Especial para en Rojo
Exquisita la novena edición del cine documental organizada por la Asociación de Documentalistas de Puerto Rico. La cartelera del ciclo se llevó a cabo del 8 al 11 de mayo en la ”casa de cine» del Archivo General de Puerto Rico. Se presentaron más de veintitrés documentales repartidos entre Latinoamérica y Puerto Rico.
La oferta criolla -unos veinte documentales- propone un cine que refleja diversidad y certifica que el foco está en nuestra realidad del día a día. En este sentido las sensibilidades de los documentalistas priorizan contenidos narrativos y circunstancias que afectan a personas o grupos.
Imprescindibles son los documentales clásicos como El caribe en mí de Juan Carlos Garcia y de Sonia Fritz, Voces de pasión. La muestra contó con documentales emblemáticos como Psiquis: un giro descolonial de Tito Román y de Carmen Oquendo Roman Todas las flores sobre la comunidad trans en Santafé, Bogotá.
No faltó la aportación de jóvenes directores que han dado los primeros pasos lanzando a la pantalla obras como Alvarado de Gustavo Castrodad y de Mikey Cordero Por los que vienen. La coordinadora del evento, Natalieann Feshold, ha puesto en valor la riqueza y el talento de la cinematografía puertorriqueña. La difusión del patrimonio audiovisual contemporáneo hace hincapié en visibilizar la relevancia creativa a pesar de las llagas neoliberales, las tensiones sociales y las miserias de la vida que sufre el archipiélago más hermoso del mundo.
Las imágenes en movimiento creadas por nuestros directores de cine quieren apasionar a todas las edades, quieren arrancarle emociones, coraje, orgullo y lágrimas a la audiencia. Uno no se puede encoger de hombros en el teatro lleno de puertorriqueños espectadores con los guiones provocativos de Teresa Previdi, Tito Román, Carmen Oquendo Villar, Sonia Fritz y otros directores igualmente destacados con sus narrativas.
Hay que estar enfocado en contar una historia, eso lo saben muy bien nuestros directores. “El detonador es el tema al desnudo luego hacer los deberes. El documental en sí mismo es el que habla y provoca”, ha afirmado el destacado documentalista francés Denis Delestra. El lenguaje retórico, dialéctico o de tesis no debe ser hilo conductor de lo visual narrativo. Esos llamados recursos especializados » aburren».
Pero, en la novena edición de cine documental se aprecia una mirada y sentir diferente. Los documentales son disidentes, no renuncian al conflicto, reaccionan a algo rebelde o conformista presente en la realidad. Nuestros directores clásicos y noveles son auténticos y quieren comunicar sin forzar el mensaje y sin agredir al público. El cine no trata de cambiar el mundo sino de entenderlo. Cuestionar al sistema es posible.
El director hace un relato sin máscaras porque lo ha vivido y masticado. Es decir, viven intensamente sus temas, los guiones, las imágenes y las voces que cuestionan y responden. El director que es capaz de desentrañar la dura realidad, no aspira a la gloria ni a un bajo umbral ni por activa o por pasiva. En la poética documental no cabe una doble vara porque el documental es un instrumento privilegiado y comprometedor mientras elige, captura y escarba la realidad.
Un documental que llega a la pantalla es porque se ama, es algo propio que el director lleva por el resto de su vida como texto de su activismo o descontento. El documental se te mente en los sesos y conquista el alma de la audiencia. Nuestros documentalistas provocaron escalofríos y asombros que desarman el pesimismo y elevan la esperanza. En la cordial discusión que siguió en cada jornada, los directores y protagonistas se sentaron en el banquillo de las preguntas y la audiencia los respeto a todos y hubo un buen rollo y les regaló siempre un redondo aplauso.
El próximo año no se pierdan por nada la nueva edición de la paisana muestra de cine documentalistas. Y nunca está demás agradecer a todos los organizadores e instituciones públicas y privadas que apoyan nuestro patrimonio cinematográfico. ¡Bravísimo Bravo!