Suplemento Especial
El término “diáspora” se refiere a aquellos grupos de seres humanos que por una o más razones dejan su lugar de origen para asentarse en otro lugar distinto, manteniendo su identidad, costumbres, cultura y otros elementos que los caracterizan como grupo. Mayormente, cuando hablamos de la diáspora nos referimos a ese grupo de seres humanos ya establecidos en ese otro lugar. Son muchos los elementos, y bastante complicados en extensión y contenido, que se deben considerar para un análisis profundo del concepto. Pueden considerarse el hambre, las guerras, el nivel de desempleo, la persecución política, el estatus político, la decadencia de algunas regiones, los fenómenos atmosféricos y un largo etcétera. Por tanto, no pretendemos aquí, por el limitado espacio, hacer los juicios y análisis que se requieren para entender comprensivamente el término “diáspora”. Hacemos estos comentarios para poner dentro de un contexto el tema que nos ocupa en este escrito: la presencia de Ramón López en la Comunidad Puertorriqueña de Chicago.
La diáspora puertorriqueña de Chicago, que es lo mismo que decir la comunidad puertorriqueña de Chicago, como muchas otras comunidades boricuas a través de los Estados Unidos, se fue formando por razones del estatus colonial de la Nación Puertorriqueña. Allí establecida, desde sus primeras confrontaciones para darse a respetar, se fue organizando como una comunidad de lucha y resistencia, que al sol de hoy se mantiene y se sostiene con y de los principios de identidad cultural, idiosincrasia y principios nacionalistas de su Puerto Rico de origen.
En el 1994 llegó a esa comunidad el antropólogo, artesano, artista y polifacético creador a muchos niveles, Ramón López. Inmediatamente se integró a la comunidad para contribuir de múltiples maneras y con un gran compromiso ayudando a reforzar los fundamentos esenciales de esa diáspora puertorriqueña.
Además de artista y artesano y de su preparación académica como antropólogo, Ramón contaba con una fuerte vocación por la educación popular para servirle a los sectores marginados de las comunidades. Su ideología política fundamentada en la liberación de Puerto Rico del yugo colonial y su conciencia cultural e identidad la puso al servicio de la diáspora puertorriqueña de Chicago.

Fueron muchas las contribuciones de Ramón López durante el tiempo que permaneció como miembro activo de esa comunidad. Entre estas, se pueden mencionar su participación y liderazgo en la conceptualización y construcción física de la Casita de don Pedro, la documentación etnográfica del Paseo Boricua y su simbolismo dentro y fuera de la diáspora puertorriqueña de Chicago. Fueron varios los ensayos que escribió relacionados con el surgimiento del Paseo Boricua. Se le atribuye, también, haber bautizado con ese nombre a ese espacio donde está ubicada la comunidad puertorriqueña. Ramón López trabajó, además, en la instalación de las dos banderas monumentales de Puerto Rico, esculturas que demarcan el espacio de la comunidad puertorriqueña en Humboldt Park. Fue Ramón quien identificó e interpretó la instalación de esas banderas como un acto de soberanía espacial y de afirmación cultural de la diáspora.
Ramón López fue el creador de las pulseras y collares de cuentas, conocidas como “dijes de mostacillas”, con la bandera de Puerto Rico, convirtiéndolas en un símbolo artesanal de la puertorriqueñidad en la diáspora. De la misma forma, colaboró con el Periódico Boricua, periódico mensual del Puerto Rico Cultural Center (PRCC), del cual fue uno de sus fundadores. Trabajó como educador y creador curricular en la escuela Dr. Pedro Albizu Campos y en ASPIRA, ayudando a conformar una educación culturalmente pertinente por medio de la integración de la historia de Puerto Rico, la producción artística cultural y el activismo comunitario. Fue organizador clave de la Parada de los Reyes Magos, de 1994 al 2002, ayudando a entrelazar las raíces afrotaínas, la bomba y la pedagogía popular en esas fiestas de Reyes. Como defensor del simbolismo cultural a través de las artes visuales, ofreció talleres en los que explicaba la importancia de ese concepto y publicó ensayos sobre la resistencia cultural en la diáspora. Fue Ramón el compositor de La bandera más grande, composición que se considera el himno del Paseo Boricua. Todas estas y muchas otras fueron contribuciones de Ramón López que de una u otro forma contribuyeron y siguen contribuyendo al desarrollo de la diáspora puertorriqueña en Chicago, a la que este servidor, por gratitud y por los méritos más que ganados por esta comunidad, ha querido nombrar, sin ninguna autoridad, pero con mucho corazón, el pueblo número 79 de Puerto Rico.
Sin duda alguna Ramón López es uno de los mentores más importantes y significativos para las nuevas generaciones de puertorriqueñas y puertorriqueños que son trabajadores culturales y activistas, no solamente en la comunidad puertorriqueña de Chicago, sino también en otras comunidades boricuas en los Estados Unidos y en la propia Nación Puertorriqueña. Está prohibido olvidar a este importante personaje de las luchas libertarias y culturales en y fuera de Puerto Rico.
