de México. En una reciente edición pudieron leer las declaraciones el Comandante Aureliano Carbonell, segundo en mando de la delegación de paz del ELN. En este artículo leerán cinco entrevistas de negociadores del gobierno que incluyen (1) la licenciada Olga Silva, abogada de derechos humanos, (2) Carlos Rosero, antropólogo y activista del movimiento negro; (3) Nigeria Rentería, abogada y defensora de minorías étnicas; (4) Rosmery Quintero, representante de empresas pequeñas; y (5) Álvaro Matallana, profesor y coronel retirado de las Fuerzas Armadas Colombianas (FAC).

 

 

Olga Silva- abogada defensora de los derechos humanos

Jenaro Abraham:¿Me podría hablar un poco de usted y de paso describir su trasfondo como defensora de los derechos humanos en Colombia?

Olga Silva: Yo soy abogada, defensora de formación profesional (…) y mi proyecto de vida y profesional se ha desarrollado en el marco de la defensa de los derechos humanos en Colombia. Llevo más de 20 años trabajando como defensora de derechos humanos y en ese trabajo he podido tener la posibilidad de (ver) esa Colombia profunda que ha vivido no solo la tragedia de la guerra sino también la tragedia del abandono estatal de lo que llamamos la violencia estructural, de la pobreza de la desigualdad, de la discriminación, del racismo, y creo que eso es lo que más me ha formado y me ha convencido de la importancia de ser una defensora de derechos Humanos en Colombia.

J. A.¿Cómo llegó a este proceso de paz como delegada del gobierno?

Bueno, yo te tengo que decir que soy de las que consideran que quienes (…) hemos trabajado – que somos muchos y muchas mujeres que hemos trabajado en la defensa de los derechos humanos en un país como Colombia en donde ser defensora o defensor de los derechos humanos se vuelve una actividad de alto riesgo porque son miles de hombres y mujeres defensores de derechos humanos asesinados, desaparecidos, amenazados, desplazados – no es fácil. Pero quienes hacemos (esto) tenemos un anhelo de paz, porque consideramos que el camino es la paz. Pero la paz en un sentido positivo, una paz que efectivamente nos permita a todos los colombianos y colombianas tener una vida digna. Un país que nos permita incluirnos a todos y todas en este trabajo que he hecho por más de 20 años, creo yo. Es lo que hoy me tiene en este proceso de negociación con la última guerrilla (…) en Colombia que es el Ejecito Nacional de Liberación Nacional (ELN). (…) Creo que mi experiencia como defensora de derechos humanos, mi experiencia de trabajo en territorios donde el conflicto armado se ha agudizado y ha tenido una trascendencia en la vida de las comunidades, pero también mi experiencia en algunos temas con los derechos relacionados con los campesinos, de las mujeres, niños y niñas, hace que el presidente me llamara para hacer parte de esta delegación del gobierno. Me anticipo a decir que es una delegación diversa, plural en la que estamos diferentes personas que hacemos parte de expresiones sectoriales distintas y diversas y es un modelo de delegación inédita que demanda muchos retos. Resulta muy audaz e interesante frente a la apuesta de construir paz en un país tan diverso como Colombia.

J.A.¿Ha participado en procesos de paz anteriores a estas? ¿En qué se diferencia este a los demás?

Bueno, no he participado en procesos de paz anteriores. Esta es la primera vez que participo en un proceso de paz como negociadora, como parte de una delegación, en este caso del gobierno. (…) He estado cercana por supuesto a los procesos de paz anteriores, especialmente al proceso de paz que se llevó con la guerrilla de las FARC-EP, en mi condición de defensora de derechos humanos, por supuesto. No tuve una participación directa, pero (he estado) muy atenta a este proceso. Por mi condición de defensora, he acompañado a comunidades y organizaciones territoriales que tienen justamente un anhelo de paz (…), de construir paz en los territorios (…).

(En cuanto a las diferencias), yo creo que si hay unas diferencias. Este proceso de negociación con el ELN, lo vuelve inédito, por varias razones. La primera es que es una negociación en el marco de un gobierno progresista, de un gobierno que desde la campaña presidencial se acogió a las reivindicaciones sociales y del movimiento de derechos humanos. Es decir que construyo su plataforma programática tomando en cuenta las problemáticas, las reivindicaciones las exigencias que ha venido haciendo el movimiento social y de derechos humanos de gobiernos anteriores. Es un gobierno que tiene aperturas, que está planteando la posibilidad de construir una paz total, una paz integral, una paz que tenga sostenibilidad y que sea duradera. Entonces, eso creo que lo hace diferente. Pero también creo que lo hace diferente (…) el modelo de negociación que ha planteado también el ELN en la mesa y que fue acogido por la mesa. Es decir, por las dos delegaciones y es (1) construir sobre lo construido; e (2) (…) implementar lo acordado. Creo que eso es inédito y es un gran reto también para el Estado Colombiano. (…) Y un tercer elemento que lo hace inédito este proceso es también la conformación que hizo el presidente Petro al designar a cada uno de sus delegados. Para esta mesa de negociación, (se) delegó (esta tarea a) unas personas que venimos o procedemos de diferentes expresiones sociales, políticas (…) y gremiales. Entonces, creo que es una delegación totalmente plural, diversa y que está ligada directamente a estos temas de cómo construir paz en medio de esa diversidad. Es un gran reto. La misma delegación, los mismos debates que se dan al interior de la delegación son todo un reto porque ponen a jugar posturas y reflexiones de mundos distintos de posibilidades y de enfoques distintos. Ese es el gran reto y creo que poquito a poco lo estamos construyendo y se construye en la práctica. Pero yo si parto de que hay una buena fe y la convicción que cada uno de los miembros (quiere superar la guerra.

J.A.El tema de los falsos positivos sigue muy latente en la discusión de la paz. ¿Nos podría explicar en qué consiste el concepto de “falso positivo” en el contexto del conflicto armado colombiano?

O. S. Bueno, voy a hacer referencia primero que ese término de “falso positivo” se acotó para referirse a los hechos reiterados, sistemáticos que se dieron pues desde hace muchos años, pero que se incrementaron en el periodo del 2002 al periodo 2008 y estaban referidos a lo que en el derecho internacional se denomina ejecuciones extrajudiciales. Es decir, que en Colombia como se vio que asesinaban campesinos o jóvenes de los barrios marginales en este caso (por) agentes del Estado de la fuerza pública – bien sea ejercito o policía Nacional – y luego eran presentados como bajas en combates como resultados operacionales de guerra. Entonces, así fue como se fue acotando el termino de “falsos positivos”.

Pero también tengo que decir que se ha acotado para estos casos donde se le realizan montajes judiciales a lideres y lideresas sociales defensores y defensoras de derechos humanos – montajes (…) que no están sustentados en evidencias ni pruebas contundentes pero que mientras se da todo el trámite puede pasar líder y lideresa, defensor o defensora de derechos humanos privados de su libertad por más de dos años y luego se da el fallo a favor, absolviéndolos. Entonces, a eso es lo que llamamos falso positivo, pero que efectivamente las entidades del estado (…) lo muestran como resultados de su gestión, operacionales tratándose de Policía o ejército. Es decir (la) fuerza pública que presenta resultados a como ha avanzado al punto de combatir la criminalidad. Pero pues, desafortunadamente en Colombia se da una historia de estigmatización, de señalamiento, de persecución y judicialización a quienes piensan diferentes al régimen. Pero en este caso, sabemos que con el acenso al poder de un gobierno progresista estas prácticas tienen que disminuir. O sea, no pueden presentarse porque es un gobierno distinto, un gobierno que reconoce también la importancia de disentir, la importancia de que efectivamente es en el disenso que se puede construir también la posibilidad de paz en este país.

 J. A. Hace un tiempo atrás, el país y la comunidad internacional comenzó a conocerla por las denuncias que hizo a un subteniente del ejército que había abusado sexualmente de dos menores de edad de 13 y 14 años. ¿Nos podría narrar algo de ese caso y que lecciones te ha dado esa experiencia trágica para afrontar procesos como los actuales diálogos de paz?

 O. S.Bueno, yo tengo que empezar diciendo que efectivamente en Colombia una de las poblaciones más vulnerables – y que ha sufrido el impacto y no solamente de la confrontación armada, (…)  sino de la violencia estructural – la han sufrido las niñas, los niños, los jóvenes y las mujeres. Han sufrido el impacto de manera desproporcionada de acuerdo con la corte constitucional y este fue uno de los casos que lo han padecido en Colombia (…) los niños y las niñas. Es un caso muy desgarrador, en efecto. Ocurrió en octubre del 2010 donde un subteniente del ejército que comandaba una patrulla del ejército en zona rural del departamento de Arauca – también un departamento que ha sufrido los embates de la confrontación armada, del conflicto armado, pero también, del conflicto social, político. (…) llegó a la casa de tres niños de zona rural y cometió (un) aberrante crimen, (uno) que consideramos es un crimen de lesa humanidad. (Para) quienes acompañamos este caso, es un crimen doloroso que muestra efectivamente lo que ha significado también el vivir en territorios militarizados. En vivir en territorios donde lo que predomina es la autoridad de los grupos armados y esto tenemos que decir que es muy lamentable porque fue la fuerza del Estado, la fuerza pública (…) quien cometió este crimen. Fue un caso muy complejo, muy doloroso, no solamente por la magnitud del crimen – fueron tres niños violentados y asesinados, precedidos por la violencia sexual en contra de una niña de trece años que es sobreviviente – pero además porque puso en el escenario (…) que no es un caso aislado. Estos casos siguen pasando, en este caso, la preocupación que teníamos y que tuvimos siempre es que estos tipos de comportamientos son repetitivos y que en ese momento el ejército o la fuerza pública no tenía ningún miramiento de incorporar a personas que tenían este tipo de comportamiento. Ni siquiera los disciplinaban. No había ningún interés por disciplinarlos. Fue un caso muy complejo. En medio del caso hubo amenazas, el asesinato de la juez que dirigía el proceso, amenazas a los abogados que representábamos a las víctimas, amenazas a los testigos… Bueno, fue un caso complejo pero este tipo de situaciones se presentan muchas veces en los casos que hay responsabilidades de agentes del Estado.

