Por Pascual Serrano
Los mismos Gobiernos que, hace un tiempo, nombraron presidente de Venezuela a un tipo que se subió a un taburete en la calle andan pidiendo las actas de todas las mesas de votación para investir ellos al nuevo presidente venezolano. Lógicamente me estoy refiriendo a Estados Unidos y sus pajes europeos, España incluida. No se han dado cuenta de que, mientras esperan, van reconociendo y felicitando a Nicolás Maduro como vencedor China, Rusia, Irán, Siria, Bolivia y otros países de América, Asia y África.
Creen los de Guaidó (el del taburete) que su sentencia importa, porque no se han dado cuenta que el mundo ha cambiado. El problema de sancionar a un país, pretendiendo aislarlo no comprando sus productos, robando sus divisas y persiguiendo a sus líderes, es que esos países sancionados pueden terminan comprándose los productos entre ellos. Desarrollando sus propias relaciones comerciales y, por supuesto, respetando a sus gobiernos. Y entonces el que resulta aislado es el sancionador.
Y eso es lo que les está pasando a los guaidófilos, que ya solo les queda la OTAN y el genocida Israel como ecosistema de convivencia. ¿Qué le pueden hacer a Venezuela para mostrar que no reconocen a Maduro? ¿Robarle CITGO? ¿Robarle el oro que hay en el búnker del Banco de Inglaterra? ¿Prohibir que su vicepresidenta pueda venir a Europa? ¿No dejar que sus refinerías hagan negocio con el petróleo venezolano? El problema es que todo eso ya lo han hecho, y ya no sirve como amenaza.
Venezuela no necesita de ellos
Venezuela no necesita de ellos, ya tiene socios comerciales para vender y comprar, opciones monetarias de comercio exterior diferentes al dólar. Además, sistemas bancarios internacionales que no pasan por Estados Unidos.
Los brabucones del mundo de ayer se han quedado solos, solo tienen monedas virtuales, economía especulativa y multimillonarios jugando en las redes que ellos mismos han comprado. Pero siguen pensando que el mundo está a sus pies.
La verdad, más les vale limpiar el Sena, que hasta parece que les está viniendo grande organizar los Juegos Olímpicos; buscar candidatos electorales que no sean seniles ni dementes, organizar unas elecciones sin que les asalten el Capitolio y mientras, ya pueden empezar a ahorrar para comprar placas solares a China, porque, a este paso, se quedarán sin tener a quién comprarle petróleo.