Instrucciones para convertir un párrafo de 6 líneas en las cuerdas de una guitarra 

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0.0: Si quisiera salir del paso con gracia y chispa, respondería que escribo porque no sé pintar poemas de forma y color como Rafi Trelles o Cecilio Colón ni golpear las blancas y negras como Eddie Palmieri. Si quisiera devolver la bola a su cancha con el más raudo disparo, echaría mano del santoral de sabiduría popular china y repetiría: “El pájaro no canta porque tenga una respuesta; canta porque tiene una canción”. Entonces, yo escribo por lo mismo que Ud. fuma o juega Pega 3: porque es mi vicio, mi dulce e incurable pasión.

0.1: Escribo porque en la juguetería no me permiten oficiar de arúspice y abrir los juguetes para ver que guardan en su interior. Por puro goce y por conciencia. Para plantarme ante el universo y ser fiel testigo de mi tiempo. Para escuchar y comprender a ese otro que a solas siempre conmigo cabalga. Para respirar mi trozo de libertad. Para devolverle la magia al mundo. Para trascender y alejar mi alma del cieno y el muladar. Para eternizar lo efímero. Para denunciar tanta azúcar y sal mal repartidos. Para celebrar el regreso de las golondrinas, el canto de los ruiseñores y el vestido de novia del roble en flor.

0.0: Aunque no simpatizo con el castizo e insuficiente concepto “generación”, la distancia y madurez ganadas me llevan a aseverar que cada generación tiene que cargar con sus deberes y, al hacerlo, asume que a su vez la anterior cargó con los suyos y que lo que hagamos nosotros por los que vienen es justo balance por lo que hicieron por nosotros los que estuvieron antes.

0.1: Emprendo el viaje, no a la semilla, pero sí a tempranos años escolares en los que vinculé mis afectos con 2 educadoras de quienes aprendería a amar el sonido de las palabras: Monserrate Rivera y Rosalina García. Ya luego, una combinación de sobresalir académicamente, ser tímido y, en consecuencia de ambas cosas, marginado por los compañeros más atléticos, me llevó a refugiarme en la biblioteca. De este modo, “viajé al centro de la Tierra” y “3 mosqueteros” me abrieron los sentidos al maravilloso mundo alterno de la literatura. Así, fui inoculado con el benigno germen. Ya a punto de hacer la transición a estudiante universitario, vino a reforzar el vicio lector el que a mis manos llegara un álbum de Serrat. (La voz del autor de “Lucía” y “Mediterráneo” me dibuja en el oído un patio escolar alfombrado de cohitre y moriviví a la hora del recreo.)

1.0: A mediados de los 70, cuando corrían los días más silvestres, menos inciertos y contaminados, tocó ingresar a la Universidad del Estado. Descubrí que mis aptitudes y gustos no concordaban con los planes para mí trazados por la familia. El loco del clan dejaría atrás la pecera de aire climatizado, el bejuco estetoscópico y la cota blanca que conducen a la práctica de la medicina y con toda probabilidad a una vida vacía y llena de lujos y veleidades. Entonces, orienté mis mejores ganas hacia el estudio de las Humanidades.

1.2: Mi vida universitaria correría paralela a hechos que propiciaron el nacimiento de mi conciencia política. Tomé talleres de creación y me vinculé a otros que padecían idéntica calentura. De esa época me nacieron hermosos lazos fraternos que aún conservo y el cariñoso maestrazgo de Manuel de la Puebla. También me animé a participar en certámenes y revistas.

2.1: Uno de mis cursos me llevó a trabar amistad con José Luis Vega, a quien le compartí los textos mostrencos que por aquel entonces escribía. De esa relación podría repetir las palabras de Cesáreo Rosa Nieves acerca de su mentor Antonio S. Pedreira: “Me inició en la cultura moderna y orientó mis preocupaciones literarias hacia amplios y correctos derroteros”. Ello redundó en ampliar el estrecho mundo de signo modernista en el cual por entonces chapoteaba muy a gusto. Una reprimenda suya vino a resultar mi caída de Damasco, pues ya era tiempo de que zambullera mi espíritu en aguas más profundas. Advine en conocimiento de los grandes Maestros: Vallejo, el mejor Neruda, Miguel Hernández, Lorca, Rimbaud, Cavafis, Pessoa, Whitman. Éstos, a su vez, me llevarían al descubrimiento de Molina, Orozco, Parra, Cardenal, Sabines, Dalton, Hahn, Montejo y Juan Luis Panero, entre otros.