J.A: ¿Qué lecciones te han dado estas experiencias trágicas para enfrentar procesos como estos diálogos de paz?

O.S: Bueno, nunca lo había pensado en termino de lecciones, pero ¿qué aprendizajes me dejó? El primero es la importancia de (…) reconocer la realidad que sufren los niños y niñas en un país en donde la confrontación armada y la violencia estructural es el pan de cada día. Estos niños tengo que decirlo tenían que caminar por lo menos hora y media para llegar a la escuela… En el pleno siglo XXI, hora y media para poder llegar a su escuela rural, pero a de más que vivían en unas condiciones de indignidad y de empobrecimiento muy fuertes, atravesadas por situaciones de violencia intrafamiliar. O sea, la lección aprendida es que todavía tenemos una deuda muy grande en dignificar la vida de los niños y niñas de Colombia. Otra lección es que ser defensor de derechos humanos en un país como Colombia es difícil. Realmente se corre un riesgo muy alto, pero que también es importante hacer este ejercicio de la defensa de los derechos humanos y seguir exigiendo garantías para poderlo realizar, porque la defensa de los derechos humanos no se hace únicamente en un escenario de litigio, sino en los escenarios cotidianos. Hay muchos campesinos, campesinas, que son defensores de derechos humanos, lideres indígenas, lideres afros. Hacen esta labor de derechos humanos y la hacen sin ningún tipo de garantías. (…) Han corrido la trágica suerte de ser amenazados, desaparecidos, asesinados. Entonces, como tener más la comprensión de que significado en Colombia defender la vida, la dignidad, la libertad, en general los derechos humanos; pero creo también que es una tarea muy loable altruista y que hay que seguir haciéndola.

J.A: Su trayectoria como penalista y defensora de derechos humanos la ha llevado a ser testigo de algunas de las injusticias más viles del conflicto armado colombiano como bien lo describiste ahora. ¿Cómo logras procesar estas injusticias, sin sentir el agobio, la tristeza y la rabia constante?

O.S: Yo creo que el agobio, la tristeza y la indignación siempre se sienten, pero creo que lo que le permite a uno superar (eso) es la convicción de que hay que seguir haciendo este trabajo y que hay que sobre todo mantener la esperanza  de que esto puede cambiar, de que es necesario avanzar hacia esas transformaciones que hay que hacer y que un escenario como la mesa de negociación que se ha establecido con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) pueda ser una oportunidad para hacer cambios estructurales que nos lleven realmente (…) a cambios reales en los territorios en esa Colombia profunda que anhela la paz.

J.A: Veo muchos sectores de la sociedad colombiana representados en estos diálogos. También veo un interés del gobierno en democratizar este proceso y llevar estas discusiones a los territorios con la meta que se dé un cese al fuego permanente bilateral con miras a que se dé una paz duradera. ¿A qué sectores le hace falta participar de este dialogo?

O.S: Bueno yo creo que este escenario que se mantiene con el Ejército de Liberación Nacional se fundamenta también en una agenda que tiene como la participación. Ese es el eje de los tres primeros puntos de la agenda. Es el corazón. (…) Los sectores la delegación del gobierno es diversa pero no está representando (todos) los diferentes sectores sociales. Venimos de (…) expresiones sociales diversas, pero no estamos representado a los diferentes sectores sociales. (…) Eso se va a dar justo cuando se habrá todo el escenario de participación en este segundo ciclo que estamos adelantando en México. Uno de los temas que estamos adelantando (…) es la participación para poder avanzar (…) las propuestas que han hecho los diferentes grupos sociales, mujeres, jóvenes. (…) Es muy importante escuchar la voz de los jóvenes, pero también de los niños y las niñas que tienen mucho que decir. Entonces, creo que, si hay una conciencia en las dos partes de la mesa en que efectivamente este escenario de participación de apertura tiene que ser lo más incluyente, lo más plural, poder dialogar entre los diferentes (sectores). Es decir, entre quienes tenemos una mirada de país distinto pero que tenemos que conciliar y llegar a un punto común, esperamos que realmente no le falte ningún sector. Quizás en la conformación de la delegación puede haber ausencia de algunas expresiones, por ejemplo, las mujeres han señalado el valor de la paridad que hay en la mesa, pero que falta el poder feminista. El movimiento feminista como tal (no está) representado. Dicho eso, el mensaje que les hemos dado es que el escenario que se va a abrir para la participación, es ahí donde se oirán todas las voces y de los diferentes sectores que tiene que surgir, que tienen que aparecer, porque (…) la mayoría de los delegados del gobierno no (…) representamos a ningún sector. Estamos a título personal con una experiencia, con un acumulado. Esas voces de los sectores, de los territorios, están planteadas para escucharse y plantear con ellas escenarios distintos.

J.A: ¿En qué subcomisiones participas? ¿cómo valoras el desenvolvimiento de los delegados del ELN en estas comisiones?

O.S: En el primer ciclo estuve trabajando el subcomisión humanitaria para el tema de definir e identificar la ruta de como avanzar hacia alivios humanitarios entendidos como medidas de emergencias para superar crisis humanitarias en territorios pero también en población carcelaria, con la posibilidad de ver esos alivios como un camino para poder superar situaciones estructurales, entonces he estado trabajando en ese tema y bueno espero participar, hacer parte de la subcomisión de participación  que se va abordar en el segundo ciclo. Esas son como, las que he participado. Es en la humanitaria y cuando trabajamos en plenarias que uno reconoce en el interlocutor que tiene al lado de la mesa: un interlocutor que tiene experiencia en estos procesos de negociación. El ELN ya lleva varios procesos de negociación con diferentes gobiernos, yo advierto una voluntad genuina de poder avanzar hacia unos procesos de construcción de paz. Claro no una paz “exprés”, no una paz negativa es decir una paz fundamentada en el silencio de las armas. Si no, una paz fundamentada en lograr transformaciones sociales. (…) Yo parto de ese principio de buena fe y de esa voluntad genuina (…) que sí hay un interés por una solución negociada y política al conflicto armado colombiano y bueno.  El conflicto armado también está ligado al conflicto social, político, económico. Entonces, creo que el ELN es una guerrilla madura para avanzar hacia una paz verdadera, integral con justicia social.

 J.A: ¿Como defensora de derechos humanos, ¿cuáles quisieran que fueran los temas que más se abordaran en este proceso de paz y por qué?

O.S: Yo creo que hablar de una paz integral, de una paz con justicia social pasa por poder abordar temas de gran envergadura. Uno de ellos es efectivamente el tema del narcotráfico que ha permeado no solo al Estado, a las instituciones estatales, pero también a toda la sociedad y que por supuesto ha sido un motor para el conflicto armado, para la confrontación armada. Otro tema fundamental es poder avanzar hacia el desmonte del paramilitarismo en Colombia hoy se habla de estructuras criminales de alto impacto, bandas criminales en otros momentos. Pero creo que es importante también desmontar todo lo que fue esa estructura paramilitar que contribuyó a agudizar el conflicto, pero sobre todo esa violencia que llamamos nosotros como defensores de derechos humanos, esa violencia sociopolítica. Y bueno creo que hay un tema fundamental que tiene que ver con el modelo de desarrollo, con el modelo económico también que no es fácil, porque a veces se vuelve la línea roja, pero yo sí creo que aquí hay que avanzar hacia como logramos un país incluyente.

Te decía que hay muchos temas importantes en este proceso de paz, pero además que son relevantes para hacer la paz que queremos – y eso se plantea como una paz con cambio, una paz con transformaciones reales – otro tema fundamental es también el tema del cuidado de esa casa común que hemos llamado. (…) El cuidado del planeta es fundamental y eso pasa incluso por cuestionar cual es el modelo de desarrollo en términos de extractivismo.

J.A: Y ¿dónde crees que habrá atranques en este proceso en que temas se siente tensión entre el gobierno colombiano y el ELN obviamente estamos muy tempranos en el dialogo?

O.S: Yo creo que estamos en una etapa muy temprana y yo en lo personal aun no advierto esas líneas rojas. (…) Estamos avanzando en temas más complejos sobre la democracia que tenemos en Colombia, que nos llevan a pensar en cómo transformar esa democracia y en como avanzar de la democracia representativa liberal a una democracia más participativa y directa y que se logra a través de la participación real donde efectivamente los colombianos y colombianas sienten que sus propuestas están puestas ahí en la política pública. Esos son temas importantes. Yo creo que las líneas rojas se pueden dar en términos de los tiempos de que efectivamente se quiera una paz muy “express”. Creo que eso tiene que ver más con los ritmos de los procesos mismos, pero siento que vamos avanzando de manera adecuada.

