En días recientes se ha hecho pública la delicada situación financiera de New Fortress Energy (NFE), empresa que montó y opera el terminal de gas natural licuado en la Bahía de San Juan, mediante el cual se suple de dicho combustible fósil a algunas de las plantas generatrices de la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico (AEE) en la.zona metropolitana. La propia gerencia de New Fortress comunicó a sus accionistas que su futuro como empresa solvente está en peligro. Una admisión de extraordinario significado, toda vez que NFE es la empresa matriz de GeneraPR, la subsidiaria a la que el gobierno de Pedro Pierluisi le otorgó el contrato para la generación de energía eléctrica en Puerto Rico.
Junto a LUMA Energy, a cargo del contrato para la transmisión y distribución eléctrica, GeneraPR es la otra pata del sistema eléctrico puertorriqueño que, desde la década de los años 40 estuvo en manos de la Autoridad de Fuentes Fluviales, más adelante, AEE. Precisamente fue la quiebra de la AEE lo que precipitó la frenética privatización del sistema eléctrico de Puerto Rico, luego de su colapso tras el.paso del huracán María en el año 2017.
Tras el súbito anuncio de NFE, llegaron las excusas oficiales. Omar Marrero, principal oficial del gobierno saliente de Puerto Rico, a cargo de la supervisión de las obras y fondos para la recuperación, dijo que no sabía nada de la comprometida situación financiera de NFE y GeneraPR. Pero, en los círculos de la industria energética ya había dudas sobre la solvencia de NFE. Al respecto, el Instituto de Análisis Económico y Financiero de la Energía (IEEFA, por sus siglas en inglés) expresó que «las implicaciones de este fracaso son considerables y plantean muchas preguntas: ¿ los mercados verán esto como un hecho aislado o como una mera prueba de un eslabón más en la larga cadena de debilitamiento de los índices financieros que involucran al sector de los combustibles fósiles?”
La quiebra de la AEE fue precipitada por las decisiones fiscales irresponsables de los gobiernos sucesivos de los partidos Nuevo Progresista (PNP) y Popular Democrático (PPD). Estas fueron el telón de fondo del atropellado proceso de privatización del sistema eléctrico de nuestro país. Entre los años 2009-2013 la deuda de AEE se duplicó de $5 mil a $10 mil millones. En el año 2010 se hizo una emisión de bonos por $4.5 mil millones, la más cuantiosa en la historia de la corporación pública. Los responsables del gobierno de Puerto Rico durante esos años que incubaron la quiebra de la AEE forman aún parte del «establishment» político que nos rodea. Luis Fortuño, entonces Gobernador, y Jenniffer González, entonces Presidenta de la Cámara de Representantes , y hoy gobernadora electa de Puerto Rico, ambos del PNP, fueron los propulsores de la emisión de bonos que duplicó la deuda de AEE. Poco tiempo después, y ya herida de muerte la AEE, Eduardo Bhatia, del PPD, presidente del Senado, y Larry Seilhammer, portavoz de la minoría del PNP en dicho cuerpo, hicieron causa común a favor de la privatización eléctrica y de la industria del gas natural como fuente principal de combustible para Puerto Rico.
Desde Washington y en el Comité de Recursos Naturales del Congreso, el poderoso «lobby» del gas natural de Estados Unidos ya se preparaba para competir de tú a tú en los principales mercados del mundo. La quiebra fiscal de Puerto Rico, la aprobación de la Ley PROMESA y el nombramiento de la Junta de Control Fiscal les abrieron las puertas de par en par al mercado de Puerto Rico.
Lo demás es historia conocida. En un abrir y cerrar de ojos, y ante la oposición masiva del pueblo puertorriqueño, la AEE fue desmantelada, se consumó la privatización de nuestro sistema energético. Desde entonces el caos y la inestabilidad eléctrica han sido la orden del día en todo Puerto Rico, forzando el cierre de industrias y negocios grandes y pequeños, y causando pérdidas cuantiosas a nuestra economía.
Con el anuncio fatal de la posible insolvencia de NFE y GeneraPR se viene abajo completamente el experimento fallido de la privatización de la AEE. Queda manifiesta también la corrupción e hipocresía de los políticos del patio y de Estados Unidos que permitieron que la AEE quebrara para beneficiar intereses de negocios y a sí mismos.
Ni LUMA Energy, ni New Fortress, ni GeneraPR, ni tampoco la supremacía del gas natural- un combustible fósil e importado- son la respuesta a la necesidad energética de nuestro país, de nuestra economía actual, ni del desarrollo económico sostenible de Puerto Rico. Muy duramente, durante estos pasados años nuestro pueblo ha aprendido esa lección y sabrá actuar en consecuencia para no permitir que nos sigan robando el futuro. New Fortress Energy y GeneraPR probablemente tengan sus días contados, pero Puerto Rico sigue vivo y ha demostrado con creces la fortaleza que lo hará prevalecer.