En solo unos meses, la Alianza de País entre el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) se ha ido consolidando como la opción de fuerza y nuevas ideas para enfrentar al bipartidismo inepto y corrupto de los sucesivos gobiernos de los partidos Nuevo Progresista (PNP) y Popular Democrático (PPD) en las próximas elecciones generales de noviembre de 2024. El binomio político- partidista que se ha turnado el gobierno colonial de Puerto Rico durante los pasados 56 años, hoy se enfrenta al desgaste de sus bases y maquinarias, y al rechazo del pueblo puertorriqueño a sus malos gobiernos, así como a las graves consecuencias de la crisis fiscal, económica y social que, entre ambos, han contribuido a desatar en nuestro país.
En una larga y animada entrevista con CLARIDAD, el candidato a la gobernación por la Alianza, Juan Dalmau del PIP y la candidata a Comisionada Residente, Ana Irma Rivera Lassén de MVC, compartieron sus planes para comenzar a devolverle la confianza al pueblo en las instituciones y el servicio público, y sus propuestas para atender la crisis, y comenzar a revertir sus estragos mediante el trabajo, el estudio, el emprendimiento y el aprovechamiento máximo de los recursos del país en beneficio de nuestra gente. Desde su oferta de gobierno limpio hasta el desarrollo de un modelo de administración pública eficiente, sensible, empático y respetuoso de los derechos civiles y humanos, que ponga su énfasis en la prestación efectiva de los servicios esenciales a la población, el plan de gobierno de La Alianza genera esperanzas.
Por otro lado, también La Alianza propone una nueva manera de que el gobierno de Puerto Rico se relaciones con las instancias del poder metropolitano en Washington y con la diáspora puertorriqueña en Estados Unidos. Convertir la Comisaría Residente en gestora de proyectos que impulsen la conversación en el Congreso sobre la descolonización de Puerto Rico y que se propongan otras iniciativas, más allá de la obtención de fondos federales, sería un modo diferente y creativo de darle visibilidad a esa posición de obvia inferioridad política. Igualmente novedoso es el acercamiento que propone La Alianza para un rol más activo y efectivo de la diáspora puertorriqueña en el desarrollo económico y la reconstrucción del país, y en la búsqueda de soluciones a los problemas de Puerto Rico. De ahí su propuesta de convertir la Oficina de Asuntos Federales de Puerto Rico (PRFFA)- actual refugio y financiador de políticas y políticos improductivos en Washington- en una oficina de enlace que le dé visibilidad e importancia a la diáspora puertorriqueña y promueva su participación en los asuntos que le afectan.
Ambos candidatos fueron enfáticos, además, en denunciar la proyectada consulta de estatus que el gobernador Pedro Pierluisi ordenó, y el PNP impulsa, para que se celebre junto a la elección general, un obvio subterfugio político con el propósito de utilizar la “estadidad”- actualmente muerta en el Congreso y la Casa Blanca- como gancho para movilizar a los sectores fanáticos de dicha colectividad y darle ventaja electoral a su candidata a la gobernación.
El entusiasmo y nuevas ideas de los candidatos de La Alianza contrastan con la falta de propuestas del binomio PNP- PPD, cuya única medida de recuperación económica consiste en continuar aumentando la dependencia de la población de Puerto Rico de los fondos que provienen del gobierno de Estados Unidos.
Las pasadas primarias de ambos partidos dejaron al descubierto su evidente desgaste. Con todos los alcaldes del país pertenecientes a ambas colectividades, y con cuantiosos recursos públicos a su disposición, apenas pudieron movilizar 426,000 electores a unas primarias cuyos resultados, en lugar de servirles de fortaleza, les dejaron profundamente divididos, y sacaron a flote su falta de liderazgo, y la desmovilización y debilidad creciente que les carcome a lo interno.
Además, como representantes del pueblo de Puerto Rico, el PNP-PPD han perdido la credibilidad ante las instancias de poder en Estados Unidos. La aprobación de la Ley PROMESA y el nombramiento de una Junta de Control Fiscal (JCF), como medidas del Congreso y la Casa Blanca para enfrentar la crisis de la deuda pública de Puerto Rico, así como la larga historia de casos de corrupción de altos funcionarios del gobierno de Puerto Rico, con dinero público federal y local, han hecho mella en la imagen del liderato de ambos partidos. Tampoco se les respeta porque son serviles y plegados ante las instancias del poder en el Gobierno de Estados Unidos y de los partidos Republicano y Demócrata, como si estos fueran su última tabla de salvación. Así lució la candidata del PNP, Jenniffer González, que encabezó muy sonreída la “delegación” de dicho partido a la Convención del Partido Republicano, a pesar de que los republicanos de allá eliminaron la “estadidad para Puerto Rico” de la plataforma partidista. Idéntica óptica tendrá la Convención del Partido Demócrata, en la que ya han anunciado su participación políticos del PNP y el PPD, como el actual gobernador Pedro Pierluisi y el candidato a Comisionado Residente por el PPD, Pablo José Hernández Rivera. Pierluisi seguramente irá en busca de opciones personales, porque fue derrotado en su aspiración a la reelección por el propio PNP, y será de muy poca relevancia y utilidad para el Partido Demócrata. Por su parte Hernández Rivera, portavoz del Estado Libre Asociado ( ELA) colonial, tampoco parece tener mucho futuro en un Partido Demócrata que quiere lucir “avanzado” en cuanto al estatus de Puerto Rico y deja fuera de sus propuestas cualquier opción de estatus que sea colonial y territorial como el ELA.
Las opciones para estas próximas elecciones en Puerto Rico están claramente demarcadas. El PNP-PPD representan el pasado, y nuestro pueblo ha vivido y sigue viviendo en carne propia el efecto de sus políticas y acciones fracasadas. La Alianza de País- que ha sabido saltar hasta ahora todos los obstáculos que le han puesto sus enemigos- se presenta como la opción hacia el futuro, una nueva oportunidad desde el pueblo puertorriqueño-y para el pueblo puertorriqueño- de derrotar al bipartidismo inepto y corrupto que mantiene a Puerto Rico de rodillas y empezar la construcción de un nuevo país.