J.A: ¿Y dónde crees que hay coincidencia entre ambas partes?

 O.S: Yo creo que la mayor coincidencia es que reconocemos el clamor que tiene las comunidades en los territorios que se pueda avanzar en una paz con transformaciones sociales.

J.A: ¿Y qué salida le ves a este proceso? ¿Es posible una paz duradera?

O.S: Yo creo que quienes estamos acá en este proceso como parte de una delegación sí creemos que la paz tiene que ser duradera. De lo contrario. no se puede hablar de paz. Pero (para lograr) una paz duradera (toca) pasa por (…) cambios estructurales en esas situaciones que han llevado a la destrucción, a la discriminación, al racismo – los procesos han llevado a lo que ha generado, lo que hemos llamado las causas del conflicto armado colombiano.

Carlos Rosero- Activista del movimiento negro

J.A: ¿Me podrías hablar un poco de usted y de pasado escribir su trasfondo como líder de comunidades negras y afrodescendientes en Colombia?

C.R: Me llamo Carlos Rosero. Nací en Buenaventura, Colombia. Soy activista del movimiento negro desde 1989. Tengo experiencia en temas relativos al desarrollo, a la participación, al reconocimiento de derechos territoriales. He estado involucrado en algunas cosas que creo que son relevantes como el reconocimiento de la gente negra en Colombia, la conferencia la tercera conferencia mundial en contra del racismo, y más recientemente en el movimiento que llevó consideraciones étnicas al acuerdo de paz. Alguna vez estudié antropología. Tristemente no ejercí. Me gusta más ser activista. Eso me da cierta libertad para algunas cosas. Estoy involucrado en temas de paz. Inicialmente trabajé con comunidades que eran víctimas del desplazamiento forzado interno. Trabajé para evitar que fueran desplazadas (…) y operábamos un sistema de alertas tempranas. En esa circunstancia (…) en los territorios, (…) la gente negra tenía una conexión con los temas del conflicto armado. La guerra se desarrolla en los territorios de la gente negra, indígena, y campesina. Entonces, en esa dinámica, una cosa llevó a la otra y terminé trabajando temas de derechos colectivos y por mucho tiempo temas de afectaciones por el conflicto. Creo que a partir del año 1998, y ya manera más concreta, (trabajé) temas de paz en el proceso del Caguán. Eso es lo que soy y bueno, una parte de lo que he hecho.

En cuanto al movimiento negro, yo llegué primero tangencialmente a cosas del movimiento trabajando con jóvenes o campesinos y me involucraron más directamente en el proceso a finales de los 80s.  A comienzos de los 90s, que (fue durante) la constituyente en Colombia que dio origen a la constitución del 1991, trabajamos en el artículo 50 que reconoce algunos de los derechos de la gente negra y sus territorios, la identidad, y la participación. Luego de eso estuvimos trabajando en la reglamentación de esa Ley que es la ley 70, que hasta ahora no se ha reglamentado totalmente. Ha avanzado fundamentalmente la parte territorial y algunos otros asuntos, pero hay muchos capítulos que están sin reglamentar y estuve en ese tema por años. Luego nos involucramos en la incidencia en las naciones unidas con compañeros y compañeras y finalmente eso nos llevó a temas de racismo y la conexión (que aguardan) con las guerras, pero también con los derechos colectivos, los derechos al desarrollo, los derechos al ambiente sano, y eso que se conoce como racismo ambiental. Entonces, intentamos tener una perspectiva amplia de la gente negra en la que combinas derechos colectivos, pero también derecho a la igualdad.

 

J.A: ¿Cómo llegó a este proceso de paz como delegado del gobierno?

C R: Realmente yo no sé eso. Un día me llamaron para decirme que me invitan a participar como delegado y así fue como paso. Creo que como ahí (hay) otra pregunta. Digamos, la participación de nosotros es personal. (…) Se reconocen las trayectorias (de los delegados) sí, pero digamos a mí ni el compás, que es una articulación de la que yo hago parte, ni el PCN, que es la organización de la que participo del año 93, ni la comisión étnica se reunieron para decir “Carlos es el que nos va a representar ahí.” A mí me invitó el gobierno en lo personal. En lo político, yo sigo teniendo una conexión con estas expresiones del movimiento, pero yo no estoy en la mesa como representante de ello. Yo represento al gobierno y ya dentro de lo que haya que discutir y hacer ya mantengo mi perspectiva de lo que he aprendido, de lo que soy, de las cosas, (y de lo) que significan para mí. Y creo que en esa situación estamos varios dentro de la delegación del gobierno. Las organizaciones de las que participamos la tienen claro (…) porque algo que es un convencimiento de los pueblos es que ni el gobierno ni en este caso el ELN nos representan. Nosotros nos representamos solos. Nos representamos y actuamos desde la autonomía que tenemos como pueblo. A que yo esté ahí, es una circunstancia simplemente. Eso no significa que el movimiento negro está representado en la mesa de negociaciones (…). Una persona que tiene vínculo con el movimiento negro, con la comisión étnica, puede construir unas cosas y creemos que eso que hemos construido (el capítulo étnico) es un acuerdo humanitario que está al servicio de este momento, porque son parte de los aprendizajes y de las cosas que estamos absolutamente convencidos de que le sirven al país. Es una perspectiva de sociedad que reconoce la sociedad étnica que hemos (experimentado) el conflicto. Pero también cosas que están en el tiempo lejano, como el racismo, la esclavización, también encuentran una manera de actuar dentro del conflicto armado colombiano. (…) Tenemos una historia y la historia nos coloca aquí. Intentar entre todos dar un paso que permita cerrar el ciclo de la confrontación armada en Colombia, porque no estamos condenadas a la eternidad de la guerra. Ese no es el designio, ese no es el mandato y deberemos cortarlo para que las siguientes generaciones colombianos intenten un camino totalmente distinto.

J.A: ¿Ha participado en procesos de paz anteriores a este? ¿En qué se diferencia este proceso a otros procesos de paz?

C.R: Nosotros tuvimos algún involucramiento como comisión étnica en el proceso de paz con las FARC. Participamos en muchos de los foros que se convocaron para discutir los diferentes temas. Tangencialmente, estuve cerca de compañeros míos que participaron en el proceso del Caguán. Cuando había que ir yo no pude.

Hay algunas cosas evidentes en las diferencias. Una de ellas es la regla de la negociación en el caso de las FARC (2016). Nada está acordado hasta que todo no este acordado, y en ese caso la implementación empezó a partir de la firma de los acuerdos. Este proceso tiene una regla distinta es que se vaya haciendo acuerdo que se cumpla. Entonces, esa regla tiene unas exigencias diferentes. Eso creo va a marcar una diferencia sustancial (entre este proceso de paz con el ELN y la de las FARC en el 2016). Más que saber las diferencias, hay una pista en la cabeza de las cosas que ya pasaron y que no deberían repetirse. Creo que esa pista es parte de lo que va a servir, no para marcar la diferencia, sino para fundamentalmente permitir que esto (el proceso de paz) fluya de una mejor manera. Yo tengo la perspectiva básica. En los pueblos entonces ahí hay algunas cosas que pasaron y que no deberían volver a pasar. Una de ellas es que la institución no se adecuó definitivamente en el caso de las FARC para cumplir con los acuerdos. Si eso vuelve a pasar en este proceso con el ELN es como no haber aprovechado la oportunidad para aprender de la propia historia. Entonces, yo lo que sé es que cada proceso tiene sus singularidades. Son tiempos distintos. Son organizaciones distintas. Y fundamentalmente, este es un gobierno distinto a gobiernos (anteriores). Quizás nosotros tenemos una apertura diferente para encarar este tipo de cosas, pero finalmente, los resultados van a depender de la propia dinámica no tanto de los que se quiera. Van a ser las circunstancias que lleven este carro y ojala lo lleven en la dirección más acertada.

J.A: Pues veo muchos de los sectores de la sociedad colombiana representada en estos diálogos. También veo un interés del gobierno de democratizar estos procesos de una forma u otra y llevar estas discusiones a los territorios, y que se dé un cese al fuego permanente, con miras a que se dé una paz duradera ¿a qué sectores le hace falta participar de estos diálogos?

