¡Ni reyes ni emperadores!

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Foto por: Christian Rosado Medina/ Especial para CLARIDAD

 

Especial para CLARIDAD

 

En estos días salieron millones a las calles por todo Estados Unidos a protestar contra los desvaríos autoritarios del presidente Donald Trump. “¡No queremos reyes!”, fue la consigna que presidió sobre la multitudinaria movilización, cuyos organizadores y propagandistas exaltaron también su carácter pacífica. Con ello respondían al intento de parte de la administración de Trump, incluyendo los portavoces congresionales del Partido Republicano, de pretender descalificar las protestas como obra de la extrema izquierda del Partido Demócrata y de los marxistas que, según MAGA, recorren todo Estados Unidos.

¿Y qué plantean más allá de sacar a Trump? El problema se reduce a una persona o es esta persona, al igual que los que más recientemente le precedieron (Bill Clinton, George W. Bush, Barack Obama y Joseph Biden), meras representaciones del mismo síntoma sistémico: salvar al Imperio y el capital en que se sustenta, aún a costa de una precarización creciente de la vida de la gran mayoría.

Hablemos con franqueza. Ejecuciones y asesinatos extrajudiciales hay desde Obama, hasta de ciudadanos estadounidenses. La declaración de Venezuela como una amenaza para la seguridad nacional de Estados Uidos y el consiguiente bloqueo a este país hermano comenzó bajo Obama. Se trata del mismo que recibió el Premio Nobel de la Paz y apoyó los golpes en Honduras y Paraguay. También celebró el derrocamiento y ejecución por una turba del presidente de Libia, Moamar al Ghadafi, para hacerse con los ricos yacimientos petroleros de ese país del Norte de África. De paso, puso fin a la propuesta de Ghadafi para que la Organización de Estados Africanos promoviesen un proceso para el establecimiento de una moneda única africana.

La deportación de mexicanos y centroamericanos creció como nunca bajo Obama. Engavetó la propuesta para la adopción de un plan de salud universal para, en cambio, promover un plan de salud controlado por las grandes aseguradoras y farmacéuticas. Y finalmente prefirió salvar a Wall Street que al ciudadano común luego de la crisis financiera del 2008.

Sobre Puerto Rico, Obama renunció al compromiso que hizo de que contribuiría a la descolonización nuestra y pasó a poner fin al poco gobierno propio que existía aquí por medio de la imposición de la Junta de Control Fiscal. De paso, nos impuso el pago de una deuda odiosa que imposibilitaría cualquier descolonización efectiva de Puerto Rico. Como buen neoliberal, Obama le perdonó la deuda a Wall Street pero a Puerto Rico no.

Por su parte, Biden le confesó al periodista periodista Brian Tyler Cohen, vinculado a los Demócratas. que si Rusia y China no se someten al nuevo orden mundial de reglas que está intentando imponer Estados Unidos, no hay otra alternativa: “es la Tercera Guerra Mundial”. Biden y sus achichincles se encargaron luego de provocar una intervención militar de Rusia en Ucrania y alimentar el fuego de la guerra proxy en ese país centroeuropeo, junto con la OTAN y la Unión Europea. Contra China, pasó al rearme del régimen de Taiwan y a intentar cercarla navalmente por el Mar de China. El objetivo contra Rusia era provocar un cambio de régimen que le permitiera entonces ganar acceso al norte de China por tierra. Contra ambos, Biden dio inicio a una agresiva guerra económica como parte de su anunciada Tercera Guerra Mundial. Se trata del uso de la economía como la guerra por otros medios.

Y no hablemos del apoyo incondicional de Biden y la mayoría de los Demócratas, financiados por los inversionistas israelíes de AIPAC, al genocidio y a la limpieza étnica contra el pueblo palestino en Gaza y la Cisjordania o Margen Occidental. Biden, incluso, se declaró abiertamente sionista. Como tal dio inicio a la persecución de los estudiantes y profesores que protestaban en varias universidades a favor de los derechos nacionales del pueblo palestino.

