La primera lluvia de mayo

¿Qué pasó este año, que mi “primera lluvia de mayo” nunca llegó? De aguaceros viejos y cansados ha sido este mayo, de penas y dolores.

Primero fue el Primero de Mayo, valga la redundancia. Mejor habría sido un día de fuertes lluvias y de tormenta que ver la escena, tantas veces repetida en Puerto Rico, de una juventud soñadora cuyos reclamos justos son magullados a golpes por una policía cada vez más parecida a los gendarmes brutos de Fulgencio Batista. Después llegó el indecoro de nuestra intelectualidad, incluso progresista, que permaneció inicialmente callada ante lo que, a todas luces, fue un terrible abuso. “Que llevaban piedras y botellas”, dijeron algunos (y algunas) haciéndose coro de los representantes del gobierno. Si hasta yo le pedí a Dios que lanzara una piedra gigante, del grande de El Yunque, sobre tanto hijo de puta abusando de nuestros jóvenes. Desposeídos de todo en nuestra patria, no les queda otra que las botellas y piedras.

Trago amargo y difícil fue también este 14 de mayo. ¿Por qué busco a mis amigos de hace medio siglo entre las caras adultas de heridos y muertos en la sufrida Palestina? Allí en Binghamton, Nueva York, los conocí. De mente ágil y mirada intensa eran sus rostros. No ha tenido una conversación franca e inteligente, quien no ha conversado con un hijo o hija de esa sufrida tierra. No sabe de calor humano quien no ha sentido sus abrazos calurosos y francos.

La mitad del poco corazón que me quedaba se fue con la matanza de Santa Fe, Texas. No importan si son niños y niñas blancos, negros o hispanos, azules o verdes. Igual duele la insensatez que se vive en Estados Unidos, con tantas pistolas y rifles en manos de locos y desquiciados. En la barbería, soy testigo, un hombre anglosajón habla del temor de andar desarmado en las calles de Springfield, con tanto negro y boricua. “Pendejo —le dice mi barbero italiano y mafioso— un día de estos te quitan la pistola y te la meten por el culo”. El hombre calla, comprobando en efecto que es un pendejo.

Y ahora, como si en mi corazón pudieran habitar más desgracias, la noticia de Cuba. Que sí, que en todas partes se caen aviones; pero Cuba, con sus jodederas y chismes, es de los pocos refugios compasivos que quedan en el mundo. ¡Qué pueblo para ser solidario con las causas justas! Ningún otro pueblo enfrenta las desgracias con la reciedumbre y amor que lo hace Cuba. Lo sé yo, que he sido su hijo adoptivo en las buenas y en las malas.

Quizás parezca la tontería más grande del mundo, pero yo quiero mi primera lluvia de mayo, esa llovizna de sueños y esperanzas que solía esperar todos los meses de mayo. A ver si Dios se desocupa de tantas tonterías que la gente pide y nos moja la frente en lo que queda de mes. Que si bien hay que creer en la Divina Providencia, también hay que creer en las supersticiones.

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