CLARIDAD
Cuando se habla del grupo trabajador de las mujeres, no se está hablando de un grupo neutral. Cuando se establecen exigencias de trabajo para la asistencia y licencias de cuido, cuando se mira el impacto de las medidas de austeridad, el cómo se afectan a las mujeres, es algo que parece mantenerse de manera intencional bajo el radar del Gobierno, plantea la organización Ayuda Legal Puerto Rico (ALPR) junto a la organización ProMadres en el estudio Políticas que Desplazan: Barreras para las Madres Trabajadoras.
“Se trata de un informe que viene a ser una herramienta de acción y de llamado no solo a, quizás, cuál es el estado de la situación de la mujer trabajadora, sino también a trazar un camino, una ruta de política pública, una ruta de reclamo dirigido a poder conseguir justicia económica para las mujeres, en particular para las madres trabajadoras”, declaró la directora ejecutiva de ALPR, licenciada Ariadna Godreau-Aubert, en conferencia de prensa. Aun cuando en el país existe una legislación laboral que se aduce es suficiente para atender el tema de la mujer trabajadora, lo cierto es que falla en proveer las condiciones mínimas para que las mujeres puedan desempeñarse de manera adecuada dentro de sus trabajos, alerta.
En una demostración de este señalamiento, que describió como terrible, aludió al suceso de la madre que sufrió un arresto porque salió a trabajar, dejando a sus niños solos en su casa, y que fue denunciada por un vecino. “El primer acto que se hizo fue el de la intervención. No se cuestiona cuáles son las políticas laborales que hacen falta para que ni la Policía ni el Departamento de la Familia tengan que intervenir. Nadie se cuestiona cuál es tema de las políticas del cuido, ese apoyo a las madres solteras jefas de familias, que están asediadas por la pobreza que incide en que esto ocurra”.
Observó que se pretende que las personas que reciben asistencia nutricional (PAN) trabajen sin tomar en cuenta que el 57 % de los recipientes son mujeres, y nadie está hablando de qué es lo que pasa cuando esas mujeres intentan entrar al mercado laboral y se enfrentan a condiciones de trabajo cada vez más precarias con pocas protecciones.
Barreras para las mujeres trabajadoras
La fundadora de ProMadres Díaz González quien llevó a cabo la investigación, expuso que el objetivo inicial del informe es describir cuáles son las circunstancias de las mujeres trabajadoras en Puerto Rico hoy y verlas a la luz de una serie de estándares establecidos a nivel internacional, incluso desde organizaciones como ALPR, de lo que es la vida digna para las personas mujeres. Para ello, se usó el ‘feminismo de datos’, que es ver las estadísticas con perspectiva de género. Eso incluye desde la recopilación de las estadísticas de lo que se está mirando, qué es lo que se busca, cuál es la pregunta que se quiere contestar, hasta la segregación de los datos por género y, luego, cuál es el análisis que se le da a los datos. No obstante, reparó en que la recopilación de las estadísticas fue una aleatoria debido a que las agencias de gobierno no están cumpliendo con la Ley 190 del 2007, que dispone que se publiquen estadísticas segregadas por género. Se partió de los datos que se puede sacar del censo de EE. UU. y de otras agencias dispersas.
Dónde trabajan y cómo cobran las mujeres, cuál es la situación de las mujeres trabajan
El informe indica que se estima que en Puerto Rico hay 820,788 hogares familiares y casi la mitad de ellos son liderados por una mujer sola. El 38 % de los hogares familiares viven bajo el nivel de pobreza.
A la atribución de que las mujeres no trabajan, revela que su tasa de participación a través de las edades empieza por encima de los hombres en edad más tempanara, entre 16 a 19. Luego continúan uniéndose al segmento de los 20 a 44 años, bastante cerca del de los hombres.
