Especial para En Rojo
En la notable producción poética de la diáspora dominicana de los últimos años sobresale la obra de Alejandro González Luna, Rosa Silverio y Leonardo Reyes Jiménez. Todos se asentaron en Madrid, en donde han alcanzado notoriedad con la publicación de sus libros en editoriales de gran tradición y el logro de premios importantes. El benjamín de esta tríada, Leonardo Reyes Jiménez (Santo Domingo, 1991), es autor de dos poemarios excepcionales: Es preciso reponerse de la tristeza (2020), con el cual obtuvo en España el I Premio Internacional Elvira Daudet, y La rosa de la nada (2023).
La poética de Reyes Jiménez es de acento clásico en cuanto a la preferencia por los grandes temas de la literatura universal, en particular la muerte, el amor y el desamparo. Aborda esta materia desde una óptica nítidamente moderna en su atención a la tradición y los afanes por precisar los contornos del lenguaje poético. La mirada del sujeto en los poemas de Reyes Jiménez más que observar, crea lo que focaliza, como sospechó Huidobro. En el manejo de todas estas variables en su justa proporción radica la singularidad y esplendidez de su poesía.
Glosa a Zagajewski
¿Cómo sería ese momento en el que Adam Zagajewski
escribió Canción del emigrado?
(No he podido dejar de recitar esos versos)
¿Qué pensaría?
¿Qué recuerdos pasarían por su mente?
Puedo imaginarme
esos largos y fríos viajes por Europa
y el dormir en habitaciones igual de frías.
También me veo sentado
en uno de los últimos bancos
de una iglesia ortodoxa de París,
casi vacía,
donde cinco rusos encanecidos
de los cuales cuatro son señoras,
rezan a un dios más joven que ellos.
¿Cuántas veces iría Zagajewski
a esa iglesia?
¿Qué buscaría allí?
¿Cuáles oraciones saldrían de sus labios?
Quizás nunca pueda saberlo.
Sí, yo también creo que
habíamos existido antes.
Pero Zagajewski va más allá:
“Incluso conocíamos el sufrimiento”.
Las únicas cosas que nos faltaban,
y que todavía nos faltan,
son las palabras.
Sobre tierras galas
El avión avanza,
poco a poco,
sobre tierras galas, quizá.
Debajo de sus alas
nos observan
los niños
con asombro.
Para ellos
la vida transcurre lentamente
y les es difícil
seguir con sus ojos
nuestro rastro.
A nosotros,
en cambio,
nos da la impresión de ir muy despacio,
pero nuestra vida
parece tener prisa
por el aterrizaje.
Acedia estival
En agosto los parques están vacíos.
La luz traspasa las antenas y la colada en los viejos edificios.
Las latas de cerveza, abandonadas en los bancos,
siguen esperando a sus dueños.
Los toboganes, aburridos, miran a los niños,
pero los niños no quieren jugar con ellos.
Es domingo para las hormigas;
no saben qué hacer, masajean la tierra, como perdidas.
Los gorriones caminan dando saltos;
las piedras no tienen quién tropiece con ellas.
En el campo, las montañas se han ido de vacaciones.
El aire acaricia con descaro las piernas desnudas
y nadie lo reprende (se aprovecha de que es verano).
La soledad está sola, nadie le hace compañía.
Hay fiesta en el pueblo,
pero la tristeza se sigue adueñando de las cosas.
Nosotros, vacíos, seguimos esperando.
Seguimos esperando.
XXI
Justo ahora te llega a la memoria esa cafetería cerca de la Plaza de Oriente donde había libros
Y cómo hablabas exaltado sobre el eros y sobre el tánatos
Y la vida era para ti un solo riesgo un lanzarte hacia un abismo
Sin paracaídas solo con un libro de Nietzsche bajo el brazo
Entonces conocías qué era la juventud qué el valor qué la felicidad
Y hoy cuando escribes este poema eres aún joven y sigues sabiendo lo que es la inseguridad lo que es vivir sin un futuro
Pero también sabes que un día dejarás de ser joven o que morirás o que dejarás de ser joven y morirás
Y te entra entonces como un miedo al horizonte un temblor a la caída
Y quizás prefieras morir ahora morir ya de una vez cuando la vida es peligro y aventura
Y la vida es una manzana que está sobre tu mano y tu mano cubre completamente la manzana
Y quizás es mejor morir ahora cuando no le temes a la muerte
La vida. Qué significa
Háblame de la vida. Qué significa (?). Háblame de esta sucesión de instantes, de este continuo traqueteo de la mente. Háblame de los otros y de sus pensamientos. Dime de dónde surgen las palabras, dónde tiene su casa el misterio. Explícame cómo aún vivo, río y soy inmensamente feliz. Háblame de mis amigos. Muéstrame una fotografía. Revélame de dónde viene la inocencia.