Especial para CLARIDAD
Al observar la herramienta de planificación que se expresa en la matriz energética se observa la gran dependencia de combustibles fósiles en Puerto Rico (97% en 2021), que son importados. Puerto Rico tiene dependencia energética de diferentes fuentes de combustibles fósiles: petróleo, gas y carbón. La dependencia energética se define como la cantidad de energía primaria que un país necesita importar para poder abastecerse y producir en este caso electricidad. Una alta dependencia energética supone costos para el país que depende del precio de los combustibles en el mercado internacional, tiene de efectos en la economía y la sociedad además de crear inestabilidad ante los cambios en precios. Nos hace vulnerables en caso de eventos atmosféricos (falta de seguridad energética) al no contar con el suministro de estos combustibles. A su vez puede desencadenar un déficit de la balanza comercial (asunto que no se habla en Puerto Rico) y crear inflación de costos (aumento en los precios) con sus efectos en la competitividad de la economía y nuestros bolsillos. Para tener desarrollo y crecimiento económico se impulsa conseguir independencia energética o la capacidad de producir por sí mismo la energía que se necesita y no depender de importar combustibles fósiles del exterior. Pero ¿puede Puerto Rico ser autónomo o independiente energéticamente? ¿Qué posibilidades tenemos?
Nuestra infraestructura de producir y distribución de energía eléctrica se diseñó para el uso de combustibles fósiles en la que invertimos mucho dinero y a su vez genera contaminación ambiental. Esta infraestructura sufre de obsolescencia por depreciación, por el daño sufrido debido al huracán María en el 2017 que dejó frágil el sistema de transmisión y distribución, y por los cambios mundiales en las formas de producir energías alternativas. La infraestructura requiere que se le de mantenimiento y que comencemos un proceso de transición energética a fuentes renovables para cambiar nuestra matriz eléctrica. La matriz eléctrica diversificada en diversas fuentes de energía permite evitar la dependencia de combustibles fósiles, trae beneficios económicos y sociales, facilita realizar análisis y comparaciones sobre el consumo y las formas de transición. Con el dinero de la reconstrucción después del huracán era posible esa transición energética, pero llegaron los especuladores detrás de ese dinero y desviaron la agenda. Por el otro lado el problema de la balanza comercial de bienes y servicios, que es un indicador que mide las relaciones entre exportaciones e importaciones de un país en un periodo dado, es otra de las razones para diseñar políticas públicas de transición energética, resilientes, socialmente aceptadas, ambientalmente seguras y de esta manera poder mejorar nuestra economía al economizar en la partida de compra de combustibles. La energía solar fue la primera opción para la transición energética por tener el recurso localmente, el sol, pero los administradores políticos se empeñaron en que fueran importado, gas (energía fósil) o la energía nuclear.
La posibilidad de una matriz eléctrica diversificada y comunitaria comenzó luego del huracán María, cuando desde las comunidades se diseñaron alternativas al frágil sistema eléctrico, fuera de los procesos corruptos de privatización de energía. El pueblo comenzó a diseñar micro redes (ya la UPR Mayagüez tenía investigación realizada). Manejando el modelo de los acueductos comunitarios diseñaron comunidades solares, con autonomía y distribución de energía utilizando los techos de las casas, almacenando en un banco de baterías comunales, con cables y sistemas de información, compartiendo conocimiento, trabajo y solidaridad. Es el caso de la comunidad de Toro Negro en Ciales, olvidada por el sistema, pero rescatada por su comunidad y de otras comunidades que se han unido a la iniciativa de micro redes. Casa Pueblo en Adjuntas aportó conocimiento en este modelo y añadió a los comercios, enseñando que se puede transformar un sistema caótico energético en uno social y solidario. La micro red eléctrica autónoma permite generar electricidad y compartir en la comunidad, sin la necesidad de las fincas solares que es lo que quiere el gobierno. Los techos de las viviendas, los techos y paredes de los edificios, los espacios de estacionamientos son las áreas impactadas que se pueden utilizar para recolectar la energía solar, interconectar y distribuirla.
¿Cómo lograr independencia o soberanía energética? ¿Cómo controlar la capacidad del país para fiscalizar los recursos energéticos y satisfacer la demanda de energía? Siendo autosuficiente en la producción, para ir sustituyendo la energía suministrada de fuentes fósiles, en una matriz eléctrica mixta, con energía renovables. Diversificando la matriz eléctrica que es parte de la matriz energética con el uso de energía renovables solar, hidráulica, de las olas, del mar, de hidrógeno y eólica, pero con cuidado y sensibilidad ambiental, inventando e innovando con nuestra gente. Es sacando la corrupción del medio y que sea nuestro pueblo el que diseñe con criterios sociales y ambientales. E integrando la investigación, la creación, la innovación y confiando en la capacidad de nuestra gente.
Para lograr independencia o soberanía energética debemos invertir en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) en la creación de conocimiento. La energía solar la tenemos disponible, pero tiene la limitación que todavía tenemos que importar el material para su procesamiento. En la Universidad de Puerto Rico se investiga cómo desarrollar o mejorar los procesos de producción de equipos solares, eólicos, de olas, mareas, hidrógeno u otros y tener el control de esa transición energética. Se investiga otras fuentes internas de energía, donde una de las opciones no mencionadas es la energía que podemos generar con las olas y el mar. La energía mareomotriz que se genera por la subida y bajada de las mareas y la energía de las olas son alternativas para tener independencia energética y propia. Estas investigaciones y el conocimiento que se genera la podemos compartir con otras islas caribeñas y a su vez crear una red de conocimientos que ayude a vislumbrar qué podemos hacer en casos de emergencias climáticas.
La independencia o soberanía energética requiere que tengamos el control de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) para ir transformándola en una que pueda apoyar y cumplir con la transición y ofrecer energía diversificada para aquellas industrias que necesiten mucha potencia energética en este proceso de transición energética. Una AEE del pueblo y para el pueblo con un modelo administrativo comunitario. Para que la política pública de la energía consumida se pueda gestionar de forma eficiente y económica, fiscalizada por la gente, mejorando la calidad del sistema, reduciendo los costos y daños ambientales, además de añadir capacidad de autogestión. Esa política pública que reconoce que la energía es un derecho humano, el derecho del ciudadano a disfrutar de servicio de energía eléctrica de calidad y en magnitud suficiente y a tarifas razonables.
La energía es un derecho humano, un servicio esencial y vital para el desarrollo económico, social y ambiental del país y debe ser administrado por el pueblo. La matriz eléctrica mixta que la sociedad necesita es un sistema energético robusto, resiliente, ambientalmente seguro y efectivo socialmente, y no operado con criterios de empresas capitalista de lucro. La independencia energética permite descarbonizar la economía y cumplir con ir reduciendo la contaminación ambiental y le da poder al pueblo para su gestión eficiente.
Sí, podemos tener independencia energética, cambiar a energías renovables, limpias y seguras que sean autónomas. Sí, podemos, si es el pueblo el que la diseña y administra en conjunto con una entidad pública (alianza pública comunitaria). Sí, podemos, pero hace falta seguir invirtiendo en el conocimiento que nuestras universidades pueden realizar para ampliar la matriz eléctrica.
Si queremos desarrollo y crecimiento económico necesitamos independencia y soberanía energética.
Este trabajo se publicó originalemente en nuestra versión impresa de febrero 2024.