La Hamaca
Con pluma de colibríes
tejí yo, para mi amada,
―doradas todas las plumas―
una suave y linda hamaca.
Y cuando la hube tejido
la colgué bajo las palmas
y me eché a soñar en ella.
(La tejí para mi amada…)
El mundo es de otra manera…
En hojas de yerba bruja
bebí, larga y lentamente,
sorbo a sorbo, aquél rocío
hecho de luna clemente.
El mundo es de otra manera…
(Un sí es no es, realmente.)
¡Ah palma! Por mi quimera,
a orillas de la cascada,
no eres sueño ni palmera:
Eres mujer: india amada,
para el areyto ligera
como de novia ataviada!
Y en honor a tu belleza,
bien hilado en mi poesía,
me sacaré de las venas
un collar de peonías!

Inrirí Cahuvial
Envuelta en un remolino
de alas, te vi primero.
Vi el resplandor de tus ojos
y vi tu pelo.
Cabellera de noche clara
con tabonucos vueltos luceros,
vueltos cometas;
y ojos en los que arden llanos y cerros
con quemazones alucinantes
de cucubanos revoloteando sobre un espejo.
Borrando todo sobre mi frente
pasó un recuerdo que ya no era sólo recuerdo.
Llevando todo consigo, todo,
pasó una ráfaga que ya no era tan sólo viento.
Bajo tu pelo, bajo tu frente, bajo tus ojos,
que no eran ojos, ni era ya frente, ni aún era pelo,
sino ramaje, sino rocío que me miraba desde las
hojas,
hacia esa forma que era tu tronco siendo tu cuerpo,
se fue volando lo que yo era, lo que yo he sido:
con las dos alas, y con las uñas, y con el pico del
carpintero.
Muerte

Entraste por el ojo de la bruma
―imperturbable la viril mirada―
adonde está el palacio de la espuma
puesto sobre la estela de la nada
que en otra nada más allá se esfuma
sobre una verde nada ilimitada.
Y mientras vas ganando maravilla,
saciándose tu sed de claridades,
y se te desentrañan las edades,
y un nuevo sol desde tu frente brilla:
presos en esta bruma de la arcilla
en la que quedan nuestras realidades,
te perdemos por vastas soledades
mirándote alejar, desde esta orilla!
En la vida todo es ir
En la vida todo es ir
a lo que el tiempo deshace.
Sabe el hombre donde nace
y no donde va a morir.
El hombre que en la montaña
―por la cruz de algún camino―
oye la voz del destino,
se aleja de su cabaña.
Y prosiguiendo su hazaña
se dirige al porvenir
una esperanza a seguir.
Mas no ha de volver la cara,
pues la vida es senda rara:
en la vida todo es ir.
Miro esa palma que airosa
su corona al sol ostenta
y miro lo que aparenta
la esplendidez de la rosa.
Contemplo la niña hermosa
riendo a lo que le place,
y lo que el viento le hace
a la hoja seca del jobo:
es la vida como un robo
a lo que el tiempo deshace.
Tuve un hermano que dijo:
― “Cuando salí de Collores…”―
Así cantó sus amores
al Valle del que fue hijo.
Una y otra vez maldijo
la gloria que en letras yace,
(en que su nombre renace)
pues que llegó a comprender
lo poco que es el saber:
sabe el hombre donde nace.
No hay más. Un solo camino
que se quisiera tomar,
mas la suerte del andar
maltrata y confunde el tino.
Nadie niegue su destino.
Es que ser hombre es seguir
―y un ideal perseguir―
por la vida hacia adelante,
sabiendo lo que fue enante
y no donde va a morir.
Mar Caribe
Desde mi verdinegra serranía
hoy vengo a ti, Caribe soñoliento,
ansioso que me bese el pensamiento
tu boca de limón y travesía.
Una aventura de piratería
corre la nube por tu barlovento,
y ya, a bandera desplegada, lento,
borra el sol tu poniente de sandía.
¡Oh, mundo azul de espuma y claridades.
Esa impávida estrella que ha nacido
de tu líquida frente y las edades
de ignorantes ayeres conocido,
Bayoán domador de tempestades,
no sabes de la muerte ni el olvido!