De introducciones y muñecas rusas

 

Presentación del libro de Efraín Barradas, Introducción a Nilita Vientós Gastón(2024)

¿Qué hace un intelectual sino mirar, apreciar, cuestionar y proponer: ver? Esta presentación no será más que una matrioshka, o muñeca rusa, en acción. Lo primero que verán, y sirva referirlos a la portada para ello, será a Nilita Vientós Gastón viendo, mirando, apreciando, cuestionando y proponiendo mientras dentro, Efraín Barradas la ve, la mira, la aprecia, la cuestiona, y propone acercamientos a su obra que yo, ahora, lectora –y novata, en comparación con las demás personas que me acompañan– veo, miro y presento, como el mayor de los honores.

Introducción a Nilita Vientós Gastón de Efraín Barradas, publicado en el 2024 bajo el sello de Ediciones Callejón, es un homenaje en marcha a Nilita, desde el epígrafe citando a Henry James hasta su última línea, en la que se enmarca el deseo de que no se nos olvide esa niña que ella decía haber sido y nunca haber dejado de ser. El libro es un homenaje, en la medida en que es también una puesta en práctica de aquello que, según Barradas, era su modo de acercarse al mundo. En palabras del autor “Nilita lee y escribe sobre lo que lee y sobre lo que le atrae o le llama la atención o lo que cree es importante para sus lectores” (13) y, él, según mi apreciación, “lee y escribe sobre lo que lee y sobre lo que le atrae o le llama la atención” o, utilizando sus palabras y añadiéndole las mías, “lo que cree es [una posible ruta de estudio para quien quiera acercase, como él, a la obra de Nilita]”. Nilita escribió Introducción a Henry James para “compartir con otros, […], su entusiasmo por James” y Barradas, con una justa mirada crítica, comparte con nosotros su aprecio por la obra, y la vida, de Vientós Gastón en su Introducción.

El libro está divido en nueve ensayos que se acercan de maneras muy diversas a Nilita y a su obra. El primero, “Para nombrar a Sin Nombre, para nombrar a Nilita”, es un artículo que, comisionado por la propia Vientós Gastón, Barradas escribió para lo que sería el último número de la revista Sin Nombre. En él vemos a un joven Barradas que reconoce la importancia de Vientós Gastón en su vida desde que era aún más joven y como pequeño acto revolucionario, la veía por la televisión, sin imaginar jamás, que años más tarde ella aceptaría publicar las reseñas que él escribiría. En este artículo juguetón, como más tarde lo llamará él, queda en evidencia que no es necesario revestirnos de falsas seriedades para aportar al mundo intelectual pues no es solo una celebración de la labor de Nilita y su revista, sino una propuesta velada sobre la importancia e impacto de la reseña como género discursivo. Es un texto que le habla a cualquiera que esté interesado en acercarse al arte de la lectura como oficio: es fácil, desde este acá lector, reconocerse en sus palabras. Hago una pausa consciente, y les pido permiso para compartir lo que fue para mí una de las líneas más humanas y, por qué no, tiernas, de ese ensayo. Y claro, pido el permiso porque al igual que Bad Bunny, a quienes relacionan más con la generación Z, pero realmente es un late millenial como yo, este asunto de la autoreferencialidad me atrapa y, además de tirar todas las fotos que he querido, para luego no arrepentirme, también me tomo muy en serio lo que leo y termino viéndome en las palabras de otros como estas de Barradas en las que se pregunta “¿Habrá leído alguien lo que yo he publicado en Sin Nombre con el fervor y la fe con que yo leía esas cartas de Bayón y las mil otras cosas reveladoras que publicaba Nilita en Asomante? ¿Tendrán los otros lectores de sus revistas la misma falsa impresión que me dominaba cuando las leía: esto fue escrito exclusivamente para mí?” (21) Y yo, en este acá lector, en esta autoreferencialidad de la cual no me puedo escapar, no podía más que responder un gran sí, mientras le contaba a sus palabras que, además, cuando él me llamó para presentar su libro había sentido la misma emoción que sintió él cuando Nilita aceptó publicar su ensayo: no en vano, la imagen de la matrioshka para iniciar esta presentación.