2.2: Paralelamente a mi quehacer literario, por entonces me destacaba como beisbolista. Una lastimadura troncharía mi prometedora carrera de lanzador y aunque allí saboreé glorias, apagado ya mi sueño y huérfano de ese mundo, torné a volcar mis ganas y energías en la creación literaria de un modo más intenso y comprometido.

2.3: Fui asiduo visitante de la sala Zenobia y Juan R. Jiménez. Allí recibí un invaluable tesoro de manos de la bibliotecaria Aida Bravo: la Nueva poesía cubana, antología compilada por José Agustín Goytisolo. Ello vendría a desplegar ante mis ávidos ojos todo un atlas de posibilidades por mí insospechadas. Entre sus páginas vibraban las espléndidas voces de poetas que habrían de resultar medulares en mi formación: Jamís, Padilla, Suardíaz, Fernández Retamar y Nogueras. Leer su refrescante poesía fue para mí el equivalente a lo experimentado por el coronel Aureliano Buendía cuando de niño su padre le llevó a conocer el hielo.

2.4: En fin, aconsejado por Cavafis, me embarqué en ese viaje de ida sin regreso en pos de mis personales ítacas y, al hacerlo, partí con la mochila repleta de entusiasmo y hambre de saberes.

3.0: Por esa época, la música de la fiebre de los sábados en la noche me formateaba el disco duro y yo me llevaba el mundo por delante. (“A los 20 uno escribe poesía como si fuera un reactor nuclear. / A los 30 uno escribe poesía como si fuera el operario del reactor nuclear.”) Todavía no se aventaban muchas de las execrables plagas que habrían de acompañarnos en la posmodernidad. Aun así, soplaban tiempos difíciles. La recién estrenada década siguiente trajo consigo en 1981 un agrio conflicto huelgario provocado por un alza en costo de matrícula.

3.1: Un curso de redacción y estilo con Luz Minerva Betancourt resultó ser una experiencia trascendental en el riguroso aprendizaje del oficio escritural y en el refinamiento de mis aptitudes. Más adelante, la estrecha y transparente amistad de Salvador Villanueva, el diálogo permanente y enriquecedor con él, vendrían a redondear el bagaje básico para asumir de cuerpo entero la búsqueda de mi voz, sus posibles alcances y enfilar el rumbo de la embarcación.

4.0: Debo deudas que mal se pagan con palabras: Ilka Esteva, Félix Franco Oppenheimer, Gustavo Agrait, Lili Urrutia, Ana Lydia Vega, Magali García Ramis, Roger Martínez Lockwood, Arsenio Suárez, Ramón Luis Acevedo. (Por respeto a la larga y entrañable hermandad que me une a Daniel Torres aún conservo la compacta y rudimentaria Brother Deluxe 800T, que tuvo a bien regalarme cuando se dañó mi primera maquinilla, quedándose él sin instrumento de trabajo.)

Y puestos a escoger, por sintonía y afinidad de carácter, me sigo sintiendo a mis anchas junto a los colegas que velaron sus primeras armas literarias en torno a las revistas Filo de Juego y Tríptico: Israel Ruiz Cumba, Mario Rosado, Rafael Acevedo, Zoé Jiménez Corretjer, Michele Dávila y Alberto Martínez Márquez.

5.0: Escribo, además, porque es una manera genial de divertirse. Para entenderme con la fealdad del mundo y transformarla. Para denunciar las injusticias y celebrar el pan, la amistad y la alegría. Para no perder la capacidad de maravillarme ante lo en apariencia más insignificante. Para reírme de mí mismo e iluminar el lado oscuro de mi corazón. Para sobrellevar el siniestro callejón salpicado de incertidumbre, vergüenza y espanto en que nos han metido los políticos que gobiernan el país. Para enriquecer mi espíritu, porque en primera y última instancia la escritura es un camino espiritual.

5.1: La poesía es el viaje; el poeta únicamente quien carga las maletas. Y como el texto cobra vida cuando sobre él desgasta sus ojos el lector, sólo aspiro a honrar la sentencia de Camus: “todo logro significa una servidumbre; obliga a otro más alto”, y que los exigentes visitantes de sus páginas puedan hallar en ellas eco de las palabras de Borges: “no ha envejecido; pudo haber sido escrito esta mañana”.

Después de todo, las artes son testimonio vivo de la imaginación y capacidad de sobrevivencia del ser humano ante la adversidad. Sólo así nuestras huellas podrían perdurar en la conciencia viva de la posteridad.

 

[13-21 marzo 2025]

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