C.R: Yo diría que la delegación de este gobierno es más diversa. Como te dije ahora muchos de los que estamos ahí, que hacemos parte de esa diversidad (…) sabemos que (el proceso de paz) tiene que ser uno (…) abierto participativo. Hay por lo menos tres pistas para la participación que son regional, temática y sectorial. Y ahí necesariamente tocará abrirse calle mucha gente. Una de las características de la delegación del gobierno es que es una delegación paritaria. Es un mensaje importante. Y también es una delegación en la que hay gente negra, indígena y eso también es un mensaje importante. (…) Que sea más variado de lo que (es) va a ser difícil, pero en la lógica de la participación para discutir los temas para avanzar pues va a ser abierto a todo el mundo. Intentaremos que la participación sea útil. Una de las cosas que a nosotros nos pareció como chueca en el proceso de FARC, es que se invirtió mucha plata ¿para que? Para hacer muchos eventos y los resultados de esas reuniones la mesa no las discutió como mesa. Eran informes que entregaron y cada delegación. (La mesa) los utilizó a su manera, y no hubo una discusión conjunta (…). En el caso de los grupos étnicos pues la regla de participación tiene que ser mucho más específica porque son los pueblos que tienen mandatos de participación reconocidos en la constitución, en las leyes, y hay que también responder a eso. Y pues, esta la experiencia en el capítulo étnico, eso es como una parte del horizonte que hemos mejorado. Se espera que en el caso de los temas étnicos que no entren a última hora y que cuando discutan pueda haber pueda discusión a tres bandas, ¿no? Entre voceros de los pueblos, la delegación del gobierno y la delegación del ELN.

J.A: Usted participa y lidera varias iniciativas del lado pacifico de Colombia y en el Cauca en donde se ven ciertas dinámicas y problemáticas recurrentes del conflicto armado. ¿Cuáles son esas dinámicas y cómo se diferencian esa dinámicas por región?

C.R: Pues yo creo que eso en general la lucha de los pueblos en este país tiene las mismas consignas a nivel nacional. Básicamente tienen que ver con la defensa los derechos territoriales que eso incluye el ambiente, la defensa de la participación que incluye el ejercicio propio del gobierno, del derecho al desarrollo incluyendo el derecho en el marco del desarrollo en las aspiraciones culturales, el derecho a la identidad y en ese marco hay muchos que exigen.

 

En el norte del Cauca ha habido en los últimos años una pelea dura con empresas mineras. En el caso del pacifico, hay un momento en el que las peleas han sido con empresa madereras. En ambos casos hay iniciativas que buscan proteger a las comunidades del desplazamiento. En el marco del conflicto armado interno, los impactos son la ampliación de los cultivos ilícitos en los territorios. Entonces tenemos más o menos la misma consigna pero cada territorio marca la particularidad y creo que eso en el caso de los indígenas es más o menos lo mismo el territorio: identidad, autonomía, gobierno propio y en esas pistas uno se va moviendo. (…) Para todos, el tema de la paz (requiere el) desmonte del paramilitarismo, la negociación política. Pero igual, el acuerdo humanitario es una expresión de la pelea que nosotros damos por una paz que sea estable, que sea duradera, que permita que la gente permanezca en los territorios, pero también que nos permita el derecho a vivir en dignidad a todos y a todas. Hay un paraguas más o menos parecidos. Hay diferencias en algunos aspectos de la realidad. Pero al final, hay unas consignas en las cuales nosotros nos movemos como aspiración.

J.A: Al leer varios reportajes de usted en la prensa, veo que tiene una mirada crítica sobre los procesos de paz y de cómo se han dado en el pasado. Para usted, como líder de comunidades negras en todo Colombia, ¿qué retos y desafíos ves en este proceso de paz para las comunidades negras? Y a tu entender, como líder social, ¿qué le hace falta a este proceso de paz?

C.R: En principio yo creo que el reto de acordar y cumplir es un desafío muy largo. En principio, es más sencillo acordar y luego cumplir. Pero acordar y cumplir al mismo tiempo es una cosa desafiante por llamarla de alguna manera que va a significar una de las barreras creo que difíciles de superar porque creo que toda la historia de Colombia es una larga cultura de no cumplir y de forma particular nosotros mismos somos el testimonio de esa cultura de la trampa. Bolívar hizo un acuerdo (…), la independencia se logró. Pero eso no significo la libertad de mayoría de nosotros. Le cito solo ese ejemplo, pero (…) parte de las dificultades que hay en este momento con el acuerdo de paz tienen que ver con (…) esa larga tradición de no cumplir, de hacer trampa, de fiar y no pagar. (…) Es un desafío enorme el hecho de que con esta negociación tenga como espejo – no porque haya que compararla sino por qué pasó como un hecho histórico – procesos anteriores. Y aprendemos de lo que hacemos pero también de lo que hicieron otros entonces. Por eso el ELN va avanzando en estas conversas pero la FARC ya tránsito por ahí uno mira y dice “claro… ¿cómo vamos a cumplir si el otro tiene déficit en la implementación y esto está negociando con nosotros?” Concretamos una cosa distinta pero el riesgo puede ser de que pase lo mismo. Tenemos que trabajar mucho el gobierno por resolver esa enorme dificultad para cortar ese hilo histórico de hacer acuerdos que no se cumplen. Y el otro desafío es que pues cumplir implica unos recursos que no son abundantes en este tiempo. Y bueno, habrá que trabajar en eso. La participación es algo que tendremos que diseñar para que sea útil, para que sea efectiva, para que empodere a la gente, para que recoja lo que la gente expresa. El otro rollo que creo que es importante de ser señalado es que la paz política es necesario. Pero se necesitan entornos económicos solidos que acojan a la gente que vendrán a la vida política. Que no viven del humo. (…) Los territorios en los que ellos están requieren una serie de transformaciones y todos estos son asuntos que tendremos que abordar de manera creativa (para) (…) no repetir historias que ya conocemos.

J.A: Y ¿qué significa este proceso de paz para las comunidades afrodescendientes en Colombia?

C.R: Yo creo que en general para mucha gente es como la posibilidad de allanar un poco más el camino, de cortar con esta locura. Yo pienso en mis hijos. Un padre que ha sido desplazado con una madre y una abuela que fueron desplazadas son… y no he preguntado si mis bisabuelos fueron desplazados también. Pero entre mi madre, mi abuela y yo somo tres generaciones que ha sufrido los embates del conflicto. Y seguramente hay gente que son cuatro generaciones de una historia que no debemos legarles a nuestros hijos, a nuestros nietos. (…) Tenemos un país grande con luchas zonas y territorios distintos. Pero si uno se sitúa en el Cauca, hay comunidades que te mandan a decir: “necesitamos hablar contigo, pero no pueden venir porque es peligroso ir.” Entonces, tenemos un país, pero no lo podemos recorrer. (…)

Todos nosotros recordamos que cuando terminó el proceso con las FARC en el 2016, hubo un respiro, y ese respiro se ha ido agotando en muchos territorios. (…) No estamos condenados a sufrir las inclemencias del conflicto armado colombiano, por cuatro o cinco generaciones más tendremos que parar esta locura. He intentado otros caminos para resolver las cosas. Uno resumiría diciendo necesitamos sacar las armas de la política e incluso, necesitamos sacar las armas de la vida cotidiana y necesitamos también cortar en este país la guerra con el racismo. La relación con el conflicto armado con el deterioro ambiental, con la perdida cultural de muchas comunidades, creo que ahí hay una herida profunda que necesitamos superar. Que deje de sangrar, para que se pueda curar. Creo que eso es lo que anima a este gobierno. Por eso dimos la pelea y por eso estamos haciendo este esfuerzo no solo con el ELN, sino un esfuerzo para generar condiciones que nos permitan cerrar este ciclo doloroso.

J.A: ¿En qué comisiones participas en estos momentos? ¿Y como valoras el desenvolvimiento del ELN en esas comisiones?

C.R: Yo ahora estoy en la subcomisión humanitaria. Ahí hemos hecho el trabajo de acordar unos alivios humanitarios y de hacer el primer esfuerzo de cumplir con esa regla. (…) Lo que podemos decir del ELN es que son gente comprometida con el trabajo en la negociación. Ha sido una relación respetuosa. Hemos avanzado en cosas que antes eran muy difíciles. Creo que hay una posibilidad enorme de empujar esta negociación. (…) Creo que lo importante es que hay compromiso y un ambiente de respeto. Tenemos diferencias pero por eso estamos sentados, porque hay diferencias, porque hay una confrontación que tiene muchos años, y partimos de que hay un compromiso de avanzar hacia resultados.

J.A: ¿Dónde crees que habrá tranques o tensiones en este proceso? ¿O donde sientes que puede haber en el futuro?

C.R: Yo todavía no he pensado en que puedan haber atranques. Yo creo que eso lo ira mostrando el tiempo. Hasta ahora, ha habido tensiones públicas por no atenerse a los procedimientos que hemos acordado. Y lo otro a decir es que uno sabe que hay sectores en el país que están dispuestos a darle candela a la mesa a la negociación. Pero bueno, eso es parte del ambiente político, nosotros nos hicimos elegir para cambiar esta historia. Ya estamos aquí. Hay que asumirse y lo vamos asumir. Lo estamos asumiendo. No es fácil. No aseguramos que no vayan haber errores, que no vayan haber dificultades. Pero tenemos la convicción de que hay que cerrar este capítulo y eso prevalece cualquier tranque como tu señalas. (…) Nosotros tenemos un mandato que ganamos el 19 de julio pasado que es el resultado de haber recorrido, no solo el país en la campaña, sino de haber recorrido una parte considerable de la historia y de este conflicto armado interno. Tenemos la convicción de que esto (la guerra) no puede continuar. Entonces, tenemos la disposición a superar las dificultades que se presenten en este camino que sean de la índole que sean.

J.A: ¿Dónde crees que hay grandes coincidencias entre ustedes y los compañeros del ELN?

