Metamorfosis de una joven independentista

 

Zuzette Sánchez Santiago

 

Redactar estas letras en el siglo XXI, en un Puerto Rico más escolarizado y abierto a nuevas ideas, es mas fácil que escribir este pensamiento hace 50 años atrás. Hace 74 años se fundo el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) con la ilusión e ideal, tan grande y esperanzador como lo fue en algún momento sobre las figuras de Hostos y Betances. Aun reconociendo que son diferentes épocas, el cometido se mantiene siendo el mismo; “unirnos al mundo bajo nuestros propios méritos”. Sin embargo, no ha sido así, ya que las persecuciones, los actos de hostigamiento y marginación socavaron cada paso de gallardía ejecutado. Se ha intentado opacar y callar miles de voces, no obstante, entre generaciones grupos de valientes no han permitido, ni permiten que se sigan silenciando años de luchas. Como mencioné anteriormente, generaciones luego de la fundación del PIP fueron adoctrinadas por tiranos. Los cuales inculcaron en el pensamiento del puertorriqueño; desprestigio, mentiras y falsedades que aun se repiten erróneamente. Utilizando los fallos y desaciertos de otros países lo cuales se han independizado para amedrentar el pensamiento separatista.

En la última década en Puerto Rico ha surgido un nuevo despertar, lleno de transformación, en donde las cadenas del tradicionalismo familiar “impuesto” ha caído. Donde levantar la voz y luchar por su ideal se ha convertido en nuevo movimiento. Aquellas luchas incansables no han quedado en vano, y el puertorriqueño de a pie ha madurado, estudiado y trabajado por su propia metamorfosis. El acceso a documentos, libros, internet y como pieza clave la universidad ha sido parte de esta transformación. Esta inyección de conocimiento como antídoto al cansancio bipartidista ha sido fundamental en este resurgir.  Este movimiento busca sacar del poder aquellos secuestradores de la patria, con argumentos y pruebas para defender a Puerto Rico. Hoy sangre nueva fluye dentro de las venas del Partido Independentista Puertorriqueño, para darle continuidad a todo aquello que se había comenzado, y seguir redactando las páginas de historia de nuestro País.

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