Biden, Cuba y el libre acceso al cinismo

 

 Corresponsal de CLARIDAD

La Habana, Cuba-El Senado de Estados Unidos aprobó esta semana una enmienda presentada por los republicanos Marco Rubio y Rick Scott, que pide al gobierno del presidente Joe Biden destinar millones de dólares a un fondo para facilitar acceso libre, abierto y sin censura a internet para el pueblo de Cuba”.

La iniciativa llega semanas después de que el propio presidente Demócrata se refiriera a Cuba como un “estado fallido” y dijera públicamente que su gobierno estabaconsiderando si tenemos la capacidad tecnológica para facilitar el acceso a internet” en la isla.

La postura del mandatario estadounidense y de los senadores Republicanos de la Florida –ahora, al parecer, devenidos buenos amigos– ha tomado a más de uno por sorpresa dentro de la isla, en gran parte por el cinismo que encierra. A lo interno, para nadie son un secreto las decenas de páginas web y aplicaciones de origen estadounidense cuyo acceso y uso están bloqueados para Cuba.

Por ejemplo, cerca de una veintena de sitios web de Google, de libre y gratuito acceso en todo el mundo –como Google Open Source, Google Domain, Google Clasroom, Google Earth, entre otras–, están total o parcialmente bloqueados para Cuba. ¿La razón? Como empresas, están sujetas a las leyes de Estados Unidos, que prohíben, a través del bloqueo, el acceso a ese tipo de servicios en Cuba.

Quienes tienen un reloj Apple o un aparato Garmin tampoco pueden utilizar todas sus herramientas dentro de la isla, pues, por ejemplo, los satélites programados para el uso del GPS de esos equipos son estadounidenses.

Incluso plataformas de comunicación como Zoom –ampliamente utilizada desde el inicio de la pandemia–, Adobe o Snapchat, están impedidas de usarse en el país caribeño por lo que constantemente los profesionales cubanos y la ciudadanía en general deben recurrir a programas alternos.

Según el ministro de Comunicaciones de Cuba, Wilfredo González Vidal, es precisamente la política de bloqueo, que han promovido, desde hace décadas, las distintas administraciones estadounidenses, “el principal impedimento para un mejor flujo de información y la comunicación en general por parte del pueblo de Cuba”.

“Se encarece la conectividad, se prohíbe el acceso a determinadas plataformas y tecnologías y se utiliza el ciberespacio para intentar subvertir el sistema político del país”, añade el titular.

Pero las prohibiciones de uso de ciertas plataformas son sólo una parte del bloqueo tecnológico al que se ve sometida Cuba desde hace años. Basta con ver la distribución en las aguas del Caribe de los cables de fibra óptica que suplen de Internet a los países de la región.

Docenas de cables submarinos que en su mayoría parten desde la Florida y enlazan con países de América Latina, formando una red de interconectividad entre Puerto Rico, La Española, Jamaica, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua y otros países. Curiosamente, ninguno de esos cables conecta con Cuba; las compañías encargadas de su instalación se han visto obligadas a dejar fuera a la mayor de las Antillas debido al bloqueo estadounidense.

La idea ha sido todo este tiempo aislar a Cuba para dar la impresión de un país incomunicado y retrasado tecnológicamente en el que sus ciudadanos se ven impedidos de establecer cualquier comunicación con el mundo exterior.

Resulta, por tanto, paradójico que después de tantos esfuerzos y dinero invertidos para suprimir la posibilidad de Cuba de contar con libre acceso a la Internet, hoy líderes Republicanos y Demócratas, indistintamente, ofrezcan con tanto desenfado brindar “acceso libre, abierto y sin censura” al pueblo cubano.

El gobierno cubano, por su parte, ha visto la iniciativa de Washington como un nuevo acto de injerencia política. El canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, catalogó la medida de “agresión” y denunció en su cuenta en Twitter que la enmienda “contribuye al lucrativo negocio de maquinaria política-subversiva en Florida”.

“El bloqueo es el obstáculo fundamental al acceso libre y soberano del pueblo cubano a internet”, sentenció.

“UN PLAN SUBVERSIVO CONTRA LA ISLA”

 La estrategia de la Casa Blanca llega además tras los sucesos del pasado 11 de julio en Cuba, cuando cientos de personas salieron a protestar a las calles en varias provincias del país alentadas por una campaña en redes sociales creada desde el exterior del país. Cientos de cuentas en Twitter y Facebook, muchas de ellas falsas, que durante los días subsiguientes a los disturbios inundaron las redes con informaciones falsas y manipuladas para vender la imagen de un país en caos y guerra social.

Mientras, Rick Scott ha dicho que el gobierno estadounidense debe “tomar medidas inmediatas para implementar toda la tecnología para facilitar el libre flujo de información hacia y desde la isla, y amplificar las voces del pueblo cubano”.

Lo cierto es que, según las pruebas y las denuncias presentadas por La Habana, estas acciones apuntan a un nuevo episodio de la guerra no convencional, o “guerra de cuarta generación”, que se viene aplicando en países como Cuba y Venezuela, así como países de Europa Oriental, y Medio Oriente.

Dada la obviedad de los hechos, si el gobierno de Joe Biden y los líderes del Partido Republicano quisieran realmente aportar al libre acceso de los cubanos a Internet, lo más lógico sería levantar las medidas de bloqueo que impiden a empresas extranjeras dotar de servicios tecnológicos a Cuba e incentivar a las compañías estadounidenses para que sus servicios y tecnologías puedan ser utilizados en la isla sin restricciones.

 

 

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