La fragilidad del Archivo

 

 

Especial para En Rojo

  1. Buscando las coordenadas de un mapa donde situarse, la escritora entra a un espacio desconocido y lejano. Algo la seduce a seguir caminando y ella, contrariando la maleza, la humedad, el calor, los espinos, las lamedoras y ortigas, las telarañas y las avispas, insiste en encontrar aquello que, aunque intuye que existió, aún no sabe nombrar. Mientras se adentra, avista una casa de madera abandonada. Atrevida, asoma su corporeidad por la estructura derruida. Los escalones de la desvencijada escalera chirrian; el musgo ha entintado la madera de las paredes, de las ventanas, de la baranda del balcón de un verde tan profundo que la vuelve negra. El zinc del escaso techo a dos aguas está completamente oxidado, pero ella continúa por curiosidad, porque quiere ser testigo de lo que se desmorona. Aunque temerosa de que la casa se le venga encima si da un paso más, sigue recorriendo ese mapa del pasado. Hay algo infantil en su insistencia. Sabe que el trópico con su humedad, sus lluvias, sus tormentas, sus vientos y temperaturas, convierte en polvo la materia. Y como el esqueleto de una hoja, que es preciosa por los rayos de luz que se cuelan entre sus nervios y porque recuerda la hoja que fue, los objetos de esa casa estremecen la nostalgia en la escritora. No teme a los muertos, ni a sus fantasmas, aunque sí a los ratones-los devoradores-y a la voracidad de la humedad. La casa es un archivo.
  2. Últimamente me arrimo a la escritura con la obsesión de la archivista. Invadida por la sensación de habitar un archipiélago con un gigantesco cartel de SE VENDE y aterrada por la continua pérdida del patrimonio natural y cultural, estimo que mucha de la experiencia clasificada como“Puerto Rico”debe preservarse, reescribirse, reproducirse. Y esa aparente cualidad de permanencia que puede tener la palabra escrita, aunada a la voluntad de recuperación de la archivista, consuela.
  3. Parecería que el orden es contrario. No acontece el pasado y luego viene su recuperación, más bien, el presente de rescate invoca lo pretérito y lo transforma. Casi como el tiempo verbal del imperfecto. El pasado siempre está por ocurrir, formula Cristina Rivera Garza.
  4. De aquí la belleza de Observatorio de lagunas: notas de campo de Sofía Gallisá Muriente (EEE, 2023); formulación poética de un proyecto artístico visual que investiga sobre la práctica de recordar en Puerto Rico, visibilizando la borradura histórica como mecanismo de poder del colonialismo. En esta bitácora, las lagunas son tanto los ecosistemas costeros como las ausencias del olvido. Linda metáfora. Pero la artista se (y me) consuela al recordar que “la destrucción y la muerte son inherentes a los ciclos de transformación que nos conectan a todo; y que la memoria y los archivos también están en nuestros cuerpos y territorios.” Bien sabe Gallisá Muriente que la memoria, como el cuerpo, es un palimpsesto, pura acumulación de capas de significados. La llama sedimentaria para dar cuenta de su devenir en el tiempo y sus accidentes.
  5. No es casual la proliferación de archivos en la escena creativa puertorriqueña. Qué son los estupendos libros de Marta Aponte Alsina, PR 3 Aguirre, Los botánicos alemanes y Borinquen Field, sino hermosos archivos que obligan al pasado a situarse en el presente. Pienso en Archivo Santaliz de Kairiana Núñez, en Desaparición de la fecha de Elizabeth Robles, en Affect, Archive, Archipelago de Beatriz Llenín y en mi Archivo rural, para nombrar sólo algunos proyectos que rumian el presente desde la aventura que supone adentrarse en una caja repleta de documentos, papeles, mapas, fotografías o celuloide.
  6. Hace más de un mes, desde el 27 de octubre para ser precisa, el Archivo General de Puerto Rico, nuestra gran casa de memoria, sufre una avería en su sistema eléctrico debido a las fluctuaciones de electricidad causadas por las lluvias de ese mes. Es urgente la climatización de las salas que custodian las fundamentales Colecciones del Archivo (Mapoteca, Archivo de Música y Sonido, Archivo Fotográfico, Biblioteca, Archivo de Imágenes en Movimiento, entre otras). Da horror imaginar que se descomponen los más de 90,000 pies cúbicos de documentos y patrimonio cultural custodiados por la Institución.

Quisiera creer que “a contracorriente paradójica de la ruina del país”, al decir de Eduardo Alegría, no se destruirá la oficiosa labor de sus archiveros.

  1. En el trópico, donde todo parece desmoronarse y ajarse, la importancia del archivo, esa residencia de memoria, es fundamental. Quizás muchos compartan el miedo de que el hilo de esa trenza que llamamos pasado se desvanezca, con su gente y sabiduría, con la musicalidad de las voces, con el brillo de sus imágenes, con la alegría y el sufrimiento, con las ilusiones y los proyectos de futuro, con sus colores, perfumes y sabores. La escritora, frente a esa casa archivo, se ve en la encrucijada de seleccionar. ¿Qué elementos escoge? ¿Qué librará de la humedad y la lluvia? ¿Qué papeles aprisionará entre sus brazos para que no desaparezcan? ¿Qué objetos, qué palabras, qué voces, qué sueños debe rescatar?

 

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