Sin embargo, según sigue aumentando la edad, esa etapa de participación baja y se desploma de 67.4 % a 53.7 %, mientras que la del hombre se mantiene sobre el 80 %. La investigadora expone que si se hace la pregunta de por qué esa baja, la contestación no es ni complicada ni amplia: es porque ese 40 % que se mantiene inactivo sí trabaja en lo que se llama oficios domésticos, según el Censo. Eso incluye el mantenimiento de la casa, el cuido de menores de edad, de adultos mayores y todas las gestiones que tienen que ver con la administración del hogar que asumen las mujeres. Otras razones son el que algunas ya se acogieron al retiro, el que las mujeres estudian más que los hombres y tienen más grados académicos. Eso se refleja en las estadísticas.
En dónde se desempeñan las mujeres, cuáles son sus ocupaciones principales
Son 10 las categorías que todavía son separadas por género: Oficina y apoyo administrativo, Ventas, Profesionales y técnicas de salud, Educación, Capacitación y biotecnología, Gerenciales, Operaciones comerciales y financieras, Preparación y servicios de comidas, Limpieza y mantenimiento de edificios y áreas verdes y Producción.
El salario promedio actual se ubica en alrededor de $15.50 la hora, mientras que las principales ocupaciones que realizan las mujeres tienen salarios menores al salario promedio. La mayoría de las mujeres están cobrando menos del salario promedio.
Díaz González informó que aunque todavía no hay estadísticas que reflejen el impacto de los últimos tres aumentos del salario mínimo, lo que sí sabe es que ese salario mínimo sigue siendo insuficiente, pese a que el aumento impacta a la mayoría de los puestos en las industrias que ocupan las mujeres.
Las estadísticas de pobreza
La investigadora describió como impactantes las estadísticas de la pobreza.
De los 136,503 hogares liderados por una jefa de familia sola activa en la fuerza laboral, el 47.2 % vive bajo el nivel de pobreza. En 79,505 de estos hogares, la jefa está empleada a tiempo completo y, aun así, 27.3 % de estos estaban bajo el nivel de pobreza.
La mediana de ingresos de hogares familiares se estima en $29,54; pero para familias lideradas por una mujer sola es de $ 18,862 y se reduce a $12,840 cuando hay hijos menores viviendo en el hogar. Cuando se trata de un hogar con un jefe de familia solo, estas cifras son de $22,349 y $19,022, respectivamente. En cambio, la mediana es de $39,637 en hogares matrimoniales y aumenta a $49,122 si tienen menores de edad.
Por otra parte, el 57.2 % de los hogares no familiares, o sea, de persona sola o con otros que no son familiares y dirigidos por una mujer, están bajo el nivel de pobreza. La mediana de ingreso de mujeres que viven solas se estima en $12,185, mientras que la de hombres que viven solos es de $15,343.
A la luz de la investigación, la licenciada Verónica Rivera Torres, del equipo de ALPR, quien atiende casos de violencia doméstica, planteó que cuando se dice que la pobreza tiene rostro de mujer, el problema es que se piensa en que es una persona que no trabaja, “cuando es todo lo contrario. Este informe lo que demuestra es que, aun siendo trabajadora fuera o dentro del hogar, sigue siendo una persona empobrecida, independiente de si está recibiendo un salario o no”.
En el estudio se hace una serie de recomendaciones para atender lo que las investigadoras consideran son las necesidades urgentes de justicia para las mujeres. Entre estas se destacan: uno, aumentar el salario mínimo mediante decretos mandatorios para sectores ocupados mayormente por mujeres; dos, dar incentivos a la contratación de personas con dependientes menores de edad y jefas de familia solas; tres, dar licencias especiales para asuntos familiares y de crianza sin agotar licencias regulares; cuatro, equiparar la licencia de maternidad del sector privado a la del sector público (16 semanas); y quinto, restituir las enmiendas a la Ley de Despido Injustificado sobre el periodo probatorio y la presunción de justa causa.
La licenciada Godreau-Aubert expresó el deseo de que “este informe se use de base para sumar derechos y construir el país donde queremos permanecer”, y que se tome en cuenta en las plataformas electorales de este año. Indicó que para ello esperan reunirse con los diversos partidos políticos.