C.R: El ELN es una de las ultimas guerrillas que quedan en Colombia seguramente en el continente y en el mundo. Entonces nosotros les reconocemos su motivación política y este gobierno tiene también una motivación política. Esa es una coincidencia. Sabemos que la salida negociada es la única posibilidad de resolver este cuento porque ya se han intentado los otros caminos. Creo que esas dos coincidencias nos abren la posibilidad. Este es un gobierno distinto, que tiene una comprensión diferente de la realidad del país. Hizo una apuesta por resolver el conflicto armado de manera dialogada. En la negociación tenemos un programa para el cambio y ese programa recoge algunas de las cosas por las que históricamente ha luchado el Ejército de Liberación Nacional y creo que es una oportunidad tanto para ellos como para nosotros. Vamos a ver qué pasa. Estamos abiertos para avanzar.

J.A: ¿Qué salida le ves a este proceso?  ¿Ves que es posible una paz duradera?

C.R: Creo que hay varias cosas. La primera creo que es posible la negociación. (La segunda es que) la paz duradera es una construcción mucho más compleja que la negociación. Más que decir que si es posible o no, nosotros estamos absolutamente convencidos de que no tenemos más camino que intentarlo. Por un lado está la negociación, pero por el otro lado se están generando las condiciones para que nuestra comunidad, nuestro pueblo, o el pueblo colombiano pueda gozar del conjunto de sus derechos económicos, sociales, culturales y sacarlas armas de la política. Ya van 60 años de que las armas han estado puestas en el ejercicio de la política y no resolvieron nada. Seguir haciendo lo mismo cuando los resultados nos golpean la cara…por lo menos debemos intentar (hacer algo distinto) y avanzar lo que más podamos en este gobierno, en la solución negociada no solo con ELN, sino con el resto de la gente con procesos que son distintos. Eso es lo que llamamos la paz total.

Nigeria Rentería abogada y líderesa de comunidades afrodescendientes

 

J.A: ¿Me podría hablar un poco de usted y de paso su trasfondo como abogada, líder de comunidades negras, afrodescendientes e indígenas en Colombia?

N.R: Sí, soy una mujer chocoana. (Choco) es justamente al occidente (de la) costa pacífica de Colombia y limitamos en este departamento con el océano pacífico y al norte con el océano atlántico. Precisamente eso tiene una connotación bastante importante porque se trata de un departamento que esta estratégicamente ubicado en Colombia. Es donde nací. Ese es mi departamento. Tiene muchas dificultades de conectividad. Ha sido un poco atrasado en relación a la situación nacional y ha estado muy permeado por el conflicto armado. Por más de 50-60 años (el conflicto armado) ha golpeado esa ubicación (…) También diría que soy abogada, especializada en contextos administrativos y tengo estudios también en ciencias políticas y liderazgos democráticos. El hecho de estar muy involucrada por más de 20 años en tema de justicia y directamente en mi comunidad me hace un referente tanto a nivel local (como nacional) donde me he desempeñado en diferentes roles como juez, como fiscal como procuradora defensora publica y defensora de indígenas y minorías étnicas. También fui delegada del gobierno de Juan Manuel Santos (…) en el proceso de paz con las FARC-EP en el 2013-2014, y de una u otra forma he estado muy ligada en los temas de región del pacifico colombiano. A nivel nacional también me he desempeñado como alta consejera para la equidad de la mujer. He estado también muy metida en la defensa de niños, niñas de Bienestar Familiar en temas de justicia, (…) temas étnicos, (…) temas de derechos, pero desde el área desde la institucionalidad, desde la justicia.

J.A: ¿Y cómo llegó a este proceso de paz como delegada del gobierno?

N.R: Para mí, fue un honor que el señor presidente pudiera considerar mi nombre  y lo acepté convencida de que vengo de una región que realmente necesita de que se entable la paz, en donde las comunidades puedan tener otro tipo de oportunidades. Esta designación – entiendo yo – que obedeció a esas ganas de diversificar la participación de todos los que estamos acá (en Colombia), que no somos homogéneas, que cada uno ha estado desempeñándose con unos roles particulares de diferentes sectores y eso enriquece (los diálogos de paz).

J.A: ¿Y cuál era su rol en el proceso de paz anterior con las FARC-EP?

N.R: Este proceso fue muy trascendental por que el señor presidente en ese momento – Juan Manuel Santos – consideró pertinente la participación directa de las mujeres como negociadoras. (Las mujeres negociadoras) llegamos con unos roles bastante establecidos en el sentido de que ya habían avanzado en los diálogos. Se estaba trabajando ya el tercer punto (de la agenda) y la idea fue poder revisar esta participación, como pudiéramos nosotras garantizar este enfoque de género. A consecuencia de los diálogos sobre los puntos, se creó una subcomisión de género con delegadas de las FARC y el gobierno de Colombia, con el apoyo de expertas internacionales en el tema y pudimos revisar estos acuerdos ya alcanzados hasta ese momento. (…) Esa experiencia fue bastante significativa porque abrió ese espacio a garantizar efectiva participación de las mujeres en los diálogos de paz.

J.A: ¿Y en qué se diferencia este proceso a los demás?

N.R: Bueno creería que en todo. Son dos actores totalmente diferentes. (…) Hay unas características singulares en esos momentos. Pensamos que nada está acordado hasta que todo este acordado. Ese era uno de los lemas y también los mecanismos de refrendación. (…) Aquí se está trabajando una agenda. (…) Ya quedara en este ciclo consolidada. Definirá una hoja de ruta (…) para la implementación (de los acuerdos). Entonces, creería yo que eso es diferente también. (…) Estamos organizando y generando confianza mutua. Entonces, en ese sentido podría decirse que cada uno tiene su forma de ser, de expresarse, de manifestarse a lo que considera debe ser este rumbo de la negociación, y eso tiene pues una marcación totalmente diferente. Somos muchos más los negociadores. Eso también es de resaltar teniendo en cuenta que posiblemente vamos a iniciar temas tan importantes como el de la participación. Aquí, el centro de atención en ese momento en (las negociaciones con) las FARC eran las víctimas. Realmente era necesario atender esa solicitud particular de la incidencia tan negativa en las victimas, en las vidas de ellas (…).

J.A: Veo a muchos sectores de la población colombiana representada en este dialogo. También veo un interés del gobierno de democratizar este proceso y llevar estas discusiones a los territorios con la meta que se dé un cese al fuego permanente, con miras de que se dé una paz duradera. ¿A qué sectores les hace falta participar de este dialogo?

N.R: Yo creo que uno nunca termina de representar todos los sectores, pero algo que si podría indicar es que el gobierno ha tenido ese especial cuidado de que esto fuera realmente amplio (con participación de los) sectores industriales, (…) los grupos étnicos afrodescendientes, los grupos indígenas, el sector de comunicaciones, sectores sociales, etc. En fin, creería yo que también ha tenido en cuenta defensores de derechos humanos en todos los ámbitos posibles. (…) Pero no podríamos decir que alcanza a representar absolutamente todas las visiones del pueblo colombiano, y en ese sentido, se resalta (…) la voluntad de todos y todas contribuir desde diferentes sectores (…). Y creo yo que con eso vamos a poder avanzar.

J.A: El jefe negociador Otty Patiño señaló una necesidad de tener presente  a la mujer en esos diálogos y la perspectiva de género en general. Al parecer, hay un numero casi parejo de personas que se identifican como hombre y mujer en la delegación. Este deseo del gobierno lograr la paridad de género en el dialogo se está cumpliendo. De la misma forma, la delegación del ELN se enorgullece de que su ejército cuenta con una representación formidable de mujeres, y de igual forma que el gobierno, el ELN cuenta con una delegación nutrida de mujeres en su delegación de paz. Ante esta similitud entre las partes, ¿en que se diferencia el acercamiento del ELN en la perspectiva de género al del gobierno? Y de tener diferencias en acercamiento en los asuntos de genero ¿de qué forma se pueden atender estas diferencias en los diálogos?

N.R: Bueno bastante interesante tu pregunta. Diríamos desde el sector nuestro en la delegación del gobierno, hay un tema paritario. Hay un número igualitario. Hay 16 integrantes, 8 de las cuales somos mujeres. Eso facilita mucho estar atentas a esta situación. Es decir, que podamos tener incidencia (no solo en asuntos de género, sino en) todos temas y discusiones importantes. (…) De parte del ELN también hemos visto en estos momentos que dentro de su equipo negociador están mujeres y que tienen también su propias potencialidades. Estas mujeres están muy prestas para trabajar. Sin embargo, ahora hemos estado concentrados en tener una agenda desde ya en la propuesta que ahí está el tema de tener el enfoque de género. (…)

J.A: ¿En qué subcomisiones participas y cómo va el desenvolvimiento del ELN?

N.R: Yo estoy interesada ahora en poder apoyar tema de participación. Una vez ya tengamos este tema de la agenda y con otros compañeros que van a estar en el tema de cese al fuego, me parece que es muy pertinente (…) apoyar los alivios humanitarios. (…) También he estado apoyando (…) la creación del grupo (…) de los países acompañantes e interesados en acompañar esta construcción (de paz con la) delegación del ELN. Entonces, creo que nuestro jefe negociador ha estado muy interesado en dinamizar (los) roles.

