Especial para CLARIDAD
Despedimos el viejo año 2020, deseando cambios para el recién llegado. Más allá de la tradición y los mejores deseos, la realidad nos recuerda que no hay una puerta que separa un periodo de otro, sino que hay una continuidad entre lo hecho o dejado de hacer y sus consecuencias. Nos enfrentamos a un ano 2021 que contiene grandes retos. Lo positivo que tendrá, serán aquellas acciones que decidamos hacer para no repetir o dar continuidad al 2020.
La presencia de la pandemia causada por el Covid 19 produjo pérdida de miles de empleos y el cierre parcial o permanente de otros miles de negocios o empresas. Los patronos aprovechan este escenario para imponer nuevas condiciones de trabajo, imponer el trabajo remoto, quitar y eliminar derechos a la clase trabajadora. El dilema entre la Salud o la Economía pretende persistir entre los gobernantes y los empresarios. El que los departamentos de Educación y Salud no hayan podido articular unas políticas coherentes para cumplir sus deberes no es casualidad. Se debe fundamentalmente a quienes sirven estos departamentos. Son las políticas dirigidas al pueblo. Esas no importan. Si los hijos de ricos, estudiaran en las escuelas públicas y esos mismos ricos se atendieran su salud en el sistema gubernamental de salud, entonces, tendríamos políticas sabias y coherentes. El pueblo tiene que hacer valer la Salud como prioridad, ya que sin salud no hay trabajo y sin trabajo no hay producción, no hay consumidores, no hay ganancias.
De este dilema se derivan otras acciones. El movimiento obrero tiene que ser creativo para buscar formas de organizar a los trabajadores dentro del distanciamiento físico que se impone. Como comunicar y educar sobre la urgencia de estar organizados ante un escenario que los patronos aprovechan para quitar y eliminar derechos y condiciones de empleo se hace urgente.
Exigir procesos razonables en la solución de conflictos y controversias (arbitraje) y retomar la negociación de convenios colectivos en el sector público y privado se impone. Sobre todo cuando la congelación de los convenios del sector público finaliza en junio de 2021.
Mención aparte merece el sistema de enseñanza. Maestros, estudiantes y padres merecen reconocimiento por el esfuerzo realizado. Pero la experiencia nos indica que podemos estar afectando críticamente el aprendizaje y las destrezas fundamentales de una generación de estudiantes egresados del sistema público de educación, es decir, los hijos de los trabajadores.
El otro gran reto, tan importante como la pandemia, es la presencia de la Junta de Control Fiscal. El plan de ajuste que la Junta debe presentar ante el Tribunal Federal de acuerdo a la Ley Promesa se discute desde hace meses entre los miembros de la Junta, el gobierno y los bonistas. Las casas de consultoría financiera, los abogados y cabilderos del capital también lo discuten. El gran ausente de esta discusión es el pueblo trabajador. Peor aún, las organizaciones que representan a ese pueblo trabajador estamos ausente de ese debate pues no existe una agenda de lucha coordinada y promulgada para lograr cambios a favor del pueblo.
En febrero próximo, el Tribunal impuesto por Promesa discutirá cuánto y cómo les pagarán a los bonistas la alegada deuda, es decir, cuánto y cómo le quitaran al pueblo en servicios esenciales, condiciones de trabajo, garantías de un ambiente saludable, de su patrimonio.
Toda la discusión parte de la premisa de que la deuda debe ser pagada. Es urgente retomar el discurso de la deuda odiosa. Que la deuda no es del pueblo. Que la condición colonial nos exime del pago de una deuda generada y aprobada por el imperio. Que el Congreso de Estados Unidos es el responsable de la deuda, no somos nosotros.
Por otro lado, aquellos que cifraron esperanzas en lograr una alternativa distinta en el proceso electoral, dependen hoy de que la participación de los representantes del PIP y del MVC pueda coordinar esfuerzos junto a otros legisladores para que la legislatura no sea dominada por acuerdos entre las delegaciones del PPD y el PNP. En ese sentido, el escenario político electoral es grave. No se rompió el llamado bipartidismo. El problema es de clase social y relación política colonial. En ese circo electoral, resultó electo gobernador el abogado de la Junta, el que no obtuvo apoyo de su propio partido para sustituir al gobernador fallido en el 2019, el que pretendió usurpar el puesto de gobernador colonial.
Esta realidad exige mayor coordinación de las diversas luchas que libra el pueblo. Exige una mesa de diálogo, de concertación, de compartir análisis, de debate, de encuentro entre las fuerzas que, dispersas y debilitadas, tratan de resistir la ofensiva del capital. Nada es casual. La naturaleza nos puede traer huracanes, terremotos y hasta una pandemia. La manera de enfrentar esos eventos no es casual. La manera de actuar es premeditada, es pensada, analizada y aprobada por las fuerzas del capital. Por ello, en todo el planeta y en Puerto Rico también, las respuestas del capital son similares.
Cambios estructurales, austeridad, economía de las industrias como prioridad (entiéndase ganancias), pago de deuda, reformas laborales, reducción de pensiones, cierre de escuelas, privatización de servicios, trabajo remoto y tantas otras ideas neoliberales son difundidas para que nos refugiemos en la esperanza de un nuevo año, que por ser nuevo, debe ser mejor que el anterior.