Hay futuro

Esta portada de CLARIDAD (“Frente unido o cero voto”), que tiene más de 50 años, nos advierte del largo recorrido que han tenido los llamados a la unidad independentista y anticolonial. Una parte de ese proceso de los primeros años de la década de 1970 estuvo muy influenciada por un sentido de urgencia que se confundía lamentablemente con la arrogancia proverbial –real o inventada– de una parte del liderato indepedentista. Esa época se vivía con una intensidad increíble. Imaginábamos que la independencia «estaba a la vuelta de la esquina» y muchos de los errores y los excesos que se cometieron comparten ese origen. Estamos en otro tiempo cuando pensamos en el periodo 2025-2028. Y mi único consejo es que no dejemos para un plazo de diez o doce meses, como ocurrió en el 2024, lo que podemos y debemos hacer desde ahora, a unos cuantos años plazo.

Recapacitar sobre ciertos extremos o fallas notables de la experiencia electoral del 2024 es muy necesario. Pero lo es también identificar las fallas que se visualizan como pequeñas y tomar conciencia de que la unidad y un frente anticolonial no es solo la suma de dos partidos, sino la convocatoria a una transformación del país que empieza por nosotros mismos y por cada persona. Los acuerdos institucionales entre el PIP y el MVC no son suficientes para acumular toda la fuerza que se necesita para derrotar al monstruo del PNP. Hay que abrirse a la perspectiva de que este movimiento puede «gobernar» (en un contexto colonial de inmediato y en plena emancipación en el futuro) y eso tiene profundas implicaciones a la hora de pensar la convergencia de esas fuerzas, la organización y sus ejes programáticos.

La experiencia de los frentes amplios en América Latina debería ser examinada ahora que tenemos tiempo para aprender y hacer ajustes; retomar los encuentros que propuso Causa Común para visualizar lo colonial y lo social desde una perspectiva local, que incluye el barrio, el sector o el municipio, por una parte, y por otra, las profesiones, las prácticas culturales y las dimensiones diversas de la solidaridad y la autogestión; darle curso a los llamados a fortalecer los medios de comunicación –como el Periódico Claridad– comprometidos con cambios profundos en lo político y en potenciar la actividad cultural en el país. Y pienso también en los proyectos más modestos que incluyen las editoriales pequeñas, los programas de radio, los talleres de educación política y popular. Me limito a estas tres ideas para esa maleta cargada de futuro. De seguro hay otras y mejores.

Por último, me parece que debe valorarse el contagioso ánimo que se percibe con las posibilidades de un frente amplio para el 2028. Insisto: ahora tenemos tiempo para madurar buenas ideas antes de que nos acorralen las lógicas electorales. Vamos a aprovechar ese tiempo, todos, los que somos no-afiliados, los del PIP y los del MVC, todos en un ánimo a lo Pepe Mujica, sin gríngolas, sin temerle a profundizar en el estudio y en el debate, y claro está, desde el cariño y las pasiones que desatan las esperanzas por un Puerto Rico con futuro.

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