Encontrado en las redes-Viajar a La Habana en un Air Fryer

 

 

Estuve toda la mañana lavando,  limpiando, gavetas y armarios,  tirando cosas. Mientras hacia quehaceres del hogar en automático aprovechaba para  educarme con podcasts de filosofía y política.  Otras veces lo hago con música que no escucho con frecuencia.  Claro, a mí me da trabajo sentarme solamente a escuchar  música. Se la pido a Alexa. De este modo hago cosas para las que no es necesario pensar y uso mis sentidos para algo que me da placer. También me meto en la cocina con algún embeleco entre ceja y ceja. No sé por qué a los inventos los colocan ahí. Luego pruebo y como.                         Me debo el premio y desarreglo.  Sí, yo soy de las que me premio los logros y me consuelo las penas con la comida. O sea, caso perdido porque tengo excusa a diario.

Cuando éramos niños y niñas – esto debe quedar claro- jugar era posiblemente la actividad que más en serio nos tomábamos. Por lo general uno se divierte haciendo esas cosas que le gustan y con frecuencia, en el juego la mejor parte es cuando imaginamos o nos vamos en un viaje de fantasía.  Ese es el juego.

Eso me pasa a veces cuando cocino. Imagino placeres de la comida familiar, la de mi casa o la de la abuela, ambas en lugares distintos y con sabores diferentes.

Hace tiempo, eso de  imaginarme que preparo alimentos para una mesa en otro lugar, país y cultura es uno de los juegos que más disfruto.

Hace una semanas estoy  utilizando un equipo que compré hace dos o tres años. Lo utilicé una vez y lo guardé con la intención de no usarlo más y regalarlo.  Me refiero a un air fryer que usé solo en una ocasión para hacer unas papitas y pollo  frito. Quedó espantoso y descarté intentar cocinar con eso nuevamente. Hasta hace unos 10 días.

Mi horno tostadora se dañó y decidí no comprar otro. Mi cocina es pequeña y ya está llena de tereques. Incluyendo una máquina para hacer pan que no sé qué  hace ahí todavía. Estas casas viejas de urbanización no tienen cocinas grandotas para colocar tantos cachivaches como las que hoy día consideramos indispensables. Son casas pre micro, pre máquina de expreso, procesador, batidora kitchen aid, y otro montón de artilugios para las que no hay espacio ni toma corrientes.

He estado probando otros modos de preparar lo que hacía en el hornito y por ahora resuelvo con el air fryer  con un resultado satisfactorio. Eso y la necesidad de eliminar toda la grasa en la preparación de alimentos me lleva a darle otra mirada a la cajita para freír con aire caliente.

Hoy me voy en un viaje gastronómico a la Habana con unos frijoles negros que es para mí uno de los platos emblemáticos  de la cocina cubana y lo demás pues, es accesorio.

¿Qué los hace cubanos?  Pues que no se incluían en la cocina boricua tradicional y que sus ingredientes son distintos a los de nuestras habichuelas.  El air fryer lo utilicé para freír unos maduros y cocinar una pechuga a la plancha con pimiento morrón rojo fresco y cebollas salteadas, también en el AF.  Cero grasa, salvo una rociada de aceite a los plátanos maduros para que doren. Ya mismo les subo la foto.

Otra ventaja de ese modo de cocinar es que prácticamente no hay cocina que limpiar de grasa ni muchos trastos que raspar. Eliminar la cochinada de freír en grasa y las calorías que se consumen al hacerlo, para mí es una alternativa con la que siempre gano.

Ya sé, la pregunta clave, ¿es cierto que al usar el air fryer  se pierde sabor?  ¿Qué se puede hacer para que la comida tenga ese sabor único que da el freír y que  la grasa corona con sabrosura?   Sugiero que se use más ajo, hierbas frescas, orégano, perejil,  limón o vinagre de vino en el adobo de las carnes y pescados.  Vaya suave con la sal porque aunque da sabor nos buscamos un rollo con eso de la presión alta. Si no tiene ninguno de esos problemas una vez cocida la pechuga, pásele unos brochazos de mantequilla y nadie se entera de que hizo pillería. Total, eso es lo que los restaurantes hacen, bañarlo todo en mantequilla y por eso todo lo de los sitios que usan libras de mantequilla a  diario sabe tan rico.

Juegue a experimentar que antes de darse cuenta descubrirá sus propios secretos para darle sabor a lo que antes freía con mucha grasa y sal. ¡Buen provecho!

 

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