J.A: Usted corrió para el puesto de la gobernación de su querido Chocó, de donde es su familia y donde aguarda raíces profundas e intimas con su gente. Conociendo bien el territorio chocoano ¿por qué considera que las dinámicas que se dan en ese territorio son importantes en esos diálogos?

N.R: Pues te diría que lo más importante es ese departamento – que lo conozco muchísimo es una región que quiero mucho es una gente maravillosa – es que tiene grandes dificultades. Ha sido afectado enormemente en el marco del conflicto armado. Estamos hablando de que la Unidad de Victimas ha establecido que más de 90.000 mil personas son víctimas en el marco del conflicto armado en nuestro departamento. Es una cifra demasiado elevada y hoy por hoy tiene una apuesta y necesidad de que se de este dialogo y que cesen estas afectaciones en el territorio a fin de que puedan salir adelante. Inclusive, cosas tan sencillas como poder salir a hacer actividades de pan coger, de siembra, de pesca, de vivir la vida en paz… No están pidiendo más nada. Muchas veces son sencillas (los reclamos) por las muchas limitaciones que vive la gente. Pero el tema del conflicto limita un poco más las posibilidades (de construir paz) porque (la gente) no tiene el acceso adecuado a la salud, a la educación, al transporte para desarrollar su economía, y por el contrario, el conflicto perpetua más el tema de la pobreza extrema. Incluso, en casos que se encuentran allí, ahora este proceso ha generado una gran expectativa en el tema que la gente está muy interesada en tener una participación directa en los diálogos, de poder aportar con sus ideas como puede ser esa participación ciudadana, como puede contribuir para lograr la paz. Pero también haciendo el llamado de como los actores armados existentes en los territorios puedan realmente paralizar toda esta actividad que se ha venido desarrollando por años y que ha generado tanto dolor y ha impedido el desarrollo. Entonces, yo sí creo que allí vale la pena (incluir el territorio en este dialogo) porque es la radiografía de lo que viene pasando en los territorios afectados por el conflicto.

J.A: Y como defensora de los derechos de los negros, afrodescendientes, de las comunidades marginadas, ¿qué temas quisieras que se abordaran abordar en este proceso de paz?

N.R: No tendría el don de la oblicuidad, pero sería clave el tema del cese…Pero el cese al fuego no sería solo que se dejaran las armas, seria también para que lleguen al territorio las oportunidades, que el Estado volque su mirada hacia allá y desde ahí pueda estar haciendo acciones conjuntas en el tema de desarrollo y potencialidades de las comunidades. Por ejemplo, las mujeres quisieran mejorar sus técnicas, tendrían mayores oportunidades en la venta de sus artesanías. En el tema de los hombres poder realizar junto con ellos sembrado y así mismo comercializar sus productos, y que puedan tener acceso a la educación y de vivir tranquilo. Entonces, el tema de participación es muy importante porque todo este tipo de conflictividad ha impedido que las comunidades puedan participar como compete para definir quienes pueden ser sus mandatarios, para ayudarlos a salir de sus problemas y evitar los temas de corrupción. el tema de sometimiento y esa frustración que genera todo esto ahora este tema genera tanto interés y que realmente puedan avanzar en este proceso de paz.

J.A: ¿Dónde crees que habrá tranques en el proceso? ¿En que temas sientes que puede haber un poco de tensión?

N.R: Todos los puntos son tensionantes. Siento que, como todos los arranques, los más difíciles son el punto de inflexión donde puedan ponerse de acuerdo ambas partes para comenzar un camino. Así que creería que este ciclo tiene todas esas complicaciones, pero también tiene todas las posibilidades porque ambas partes vienen manifestando de manera reiterada su interés en sacar este tema que hoy nos atañe. Creo que hay un buen ambiente para trabajar y dar un buen resultado o por lo menos iniciar esta fase tan importante para el proceso.

J.A: ¿Dónde ves que hay grandes coincidencias en ambas partes?

N.R: Digamos que más que todo, la coincidencia de que podamos avanzar en este camino común, que dejemos de lado la violencia, y que se des-escale la violencia, se des-escale el conflicto y que se aumente (…) la participación ciudadana para mejorar las condiciones de  vida de los colombianos, y que todos nos reconciliemos y podamos estar en el mismo territorio, esos son los grandes coincidencias.

J.A: ¿Qué salidas le ves a este proceso? ¿Crees que es posible una paz verdadera?

 N.R: Yo sí creo. Yo creo que este es un momento de gran oportunidad con el ELN y eso hay que resaltarlo. Estamos con un gobierno progresista. El presidente Petro ha sido una persona muy enfática y dinámica de su propia procesión en lograr una paz verdadera, total. Y cuando sea una paz total, es decir que no es solo con un actor armado, ya que no se trata del ELN solamente. Es poder considerar los diferentes efectos de la conflictividad en nuestro país y que ha evitado en gran medida muchas veces el desarrollo de nuestras comunidades. Esta oportunidad no debe ser desaprovechada realmente por el ELN. Se estuvo hablando mucho de la posibilidad de un cambio de modelos de gobernanza y ese cambio está dándose. Entonces, muchas de las apuestas que se estaban pretendiendo que se pudieran tener con un gobierno diferente ahora ya no podrán ser excusas para vivir en un conflicto. También se entiende que eso automáticamente no llegaría y es necesario tener un cambio, un dialogo. Por eso ese dialogo es tan importante con el ELN que ha sido considerado un actor político y que ha estado alzado en armas más, pero también ha tenido un tinte político desde los comienzos de sus propios ideales. Pero también, (…) es necesario que los demás actores puedan estar con ese convencimiento porque no hay otro camino para lograr la paz que este dialogo.

J.A: Muchas gracias, Nigeria

Rosmery Quintero Microempresaria

J.A: ¿Me podría hablar un poco de usted y de paso describir su trasfondo con temas relacionados a las empresas y microempresas en Colombia?

R. Q: Si, me llamo Rosmery Quintero Castro. Soy una mujer feliz, orgullosa de ser caribe, madre de tres hermosas mujeres y me caracterizo por estar al servicio de los demás. Me fascina servir y en el tema empresarial basado en la experiencia de más de 36 años que llevo en el mundo gremial, ingrese muy jovencita al gremio donde he tenido la oportunidad de interactuar con empresarios de micro y pequeñas, medianas empresas a lo largo y ancho de Colombia e incluso a nivel internacional de los diferentes sectores productivos. Eso me ha dado realmente un conocimiento que lo he ido aterrizando a hechos muy concretos como lo son las políticas públicas diferenciales que mis últimos 9 años de vida profesional los he dedicado a cambio de esas políticas y que sean ajustadas a las necesidades de las mismas.

J.A: ¿Como llegó a este proceso de paz como delegada del gobierno?

R.Q: Pues fíjate que en la gestión que uno está realizando permanentemente existen personas que siempre te están observando. No tenía ni idea que la ministra de trabajo admira jucho lo que he venido realizando con el posicionamiento del gremio, el posicionamiento de la MIPINES como tejido o motor social del país y ella fue quien coloco mi hoja de vida al presidente de la República, para poder aportar a un proceso que es de gran importancia para el país.

J.A: ¿De qué forma a afectado la guerra las problemáticas de los pequeños comerciantes colombianos?

R. Q: A los pequeños, medianos, micros e incluso, las grandes empresas, estas guerras que ha tenido el país afecta en el sentido del punto de vista social. Uno no puede separar el mundo social de lo económico porque hay una relación directa, porque cualquier empresa que se monta en una ciudad o en un departamento tiene que partir de ciertas condiciones y una de las condiciones básicas es la seguridad. La otra es una certidumbre. También está el desarrollo progresivo de los territorios. Todas estas condiciones llevan a que las empresas puedan desarrollarse adecuadamente, y puedan generar empleos de una manera mucho más tranquila, de manera más digna y apropiada. Cualquier estructura de costos que se generen en impactos sociales – por ejemplo, el número de horas que se han presentado bloqueos durante los transcurrido de 2023, van en 2200 horas de bloqueo esas 2200 horas – si tú las llevas eso a una estructura de costos, son pérdidas económicas y también perdida en la productividad. En ese orden de ideas, estoy segura de que Colombia en una Paz Total, en una tranquilidad mayor, pudiéramos ser más productivos, generar mayores empleos, generar unos salarios mucho más dignos (…) y con eso generaríamos un desarrollo social (…).

J.A:  Como economista y líder de empresarios pequeños, medianos y microempresas ¿Cuáles serían los temas que más quisieras abordar o que abordaran en este proceso de paz y por qué?

R. Q: Primero, para aclararte, yo no soy economista de título. Sin embargo, por el recorrido que llevo si manejo temas económicos, y lo que no sé, tengo un equipo que me asesora. De los temas que me gustaría abordar, yo me propuse ser parte de la subcomisión que se monte en participación porque si hay algo que debe caracterizar este proceso es que las dos delegaciones hemos sido claros que el centro de este proceso de dialogo está precisamente en la ciudadanía, (…) para cerrar brechas sociales y para generar unas transformaciones que el país necesita. (…) Esas transformaciones tienen que ser las básicas. ¿En qué sentido? Las transformaciones básicas es tu como colombiano, como ciudadano, puedas contar con un nivel de educación que te lleve (…) a una movilidad social, que tu puedas mover en un sistema de transporte apropiado, que tengas las vías necesarias, que tengas un sistema de salud que atienda realmente tus necesidades… Estoy convencida que si eso – sumado a la presencia del Estado en territorios que históricamente han estado abandonados – (…) las transformaciones en otros temas vendrían como resultados de estas transformaciones básicas.

