María Cristina / En Rojo
La calidad de los estrenos de noviembre y diciembre es en verdad admirable ya que hemos tenido la oportunidad de ver una mirada satírica al pensamiento nazi (Jojo Rabbit), recreaciones de las invenciones de los últimos 20 años del siglo XIX (The Aeronauts), una mirada muy particular a uno de los personajes más queridos de la televisión pública estadounidense (A Beautiful Day in the Neighborhood) y dos filmes de acción imparable cuyos protagonistas son afronorteamericanos (Queen & Slim y 21 Bridges).
Jojo Rabbit
Director y guionista: Taika Waititi; autora: Christine Leunens; cinematógrafo: Mihai Malaimare, Jr; elenco: Roman Griffin Davis, Thomasin McKenzie, Scarlett Johansson, Taika Waititi, Sam Rockwell, Rebel Wilson, Alfie Allen, Stephen Merchant, Archie Yates
Este filme fue el gran ganador en el Festival de Cine de Toronto de septiembre y ya ha sido nominado para premiaciones en 2020, incluyendo los Golden Globes en las categorías de Mejor Comedia y Actor. Esta excelente sátira de humor negro al estilo de MASH (1970, Robert Altman) y Catch-22 (1970, Mike Nichols) ubica su historia en un pequeño pueblo alemán en 1944 donde el protagonista es un niño de 10 años cuyo sueño es pertenecer a la juventud Nazi. Vive con su madre—quien no comparte su entusiasmo—en una casa donde el padre está ausente, supuestamente peleando en el frente italiano, y su hermana mayor acaba de morir de influenza. Como su madre tiene tareas dentro y fuera de la casa, Johannes (JoJo) ha creado un amigo imaginario con nombre, atuendo, y físico de Hitler. Lo llama Adolf y le pide consejos de cómo mejor servir a la causa Nazi para que todos estén orgullosos de él. Su amigo real, Yorki, comparte su entusiasmo, pero es mucho más realista, aunque sigue las órdenes de sus superiores para poder ser un buen soldado. Entre estos superiores se encuentra Fraulein Rahm (Rebel Wilson) que enseña a los chicos a quemar libros y los equipa con armas, aunque no sepan usarlas. También está el Capitán Klenzendorf (fabulosamente interpretado por Sam Rockwell) que está hastiado de una guerra donde ya perdió la visión de un ojo y ahora lo tienen a cargo de un campamento tipo ‘Boys Scout’, y luego pasará a trabajos sin importancia.
Aunque sus primeras experiencias son bastante traumáticas, JoJo insiste en que quiere ser un buen Nazi y trata de seguir todas las órdenes que le dan sin cuestionar nada. Su madre, Rosie, trata de no tomarlo en serio y de darle el amor y la atención que tanto añora. Pero ella también tiene su llamado en esta guerra que es, precisamente, lo contrario de su hijo. El amigo imaginario de JoJo comenzará a esfumarse cuando descubre a Elsa, una adolescente que se esconde en la buhardilla de la casa porque es judía, toda su familia ha sido arrestada y desaparecida y solo queda ella. Elsa será su gran aprendizaje porque con ella descubrirá otras verdades que lo llevarán a borrar su fanatismo.
Taika Waititi es un director neozelandés, atrevido e irreverente, que ha hecho un excelente filme que cuestiona la realidad de un pasado desde una mirada humana. Deja a un lado el sentimentalismo de la mayoría de los filmes sobre Nazismo—con la excepción de Inglourious Basterds (2009, Quentin Tarantino)—lo que ha hecho que ciertos críticos no aprecien su genialidad.
The Aeronauts
Director: Tom Harper; guionistas: Tom Harper y Jack Thorne; autor: Jack Thorne; cinematógrafo: George Steel; elenco: Felicity Jones, Eddie Redmayne, Himesh Patel, Phoebe Fox, Tom Courtenay, Tim McInnerny, Vincent Perez, Rebecca Front, Anne Reid.
Mucho antes de los inventos que llevaron a los aviones de hoy en día, los globos—ese en el que Cantinflas y David Niven viajan por el aire y coordinan con barcos de vapor y ferrocarriles para darle la vuelta al mundo en 80 días (1956)—eran la gran atracción por desafiar todas las teorías de su habilidad de transportar personas a miles de metros de distancia de la tierra. Como sucedía con mucha frecuencia en el siglo 19, el globo y sus tripulantes eran otro atractivo circense para un público hambriento de cosas nuevas para asombrarse. Y así precisamente es que se presenta el viaje en globo del 5 de septiembre de 1862 donde el astrónomo/meteorólogo, James Glaisher, junto a Amelia Wren, su piloto y conocedora de todo lo que atañe al manejo del globo, parten hacia las nubes para experimentar los límites que pueden alcanzar. Aunque la motivación de Glaisher es avanzar la ciencia y explorar la posibilidad de que se pudiera predecir las condiciones del tiempo, para lograr su financiamiento tiene que complacer a los donantes y convertirlo en un espectáculo, gracias a la habilidad de Amelia de complacer a su público.
