Pero el cardo florece
Que el vino humedezca mis pulmones, pues retornan en su círculo la estrella
y su violenta estación y, oprimido por el calor febril, todo está sediento,
y cantan bajo los pétalos las cícadas.
Pero el cardo florece.
Ahora, las mujeres andan más sangrientas que nunca
y los hombres débiles,
pues la Estrella del perro les seca la cabeza
y las gónadas.
Fragmento 94 de Alceo, traducido del griego antiguo por Cristina Pérez Díaz
Dibujo en tinta sobre papel de Emanuel Torres
Nota de la traductora
De las notas de David Campbell en su Greek Lyric Poetry, se deduce que Alceo (siglos 7-6 a.C), compatriota y contemporáneo de Safo en la isla de Lesbos, era el rey de la pachanga. Sus poemas eran el alma de las fiestas entre sus amigotes: a veces hablaban de mitología, a veces de la guerra, a veces del amor. Safo era para él casi una diosa. En el siglo quinto a.C., seguía de moda en los banquetes atenienses y, en el siglo 1 d.C., en Roma, fue una de las principales influencias de Horacio.