J.A: En procesos de paz anteriores, como el que se dio con las FARC-EP en el 2016, he sido testigo del fracaso de muchos proyectos productivos de los firmantes del acuerdo de paz. ¿Cuáles han sido los problemas mayores con el desarrollo de esos proyectos productivos y cómo podemos evitar que se repitan esos errores de procesos pasados con los actuales diálogos?

R.Q: Hay varios temas en los procesos anteriores de reincorporación a la vida civil. No son procesos fáciles. Cuando tu haz abandonado a tu familia, haz abandonado a tus amigos, tú tienes que comenzar casi que de cero, a retomar tu vida social, pero también tu vida productiva. He tenido la oportunidad de acompañar procesos productivos y (…) a montar empresas, tanto de manera individual como de manera asociativa, incluso con socios de diferentes grupos, tanto de víctimas como de victimarios. Se han dado procesos muy importantes. Algunos han fracasado con el tiempo, pero eso no tiene que ver con que sean reincorporados o no. Es que el sector empresarial es así. (…) Es más fácil que esa empresa desaparezca a los 5 años o antes. ¿Pero qué pasa? Hay una estigmatización que de una u otra manera te genera obstáculos, para montar una empresa. Tú también tienes que tener acceso a una serie de instrumentos muy importantes, entre ellos está la financiación y acompañamiento técnico. Tenemos en el país una institución que puede acompañar (a los reincorporados) como el SENA, las cámaras de Comercio, que pueden hacer un papel muy importante para que esas unidades productivas, que podamos implementar ahora en la fase posterior a un acuerdo. Puedan tener un mejor desempeño, y termino diciéndote que para que eso se dé el país tiene que pensar en unos ajustes en las políticas públicas que se adecuen a la realidad que tiene Colombia. Por eso estamos de acuerdo con lo que propone el presidente de economía popular, pero sirvamos a trabajar la economía popular que es el mayor tejido empresarial, del tejido empresarial la micro empresa ocupa el 90%. El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) tiene una cifra de 5.000 millones de micro establecimientos que no son formales, que no tienen registro mercantil, que no salen de esos números. Si tu no generas unas condiciones distintas a las formas que hoy aplican al tejido empresarial, esas transformaciones de esa economía popular a otra más robusta no va a ser posible.

J.A: Veo que muchos de los sectores de la sociedad colombiana. También veo un interés del gobierno en democratizar este proceso y de llevar estas discusiones a los territorios con la meta de que se dé un cese al fuego permanente y con miras a que se dé una paz duradera. ¿A qué sectores le hace falta participar de este dialogo?

R.Q.: Yo diría que aquí esta (…) la mayor parte de los grupos sociales representados en la delegación como tal. Sin embargo, hay un canal que va a ser muy importante y que preciso va a ser parte de este segundo ciclo de la agenda que es la participación social, democrática. En ese orden de ideas se crearan los canales donde los territorios también se vuelvan parte importante (del dialogo), porque hay situaciones que son transversales, pero hay unas que ya son muy específicas de las características propias de los territorios. Por eso yo creo que ayer yo sugerí al grupo de países acompañantes que ojalá ellos puedan en su estructura de recursos que están aportando a este dialogo (…) permitirnos que se maneje un mecanismo de sistematización de los aportes que se van a recoger en cada uno de los territorios. Estamos seguros que los territorios van a priorizar (los recursos). Son los territorios donde hay gran concentración de la violencia de esta guerra. (Queremos) que sus aportes se sistematicen de tal manera que se crucen con las características propias de las regiones y que puedan ser insumos importantes para esas transformaciones que se requieren.

J.A: Pensando en esos sectores de la sociedad que se ven representados aquí ¿dónde crees que habrá atranques en este proceso de diálogos  y en que temas aún se siente tensión?

R.Q: Pues, lo hemos vivido. Yo creo que no es un tema solo de Colombia, sino que es una característica mundial, latinoamericana, de los pueblos indígenas, de los pueblos afro. Hay un tema de cultura, de ancestros, de tierras… Entonces, eso de una u otra forma complejiza el dialogo. (…) Son temas bastante complejos. Lo otro es que hay que mencionar es que esta guerra de una u otra forma se mezcló con formas de financiación ilícitas donde el narco tráfico tiene un papel muy importante. Ahí sí es uno de los temas que me preocupa en este proceso de negociación.

J.A: ¿Dónde ves que hay grandes coincidencias entre ambas partes en el dialogo, digamos entre la delegación del ELN y los delegados del gobierno de Petro?

R.Q.: Yo veo que por un lado reconocer entre las partes que Colombia es un país con una democracia que es susceptible de mejorar. Con una democracia que, si bien puede decirse frágil, tiene los mecanismos (para el cambio). Pero diría que falta generar mayor cultura para que los ciudadanos aprendamos a vivir la democracia de mejor manera, a cumplir sus roles y los derechos que tenemos, y utilizar los diferentes canales. Coincidencias en que todos queremos la paz, estamos convencidos que es necesario la paz, que nos daría mejores oportunidades. Estamos seguros y convencidos de que si logramos un buen proceso de acuerdo o un gran acuerdo, esas transformaciones tienen que apuntar al cierre de brechas sociales. Las dos partes somo conscientes que hay un nivel de miseria y de pobreza que nos debe dar vergüenza como país. Que Colombia tiene los recursos suficientes y cuando hablo de recursos, hablo de recursos naturales que nosotros pudiéramos utilizar de mejor manera de una forma apropiada para generar mayor presencia en sitios donde la gente se ha sentido siempre abandonado.

J.A: ¿Qué salida le vez a este proceso? ¿Es posible una paz duradera?

R.Q: Pues yo diría que sí. Hay algo muy importante y no solo una guerra. Hasta en una relación de pareja, de familia, si se hacen acuerdos, es para cumplirlos, porque si no viene la persona se siente engañada y ahí es cuando vienen esos malos pensamientos y se toman acciones que generan mayor afectación. En ese orden de ideas yo estoy convencida de que la paz puede iniciarse con un acuerdo. Pero debe caminarse permanentemente a seguir el camino de la paz. Para seguir el camino de la paz, tenemos que generar una transformación de conciencia en donde cualquier ciudadano pueda moverse en el mundo de los deberes. Cuando tu como ciudadano estas pendiente de tus deberes, tus derechos te llegan facilito, y aquí creo que estamos haciendo al revés. También hay que generar una gran transformación en la educación. Estando en un país que ha vivido una guerra de 60 años, nosotros debemos tener cátedras de paz, de resiliencia, de reconciliación, para que podamos tener ciudadanos con valores, valores bien cimentados, valores que se vivan a conciencia y ahí sí con el correr del tiempo, podemos hablar de una paz duradera. Que se vuelva lo cotidiano, vivir en paz.

J.A: Muchas gracias.

Álvaro Matallana militar retirado 

J.A: ¿Me podría hablar un poco de usted y de paso describir su trasfondo como experto en ciencias militares?

A.M: (…) Soy militar retirado en el grado de coronel. Ingresé al Ejército Nacional para ser oficial del arma de infantería y me gradué en 1976. (…) A lo largo de mi carrera tuve la oportunidad de pertenecer a 27 unidades militares de diferente índole, algunas en misiones de pacificación, otras de combate y otras administrativas que me dieron un soporte fundamental para tener unos criterios y un desenvolvimiento en ambientes nacionales e internacionales especialmente orientadas al entrenamiento, misiones de paz, intercambios, educación profesional y posgrados.

J.A: ¿Cómo llegó a este proceso de paz como delegado del gobierno?

A.M: Bueno, para mí fue una sorpresa ya que recibí la noticia el mismo día del viaje a Caracas, (cede del primer ciclo de diálogos con el Ejército de Liberación Nacional ELN) de haber sido seleccionado como delegado del gobierno para integrar la Mesa de diálogos y negociación de paz. Al llegar a Caracas, el Alto Comisionado para la Paz, nos advirtió a todos los delegados que “nunca sabríamos por qué estábamos en esta Mesa”, afirmación que nos dio mucha legitimidad, pues nadie seguramente influyó en nuestra designación por parte del gobierno. Pero me parece que es posible que en mi designación haya influido el perfil académico, y una amplia experiencia militar. En lo académico, como profesor con cerca de diez mil horas de clase e investigación en ciencias militares, ciencia política, estrategia nacional, conflictos, derechos humanos y guerra principalmente en escuelas de formación y capacitación militar, también en el desarrollo de programas de intercambio (Fort Campbell, KY -División 101 de Asalto Aéreo en EEUU) y estudios en cursos y comisiones nacionales e internacionales. Adicionalmente, al retirarme en 2004, tuve la oportunidad de estar 18 años en la Escuela Superior de Guerra de las Fuerzas Militares como profesor e investigador, después de haber recibido mi maestría en estrategia y en seguridad nacional del National War College en Washington (2002) y una especialización en el Centro de Estudios Estratégicos del Asia Pacífico en Hawaii (2011) entre otros. En cuanto a mi experiencia militar, me desempeñé como oficial en unidades militares donde entre otros tuve varios enfrentamientos en combate directo con grupos rebeldes y delincuencia organizada en gran parte del territorio nacional contra grupos rebeldes e insurgentes como el M19, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC, el ELN, el Ejército Popular de Liberación EPL, el movimiento indígena Quintín Lame, estructuras narcotraficantes y además contra grupos paramilitares y otras organizaciones y grupos delincuenciales urbanas.