Una vez fuera del ojo público, Amelia se concentrará en cuidar del globo para que la travesía sea lo más segura posible a pesar de las condiciones del tiempo y de la agenda de Glaisher. Se encontrarán con cambios climáticos para los que no están preparados, especialmente el frío a esa altura, y que su equipo irá perdiéndose según las necesidades de subir o bajar el globo. Llegarán subir a 8,000 pies de altura y lograrán que la Academia de las Ciencias reconozca este nuevo campo.
La base central de la historia—contada con hermosa y temible cinematografía—se basa en los experimentos de James Glaisher y Henry Coxwell, quienes hicieron esta travesía. El director Tom Harper insertó en la creación de personajes a otras mujeres, como Sophie Blanchard, que eran pilotos de estos globos, aunque el público solo las viera como animadoras y artistas de público popular. El director ha tenido la experiencia de dirigir historias de mujeres que forjan sus propias vidas como los personajes femeninos en la excelente serie británica “Peaky Blinders” y el filme Wild Rose.
A Beautiful Day in the Neighborhood
Directora: Marielle Heller; guionistas: Micah Fitzerman-Blue y Noah Harpster; cinematógrafo: Jody Lee Lipes; elenco: Tom Hanks, Mathew Rhys, Chris Cooper, Susan Kelechi Watson, Maryann Plunkett, Enrico Colantoni, Wendy Makkena, Tammy Blanchard, Noah Harpster, Carmen Cusack
Fred Rogers, persona y personaje, nunca fue parte de mi cultura televisiva ya que nunca vi “Mr. Rogers’ Neighborhood” que fue uno de los programas favoritos del National Educational Television (ahora PBS) de 1968 a 2001. Rogers creó un mundo donde niños y niñas podían sentirse tranquilos, donde siempre había un abrazo, donde hablar, reír y llorar era normal y podían expresar sus miedos y confusiones. La escenografía del programa era una combinación de un lugar acogedor donde Rogers entraba y se ponía cómodo y un pueblo en miniatura con casas, trenes, carreteras, animalitos que hablan y títeres que nos comprenden. Rogers estaba a cargo de cada aspecto del programa desde su libreto, diseño y creación musical hasta su montaje semanal. Para esa población joven de los Estados Unidos se volvió un símbolo de paz y amor. El año pasado, Mergan Neville estrenó su hermoso documental, Won’t you Be My Neighbor? Y este año Marielle Heller—quien también dirigió Can You ever forgive Me?—nos presenta un acercamiento muy ingenioso a Fred Rogers.
En esta historia, descubrimos a Fred Rogers a través de los ojos de Lloyd Vogel, escritor periodístico de Esquire, lleno de ira que mira su alrededor con gran cinismo. A pesar de tener una esposa que lo ama y se esfuerza en comprenderlo, un hijo pequeñito, un loft con espacio suficiente para él escribir y ella experimentar mini empresas, Lloyd no puede sobreponerse al resentimiento que lleva contra su padre, Jerry, a quien ha removido de su vida totalmente. Pero la 2nda o 3era boda de su hermana, Lorraine, lo trae cara a cara con Jerry y el encuentro es desastroso. ¿Y cómo conecta toda esta historia de Lloyd con Fred Rogers? Pues, su editora en Esquire le asigna escribir sobre Fred como parte de la serie “héroes”. Aunque pone mucha resistencia, no le queda otro remedio que cumplir, pero lo hará con el propósito de descubrir al verdadero Rogers y no al buenazo que todos glorifican. En los encuentros que tienen, tanto en Pittsburgh, donde se graba el programa, como en Nueva York donde los Rogers visitan con frecuencia, Lloyd cambiará su actitud defensiva para entender a este hombre tan amado con su tono pausado y actitud de apertura que enfoca sus programas—y a todos los que conoce—en las inquietudes emocionales de los niños.
La caracterización que hace Tom Hanks de Fred Rogers es una lección en actuación superior donde el actor se disuelve en esta nueva personalidad. A través de su actitud, la tranquilidad de sus palabras, la habilidad de expresar sentimientos fuertes como el miedo a la muerte en palabras sencillas que despiertan lo mejor en nosotros, de compartir la calma necesaria para dejar a un lado la ira y el resentimiento y ofrecer a otrxs lo mejor de nosotrxs ,es el sentimiento que concluye este filme.
Queen & Slim
Directora: Melina Matsoukas; guionista: Lena Waithe; autores: James Frey y Lena Waithe; cinematógrafo Tat Radcliffe; elenco: Daniel Kaluuya, Jodie Turner-Smith, Bokeem Woodbine, Chloë Sevigny, Flea, Sturgill Simpson, Indya Moore, Benito Martínez, Bertrand E. Boyd, Jahi Di’Allo Winston.