En el segundo y tercer ensayo, “La monja hace el hábito: Nilita Vientós Gastón, la moda y el dandismo” y “Nilita ante la cámara”, respectivamente, hay un acercamiento que modela las posibilidades de estudio que, como críticos, podemos hacer. En ellos, un tema aparentemente banal, como lo sería su estilo de vestir y las fotos que le tomaron, se convierte en eje central de un estudio que no solo problematiza su figura y las complejidades que pueden haber detrás de una persona, sino que sirve de manifiesto en contra del proceratismo. De “La monja hace el hábito” hay dos asuntos que me interesan destacar: (1) la intención de presentar la vestimenta de Nilita como una herramienta más para visibilizar aquello en lo que creía y (2) el vínculo que logra crear en la sección “Para muestra un imperdible basta” con aquellos que, más o menos traviesos, nos acercamos a estos espacios en los que reina, sobre todo, la seriedad. En este ensayo vemos a Barradas, el crítico, que establece que no solo en los proyectos intelectuales de Nilita era posible identificar su ideal de cosmopolitismo, sino también en su ropa. Sin embargo, también vemos al Barradas estudiante, que con traviesa curiosidad, deja de atender todo lo que le rodea para fijarse de manera puntillosa en ese “imperdible” que le bastó a él para ver a Nilita de otras formas, y a mí, para verlo a él en pleno ejercicio intelectual, viendo lo que otros no ven, y prestándole atención. Por otro lado, en “Nilita ante la cámara”, Barradas exalta la labor de Ruth Vassallo en su libro Nilita Vientós Gastón, una vida en imágenes mientras va vinculando las fotos que aparecen en el libro con datos que recoge tanto de otros libros escritos por Nilita -como El mundo de la infancia- como de otros que fueron escritos por estudiosos de su vida y obra. Así pues, entre fotos, textos y conocimientos de primera mano, Barradas nos presenta acercamientos como este “Me atrevo a decir, al observar esta foto clásica de Nilita, que ese collar de perlas esconde explosivos, que esta es una guerrillera disfrazada de gran dama. O mejor, que esa gran dama, como tal, es más peligrosa que muchos jipis y punks” (53). No obstante, y que nadie se llame al engaño, también en este texto el autor logra con gran destreza destruir esa inclinación que se suele tener de enaltecer al punto de la beatificación a aquellos a quienes admiramos, y con cuidadoso detalle nos presenta a otra Nilita, una más humana: real. Lo mismo logra con “Dos mujeres, una ruta: Alicia Alonso y Nilita Vientós Gastón”, en donde, a partir de una de las fotos que aparece en el libro de Vassallos, analiza a ambas mujeres, desde la humanidad que encarnan, desde sus esencias: bien fueran los libros y la lectura, o el baile, para terminar resaltando que, en el caso de las dos, la mayor lección que se aprende es la misma “rigor y dedicación a lo que se hace” (61).

Los capítulos “Nilita lectora: Notas sobre la unidad de su obra”, “Nilita viaja a Europa”, “El Henry James de Nilita” e “Índice cultural / índice personal: Nilita Vientós lee a Albert Camus” son un acercamiento al modo en que Nilita lee, no solo las palabras de los otros a quienes lee sino a los contextos en los que se encuentra y los países que visita. Mientras leía los primeros dos, no podía sacar de mi cabeza las siguientes preguntas, “¿El reseñista, al final de la carrera, no hace más que presentarse a sí mismo? ¿No es la objetividad un gran disfraz que solo logran ponerse aquellos que con suma destreza maquillan todas las frases y palabras que dejan al descubierto sus subjetividades? ¿No es aquello que recordamos y plasmamos en el papel lo que justamente nos parece importante?” Este libro, si bien homenaje, no pretende ser una oda. En estos ensayos queda más que evidenciado y se ve con mayor profundidad en los ensayos sobre su libro sobre Henry James y sus lecturas sobre los textos de Albert Camus. En ellos queda claro que Nilita, humana, es la que escribe desde sus propias complejidades, pero que es precisamente esos matices, ese pensar y razonar como eje de todo proceso de redacción lo que la hace tan importante para quienes estudiamos su obra.

El libro concluye con el ensayo “Otra (pequeña) página para Nilita”, texto escrito a petición del periódico Claridad, ante la noticia de su muerte. En él, un Barradas más adulto se encuentra con el joven Barradas que escribió para el último número de Sin Nombre. En él, reitera la importancia del rescate de lo trivial que puede haber detrás de la figura de Vientós Gastón como mecanismo para huirle al deseo de hacer próceres de las figuras importantes del país. En él humaniza a Nilita, deja establecido que detrás de todas esas columnas y libros que tanto respetamos había una mujer de carne y huesos que fue niña, y por tanto, un ser humano como cualquier otro. Barradas, a través de todo el libro, le apuesta a todo aquello que parece trivial, como una forma de ver de manera distinta eso que todos ven, pero que muy pocos son capaces de descifrar. Introducción a Nilita Vientos Gastón propone ver esos detalles en los que nadie se fija, aquellos que parecen no ser importantes para que, nosotros desde este acá lector, hagamos con ellos nuestro análisis, nuestro juicio valorativo, nuestro cuestionamiento, nuestra propuesta. La Introducción a Nilita Vientós es una puesta en práctica de un homenaje que hace precisamente lo que ella hacía y proponía hacer: el libro se fija en ese imperdible imprudente que solo alguien que mira con razonada claridad es capaz de analizar.

Este libro es una introducción a Nilita, pero es también una introducción y guía para todo aquel que desee hacer estudios dentro del campo de la literatura y las humanidades. Es un modelo sobre cómo mirar, apreciar y cuestionar, antes de proponer. Es una compañía honesta, y muy humana, ante aquel que comience en estos caminos. Es también un mapa con diversas rutas de estudio para quien interese estudiarla y un acervo de recuerdos valiosos para quienes, como él, la conocieron. No obstante, para mí, este es uno de sus mayores valores: en tiempos de tanta violencia vil hacia aquellos que nos dedicamos a estos oficios humanísticos, que todavía existan personas levantando un lápiz o tecleando en una computadora, apostándole a que sus textos sirvan de ejemplo y sean punto de partida para el trabajo de otros, me parece un acto de fe infranqueable que no merece sino que más muñecas sigan saliendo de esa gran matrioshka que empieza con Nilita, continúa con Barradas, y espero, continue con muchos otros estudiantes más, interesados en el arte de mirar, apreciar, cuestionar y proponer, como punto de partida y única ruta posible para el cambio y la movilidad social.

 

 

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