Las guerras, intervenciones, medidas coercitivas y sanciones no se las inventó Trump, sino que las heredó y se montó sobre ellas como parte de esa visión torcida que tiene Estados Unidos de lo que le hace grande. Es una visión que pretende falsear y romantizar los orígenes genocidas de la República estadounidense. El racismo ha sido algo consustancial a su historia, así como el clasismo. De ahí que no basta con no querer ser gobernados por un rey. Tienen que también dejar de querer gobernar sobre el resto del mundo como emperador, desde ese “excepcionalismo” que los hace considerarse, como también confesó abiertamente Biden, como la única “nación esencial” para gobernar sobre el mundo.

De ahí que hay que acabar de entender que Republicanos y Demócratas son dos caras de la misma moneda. Hay que acabar de entender, además, de que todo esto de reyes, imperios y guerras es parte de la sociedad de clases, del simulacro de democracia que nos vende hoy el capital en ese país dominado por un bipartidismo corrupto, apuntalado por la información ideológicamente parcializada de sus medios de comunicación.

La democracia liberal ha advenido en democracia autoritaria en manos de ambos partidos principales, aunque Trump sea hasta ahora el más burdo y vulgar de sus criaturas. Y es que el capital hace tiempo ve en la democracia y la ampliación de los derechos democráticos un problema que incide sobre su tasa de beneficios y su dominio absoluto. De ahí que para todos los fines prácticos, el capital se ha hecho Estado de manera directa o indirectamente por medio de su inversionismo y cabildeo dirigido a la elección o designación de representantes de sus intereses.

Recientemente el presidente del Comité Nacional Demócrata, Ken Martin, se pronunció a favor de imponer a cómo dé lugar la anexión a Estados Unidos de Puerto Rico y del Distrito de Columbia. No importa si eso es o no lo que queremos la mayoría de los puertorriqueños. Nada de legislar para un proceso de autodeterminación. Lo que importa para éste es lo que más le convenga al Partido Demócrata pues le daría unos escaños adicionales en el Senado federal y en la Cámara de Representantes, que solidificaría la mayoría de su partido en ambos cuerpos congresionales.

De ahí que me llamó la atención que también en Puerto Rico hubo una de esas protestas contra Trump frente al Edificio Federal en la Calle Chardón en Hato Rey. “Ni rey ni dictador, Trump es un abusador”, fue la consigna empuñada por los manifestantes y las organizaciones allí representadas. Ahora bien, parecería existir una especie de confusión ideológica producto de lo que repiten algunos Demócratas -y la pluralidad de oenegés que pululan a su alrededor- de que somos “americanos”.  Hasta a Bad Bunny lo han bautizado como americano. Y lamento que tenga que decir lo que debería ser obvio:¡no somos americanos! ¡Somos puertorriqueños! Somos un pueblo y una nación latinoamericana y caribeña diferenciada de la de Estados Unidos, con nuestras propias contradicciones y conflictos con su presidente y gobierno actual.

En la protesta de aquí se dieron a conocer una serie de denuncias: la ofensiva racista contra la comunidad migrante en Puerto Rico; el reinicio de los ejercicios militares de Estados Unidos en nuestro país; la promoción de políticas que atentan contra los derechos reproductivos y los miembros de la comunidad LGBTQ+; el uso del poder del gobierno federal para perseguir a sus opositores; la negación de que exista un cambio climático que hay que atender con urgencia; y el desplazamiento de poblaciones vulnerables.

Reclamos ciudadanos muy justos que, sin embargo, hacen abstracción de nuestra condición colonial y nuestra realidad como súbditos coloniales en un territorio que Estados Unidos no considera parte suyo sino que tan sólo propiedad suya en calidad de botín de guerra. El problema nuestro no es por ende igual a la del pueblo estadounidense. Más allá de no querer un rey o un dictador en la colonia, los puertorriqueños tampoco debemos querer un emperador y menos un Congreso imperial con poderes plenarios sobre nosotros.

A mi que me expliquen cómo se adelantan realmente los reclamos antes mencionados sin reclamar también la independencia de Puerto Rico. Sólo la soberanía del pueblo de Puerto Rico nos pone en condiciones de comenzar a determinar libre y solidariamente nuestra vida colectiva.

 

El autor es uno de los portavoces del centro de pensamiento para la acción conocido como Plan B Independencia.       

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