En Rojo
Yo uso ropa vieja y me pongo los mahones tres veces a la semana. Seco alguna ropa en el balcón. No es que soy descuidado. Es que hace calor y el planeta, tal como lo conocemos, va a joderse. Nosotros con él. Como ven, no se trata de una propuesta revolucionaria, pero ahora que lo pienso, ¿por qué no?
No compro una camisa hace años. No sé si sabían que la producción de ropa requiere grandes cantidades de agua, energía y materias primas. Para empezar, el “preciado líquido” es la vida. No el petróleo. Es el agua. Hasta escribí una novela sobre eso. O sea, se necesitan miles de litros de agua para cultivar el algodón de tu camisa. Tu flow y tu compra mensual de blusitas frescas agota recursos hídricos y afecta ecosistemas locales.
Si vas a protestar contra las injusticias y a perrear contra el mundo capitalista tienes que saber que la fabricación de textiles implica el uso de productos químicos tóxicos, que a menudo terminan en ríos y suelos, contaminando el agua y dañando la biodiversidad. Además, esos colorcitos bellos vienen de un proceso de teñido y tratamiento de telas que genera residuos más peligrosos que una chef PNP rompiendo platos.
Nunca he vestido a la moda. Primero por intuición. Luego por sentido común. Ahora porque no me importa casi nada. La moda rápida es pura cultura de consumo. La ropa se utiliza pocas veces y luego se desecha. Se podría hacer un Monte Everest de desechos textiles en vertederos, donde tardan años en degradarse. Tari Beroszi me dijo que si se dejara de fabricar ropa ahora mismo podríamos vestirnos durante cien años con lo que tenemos. Todos los habitantes del planeta. Yo le creo.
Vamos a dejarnos de boberías. Vestirse, el vestido, andar desnudo, son términos antropológicos. Es más, los modos de vestirse -o desvertirse- está fuera de los procesos lineales con los que narramos el devenir histórico. Las formas en las que nos ponemos ropa no siguen una dirección determinada por factores, digamos, ambientales. Es decir, las “coberturas materiales concretas” del cuerpo humano hace mucho tiempo dejaron de responder a lógicas relacionadas con entornos naturales o necesidades prácticas. ,
Por eso existe un término más abstracto: “moda” que puede definirse por su lugar en el modo de producción capitalista. se define en términos económicos a través de su lugar central en el modo de producción capitalista. Algo debe haber dicho Levi Strauss. Digo, las estructuras sociales se manifiestan como sistemas de signos. En el contexto de la moda, un “vestido” puede considerarse un lenguaje que comunica status., identidad y pertenencia. El cacique usaba determinado tono de rojo achiote en su nagua de algodón, o tú tienes una cartería de Louis Vuitton. Los uniformes de los nazis eran diseñados por Hugo Boss. Pues, en estos ejemplos la moda actúa como un medio de diferenciación social, con estilos y “tendencias” que reflejan divisiones de clase y “rangos”. Si me apuran, diría que hay que decolonizar nuestro gusto y consumo de “moda”.
Y si esto está relacionado con los modos de producción y el trabajo asalariado, le añado que para que tengas en el closet esa docena de mahones, los kakis, las decenas de camisetas, y toda la vaina, se ha generado una huella de carbono significativa. Desde la extracción de materias primas hasta la distribución, cada etapa contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero. Eso aunque viajes a pie o en bicicleta. Aunque le tires toda la culpa a las vacas lecheras.
Claro, no me extiendo en asuntos sobre las condiciones de trabajo en muchas fábricas de moda, con salarios bajos y condiciones inseguras. Me van a llamar comunista por defender la dignidad de los trabajadores. No es que me importe demasiado pero me da vergüenza ajena y no quiero tentar a nadie. La cuestión es que esto no solo afecta a las personas que salen en los documentales haciendo trajes de Miss Universe mientras viven en condiciones de pobreza, sino que también perpetúa prácticas insostenibles y poco éticas a nivel colectivo.
“¡Ah, pues uso poliéster!” ¡No, por favor no! La ropa sintética libera microfibras de plástico en cada lavado. Estas pequeñas partículas terminan en océanos y ríos, afectando la vida marina y, potencialmente, la cadena alimentaria. No quieras saber cuánto plástico flota en los océanos. Y en el agua que te tomas.
¿No hay salida, entonces? Doy unas ideas: ropa hecha de lino, cuyo cultivo requiere menos agua que el algodón. El bambú produce una fibra bastante buena. Imaginen, por otro lado, una fresca camisa confeccionada con cáñamo. Los tres materiales son biodegradables y las camisas alguna gente trataría de fumárselas. Sin embargo, yo voy más lejos, Propongo, para empezar, pasar más tiempo desnudos.