J.A: ¿Ha participado en otros procesos de paz anteriores? ¿En qué se diferencia este proceso de paz de los demás?

A.M: He tenido tres oportunidades de servir formalmente a la paz. La primera, en 1981, al conformar la Fuerza Multinacional y Observadores (MFO por sus siglas en inglés) desde su instalación que se creó después de los acuerdos de Camp David en 1981 para cesar el conflicto entre Egipto e Israel. Para entonces, participé en la ocupación militar inicial de la fuerza multinacional en la zona central de la península del Sinaí (Egipto) como comandante de un pelotón del Batallón Colombia número 3 y luego como miembro del Estado Mayor de la Fuerza Multinacional al hacer parte de la misión de observación y verificación de incidentes por un lapso de año y medo. Una segunda ocasión de servir a la paz se dio en 1991, en el Nudo del Paramillo, Córdoba, como comandante del batallón de contraguerrillas número 2, en la creación de la primera brigada móvil de asalto aéreo, cuando el Ejército Popular de Liberación EPL, fue asediado por nuestras tropas y terminó finalmente firmando la paz con el gobierno del presidente César Gaviria en 1991. La tercera oportunidad de participación en operaciones o procesos de paz se da con mi designación como delegado del gobierno nacional para integrar la mesa de diálogo y negociaciones con el ELN en el mes de noviembre pasado (2022).

Con relación a la diferencia que hay entre este proceso de paz con los demás en el pasado, aprecio que principalmente se deben al carácter, al método de negociación y al escenario estratégico. Para comprender esta tesis, recordemos que entre 1982 hasta nuestros días, se han adelantado once procesos o acercamientos a procesos similares-que lograron las condiciones antes de 1990, para entrar a la paz con algunos actores (Movimiento -19 de abril -M19, Ejército Popular de Liberación -EPL y Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC) y que esta primera etapa logró llegar a una nueva constitución. En este periodo se pactó la paz con el M19, se adelantó una negociación con el EPL, el Partido Revolucionario de los Trabajadores y el Movimiento indígena Quintín Lame. Después del 90, se logró un acuerdo de paz con el EPL y con varias fracciones guerrilleras y milicianas, un acuerdo con las Autodefensas Unidas de Colombia y hubo otro diálogo con el ELN; en el gobierno del presidente Juan Manuel Santos (2010-2018) se negoció exitosamente con las FARC-EP que dejó unas importantes disidencias (Segunda Marquetalia y la actúa FARC-EP) y se adelantó igualmente una quinta exploración hacia la paz con el ELN.

El primer elemento diferenciador con estos procesos anteriores se refiere al carácter, pues los actores no son todos de tipo político y mientras algunos grupos buscaban la toma del poder para transformar algunas condiciones en la nación y el estado, otros buscaron sus objetivos en territorios muy localizados en zonas de su influencia o fines menos ambiciosos. Hoy en día, solamente el ELN, Las Farc-EP y la segunda Marquetalia lo son con reconocimiento del gobierno, quedando una serie de grupos que poseen un carácter de paramilitarismo y Grupos Armados Organizados que bien pueden ubicarse entre los que dejan la política en gran parte, para dedicarse a negocios ilegales, entre ellos el narcotráfico y minería ilegal. Actualmente el nuevo gobierno de Gustavo Petro (2022-2026), trata de cumplir su estrategia de gobierno denominada paz total con todos los actore dentro de su diversidad. Mediante unos procedimientos muy diferentes entre sí, que se diferencian en la Implementación del acuerdo de Paz con las FARC, una negociación política con el ELN, un proceso de diálogo con el Estado Mayor Central de las FARC (Disidencias) y con la Segunda Marquetalia proveniente de disidencias post desmovilización (2016). Igualmente, adelantar un proceso de diálogo jurídico de sujeción con las Autodefensas Gaitanistas de Colombia/Clan Del Golfo, un diálogo socio-jurídico con estructuras urbanas (criminalidad de alto impacto). De otro carácter muy diferente, se adelanta también hoy un tratamiento especial a la situación carcelaria (proyecto excarcelación).

El segundo elemento diferenciador se refiere al método, que fue en efecto cambiado en la nueva agenda con el ELN y que incluye un compromiso para que “acuerdo que se firme inicia inmediatamente el recorrido para su implementación,” saltando el método aplicado a los acuerdos con las Farc que exigía que hasta que todo no se hubiera acorado, nada estaba acordado. Finalmente, el escenario estratégico ha cambiado favorablemente al acuerdo en razón a que actualmente y entre otros factores, son 10 países y organizaciones internacionales que hacen parte de los estados garantes, acompañantes y acompañantes permanentes, que ejercen una gran presión para no dejar retroceder las negociaciones. La comunidad internacional también está observando permanentemente la evolución del proyecto político que ganó las elecciones, en cabeza de Gustavo Petro, de tipo progresista, con fuertes mensajes e iniciativas de tipo internacional que se asoma a temas sensibles como la guerra de Ucrania contra Rusia, el cambio climático, la inflación global, las migraciones, los oligopolios, la guerra de las drogas, etc. Son igualmente notables las reformas que desarrolla el actual presidente en lo local, que pueden estar generando nerviosismo e inseguridad en el vecindario por las dinámicas nuevas que surgen de tipo político, económico, comercial y en la seguridad, especialmente con Venezuela, al restablecerse sus relaciones diplomáticas, y que pueden estar atrayendo en el próximo futuro, a estados que amenazan la estabilidad con Estados Unidos, como es la inminente presencia rusa y china en el continente.

J.A: Como experto en asuntos militares ¿cuáles son los temas que más quisieras que se abordaran en este proceso de paz? ¿y por qué?

A.M: Bueno, este proceso de paz es prácticamente el sexto intento que hace el gobierno colombiano con el Ejército de Liberación Nacional. Cabe anotar que Colombia en los últimos años – quizás 30 o 40 – ha hecho ya 32 intentos de acuerdos de paz (…)  muchas veces arreglos muy rápidos para tratar de reducir las violencias que reciben los territorios y (sus) poblaciones. (…)Aunque uno sea especialista en la guerra debe reconocer que entre más se estudia, más se odia. Por eso, recobra en primer orden, la acción militar y social en los territorios con el concepto no solo militar de seguridad sino de seguridad social o humana que puede ser un excelente y nuevo enfoque. Por ejemplo, muy conveniente, sería organizar unidades militares de gran alcance, para llegar a los territorios, con pedagogía de paz, ayuda y cooperación en acciones de tipo social, pequeña maquinaria para conectar sectores mediante vías terciarias a cargo de las autoridades locales e ingenieros militares y mingas comunales, acciones regulares de apoyo médico preventivo y básico, presencia y organización comunal para apoyo a la seguridad civil, de educación técnica en las zonas más aisladas, logística de apoyo humanitario y sociólogos y sicólogos que también ayudan a recobrar la confianza, a redinamizar la esperanza y adelantar acciones en paz. En el concepto sociológico y político, me parece que el foco principal debe dirigirse a mejorar la participación, hombres y mujeres, etnias y razas, especialmente en los territorios donde es muy difícil mantener el contacto con las políticas, las autoridades, la institucionalidad, la información, los servicios básicos y la seguridad. En las ciudades también hay una desconexión, que, aunque menos severa, el sistema se vuelve casi que excluyente en gran parte de los estratos bajos primordialmente. Otro aspecto de similar importancia que debe reclamar su importancia en la Mesa es el de adelantar una gran pedagogía de paz y educación en derechos humanos. Finalmente, un esfuerzo para cuidar el medio ambiente, algo de primer orden.

J.A: Si pudieras cambiar algo de la actual estructura militar colombiana en función de la paz verdadera, ¿qué cambiarias?

A.M: La institución militar ha sido objeto de varias adecuaciones y recientemente fue reorganizada y adaptada a los nuevos desafíos en los ambientes nacional e internacional. Sin embargo, me parece que debe reorganizarse con elementos y dotaciones para atender más a la nación en su reconstrucción ante un escenario que apunta hacia la paz. Acercarse más a la gente en territorio, dando apoyo y esperanza para desear y lograr un ambiente de convivencia real. Eso solo se logra cuando se está convencido de su realidad. El servicio militar podría incluir personas que institucionalmente colaboren en los territorios y ciudades siguiendo una estrategia hacia la seguridad social, una de acompañamiento y de enseñanza técnica, una hacia la humanidad, una que sin descuidar la seguridad, provea soporte a otros campos, como al fortalecimiento de una cultura que conserve el medio ambiente, se enfoque en el sector agropecuario, al desarrollo, la educación técnica y otros temas de primer orden en el propio territorio. La logística y presencia militar, acompañada por personas de diferente índole, recursos económicos provenientes de acciones de reparación, incluso provenientes de las mismas organizaciones que se vayan a desmovilizar al entregar recursos importantes como parte de sus penas, al servicio de la nación, bien podría ser un sueño no muy difícil de conseguir.

 

 

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