Como sucedió con la producción afroamericana, Black and Blue, el tempo de este filme es casi imparable: ni los personajes ni los espectadores tienen un momento de relajamiento. La tensión se mantiene de principio a fin. El foco de la historia son dos fugitivos que, aunque no fuera su intención al principio, se convierten en criminales con una carga de asesinatos casi sin razón, excepto sobrevivir no importa las circunstancias. Hemos visto excelentes versiones de esta trama: Bonnie and Clyde (1967) de Arthur Penn, Badlands (1973) de Terrence Malick, Natural Born Killers (1994) de Oliver Stone. Pero a diferencia de las anteriores, tanto Queen & Slim como Black and Blue y 21 Bridges se insertan en el clima racista que impera en la sociedad estadounidense, especialmente en su relación entre ciudadanía y agentes policíacos.
Este “black Bonnie & Clyde”, como lo referencia uno de los personajes, comienza precisamente con ese roce entre un policía blanco que detiene a una pareja negra y utiliza toda la fuerza y comportamiento contra ellos como si fueran criminales. El desenlace de ese encuentro resultará en escapar por carreteras poco transitadas con la idea de abandonar el país y buscar refugio en Cuba. Sabemos desde que escogen esta ruta que las probabilidades de lograrlo son casi inexistentes, pero los acompañamos casi compartiendo la esperanza de poder rehacer sus vidas. Las paradas que hacen en su travesía son capítulos y facetas de diferentes sectores sociales pero la relación más importante es la de padre e hijo: Slim pensando siempre en lo preocupado que estará su padre al oír las noticias; el padre que recoge a su hijo en un colmado/bodega y lo maltrata verbalmente; el mecánico que trata de proteger al hijo de los peligros de la calle para que éste rechace su estilo de vida y prefiera la violencia abierta; el extraño blanco que pone su vida en peligro para esconder a dos desconocidos.
¿Y qué decir de las mujeres? Todas son fantasías masculinas con cuerpos esbeltos y descubiertos para deleite de esa mirada. Esto me parece muy interesante ya que tanto la directora como la guionista son las que presentan a lo que estamos acostumbradas en películas de acción. Tampoco ayuda que solo Daniel Kaluuya como Slim nos da un personaje con profundidad de principio a fin, mientras la modelo británica Jodie Turner-Smith como Queen y las otras pertenencias mujeres de su tío despliegan sus cuerpos con muy poco que añadir a sus personajes.
21 Bridges
Director: Brian Kirk; guionistas: Adam Mervis y Mathew Michael Carnahan; autor:Adam Mervis; cinematógrafo Paul Cameron; elenco: Chadwick Boseman, Sienna Miller, J.K. Simmons, Stephan James, Taylor Kitsch.
Como sucedió con Black and Blue, la historia se cuenta en horas y todo parece complicarse o resolverse en un tiempo acelerado donde mucho sucede y no hay historias secundarias que desvíen la atención del espectador. El director irlandés Brian Kirk escoge enfocar en un personaje central del que fluirán el pasado personal, su ascenso dentro de la policía, su especialidad en perseguir sin pausa a cualquier asesino de policías y resolver los casos más difíciles por haber poca evidencia o conexiones obvias. Andre Davis es el detective afroamericano que se ha dado a conocer dentro de esta estructura y donde hay un respeto hacia él a pesar de los consabidos prejuicios de la mayoría blanca. El crimen perpetrado no es solamente de ocho personas, sino que siete de ellos son policías. Al parecer es una confrontación entre dos criminales que intentaban robar un establecimiento y estos policías que entraron en la escena del crimen por accidente. Nosotrxs tuvimos acceso al suceso anterior y sabemos que comienza con un robo de una cantidad voluminosa de cocaína y termina con el escape de los dos hombres con entrenamiento militar que quitaron del medio a todo aquel que impidiera su salida.
Al entrar en la escena del crimen, Andre sabe que fueron solo dos los tiradores y poco tiempo después los identifica y localiza para decidir cerrar los 21 puentes que conectan a Manhattan con el resto de la ciudad. De ahí en adelante es una búsqueda sin parar donde cada grupo movilizado parece actuar independientemente. Y a pesar del ritmo frenético de la acción, se logra profundizar en los dos tiradores: Michael Trujillo y Ray Jackson, ambos veteranos de la guerra en Afganistán. Poco a poco Andre va descubriendo el tejido entre policías, FBI, investigadores, oficiales de la alcaldía y el robo y venta de drogas. A través del intercambio entre Andre y sus colaboradores y oficiales del cuerpo policíaco siempre se cuela el prejuicio y el trato desigual con negros, latinos y ‘otros’.