Especial para CLARIDAD
Uno de los principales argumentos para justificar el aumento al salario mínimo es poder lograr un balance entre el poder adquisitivo del dólar frente al costo de vida. Poder rescatar el valor de ese salario nominal ante el precio que nos cuesta vivir hoy. Y mientras la clase trabajadora intenta correr esta carrera maratónica, la meta que es alcanzar al costo de vida, se aleja cada vez más. ¿O será que nos ponen lastre en los zapatos para que no podamos llegar?
El 1ro de julio de 2024, el salario mínimo estatal aumento en un dólar la hora para alcanzar un aumento escalonado desde $7.25 en 2021 a $10.50 actualmente. Dicen los expertos que lograr alcanzar el poder adquisitivo del dólar en el 2009, cuando se aprobó $7.25 la hora, requiere aumentar hoy a $10.54 la hora. Y si comparamos el salario de las décadas de 1980, entonces debemos alcanzar un aumento de $13.20 la hora. Es decir que hemos perdido por años y décadas esta carrera por alcanzar que nos rinda el salario frente al costo de vida y seguimos detrás de esta meta. ¿Por qué?
Mientras el salario aumenta lentamente y por periodos de tiempo, (recordemos que el aumento de salario mínimo aplica a los que menos ganan dejando inalterado el salario de la mayoría de los trabajadores), el costo de la energía, agua, comunicaciones, educación, salud, gasolina, peaje, hipotecas, seguros obligatorios, préstamos de todo tipo y hasta la deuda del país aumenta y todo lo anterior lo pagamos cada mes todos los integrantes de la clase trabajadora.
La pregunta obligada es, ¿podemos aspirar a obtener el salario “justo” que supere el costo de la vida y hasta nos permita ahorrar cada mes? En nuestra sociedad capitalista y colonial los empresarios y gobernantes nos dicen que no. Que aumentar el salario de todos los trabajadores encarece el costo de hacer negocios y se verán obligados a cerrar empresas, provocara despidos y otros males sociales. Entonces, dicen los empresarios, que la clase trabajadora debe hacer más con menos, sacrificarse por el bienestar de las empresas, ser leales al amo que les da de comer y no atentar contra lo establecido.
Es por ello que los empresarios junto a los gobernantes de cada país nos presentan un grupo de leyes para eliminar derechos laborales, reducir o eliminar pensiones, reducir licencias de vacaciones, enfermedad, eliminar bonificaciones, en fin, eliminar esos beneficios y condiciones de trabajo que se conoce como el salario marginal. Junto a este paquete de medidas contra la clase trabajadora, se promueven aquellas que propicien hacer negocios sin ninguna regla o permiso que “encarece” el negocio. Liberar el terreno donde construir sin estudios ambientales, permitir la privatización de playas y costas, usar terrenos agrícolas para proyectos y desarrollos de viviendas de lujo y poner en manos privadas la operación de servicios públicos como es la energía, el agua, las comunicaciones, la transportación y la educación, entre otras, es la alternativa de los empresarios y sus representantes en el gobierno.
Proponen reducir todo lo que es un costo social para la mayoría de la clase trabajadora y ofrecer al menor costo posible los recursos del país (naturales y humanos) a los empresarios, al capital. Ocurre aquí en la colonia, en EEUU, en Europa, en toda la América, en todo país donde el capitalismo se impone sin oposición. Le llaman liberalismo económico. Viene acompañado de ideas de supremacía blanca, de la existencia de un solo polo de poder económico en el mundo, de hacer la guerra contra todo pueblo que se le enfrente o proponga otra alternativa. Supera a los gobiernos. Convocan a los gobernantes electos de las principales economías en condición de invitados a foros de empresarios millonarios donde le ofrecen escuchar las guías de desarrollo para las próximas décadas.
Es el capitalismo actualizado mediante la tecnología, las comunicaciones y las redes sociales. Necesitan destruir la educación, las artes liberales, la historia, el pensamiento y análisis crítico que permiten dar paso a las ideas, el debate y la posibilidad de pensar un mundo distinto. Nos permiten luchar por sectores y afirmaciones de causas que nos dividen en la sociedad, pero que no se hable de lucha de clases, de explotación, de cambio de sistema económico.
Nos obligan a pensar que solo existe un mundo donde el éxito económico es la meta. Que todos tenemos las mismas oportunidades (no derechos) y aquel que no las utilizo es un perdedor. Nos esconden noticias pertinentes y urgentes. Nos hacen leer estadísticas sobre pobreza, emigración, muertos por razón de la guerra, el hambre, la persecución ideológica y otros males, pero no nos enteramos. Y si ello ocurre, y protestamos, para eso existen las fuerzas represivas, especializadas y brutales de acuerdo al alcance de la protesta.
No podemos continuar en esa carrera maratónica de buscar un aumento de salario para poder llegar a fin de mes y empatar la pelea. No podemos acomodarnos a la posibilidad de que puedo pagar mis deudas y hasta ahorrar mensualmente. No podemos ponernos gríngolas y no reconocer lo que ocurre fuera de nuestro entorno inmediato.
Tenemos que reconocer que el problema real y fundamental es el sistema económico llamado capitalismo. Que en Puerto Rico tiene otra condición, la colonia. Es por ello que nos gobierna una Junta de Control Fiscal nombrada por el presidente de Estados Unidos que nos obliga a pagar una deuda que no es nuestra. Que aprueban planes fiscales y planes de deuda para que paguemos con altos intereses los prestamos que nos imponen los bonistas e inversionistas que no conocemos. Es por ello que llega al país grupos de abogados y asesores de clase mundial para comprar terrenos, carreteras, el sistema eléctrico, las comunicaciones y nos imponen sus gustos, sus productos, sus reglas. Todo es un negocio, pretenden que todo este en compra y venta.
De ahí la importancia de las ideas. Tenemos que pensar otro país, otro futuro. Una alternativa económica y social en la cual el gobierno represente los intereses colectivos, lo que la gente común y corriente necesita. Que el mercado se regule, se dirija a cubrir las necesidades de la clase trabajadora y no los intereses individuales de las empresas e inversionistas. Que el gobierne garantice los servicios esenciales de educación, salud, vivienda, trabajo, protección social como derechos universales de todos. Si no pensamos ese país seguiremos luchando por un aumento en el salario para seguir pagando los aumentos de precios que nos impone el capital y sus representantes en la colonia.