Sinodalidad al servicio de la Humanidad

 

Especial para En Rojo

En este marzo de 2023, el Papa Francisco cumplirá diez años como Obispo de Roma y Papa, es decir, Patriarca de las Iglesias de comunión católico-romana en todo el mundo. En este aniversario, el invita a que toda la Iglesia sea organizada sobre la base de la sinodalidad. De hecho, durante los primeros siglos, la Sinodalidad era la forma normal de la Iglesia ser.

Etimológicamente, sinodalidad significa «caminar juntos». En Brasil y otras diversas regiones de nuestro continente, desde 1970, estimuladas por la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín, (1968), algunas Iglesias locales se han abierto à las comunidades eclesiales de base (Cebs), o sea, comunidades en que la fe cristiana es vivida a partir de las luchas pacíficas por la vida y la liberación del pueblo más empobrecido. Estas diócesis más abiertas llegaron a ser conocidas como «Iglesias del Camino». Aunque no se definían como sinodales, vivían la Sinodalidad como «camino» de inserción en el mundo social y político, basado en una Espiritualidad Ecuménica Liberadora.

El principal enemigo de esta Sinodalidad desde abajo fue el propio Vaticano, que, hasta que Francisco fue elegido obispo de Roma, no apoyó el camino de las Cebs y las diócesis que se organizaron a partir de ellas.  Hasta entonces, las Iglesias locales que se insertaban proféticamente en el camino liberador del pueblo oprimido sufrían persecuciones y eran marginadas.

Hoy, a pesar de la propuesta del Papa de una nueva inmersión en el Evangelio, en América Latina y Caribe, muchas diócesis y parroquias favorecen un devocionalismo barroco y superficial. En visita al sur de Italia, el Papa Francisco se refirió al estilo de muchos clérigos jóvenes como nostalgia de la época de sus abuelas. De hecho, muchas diócesis y parroquias vuelven al modelo de la Cristiandad. Quieren una Iglesia centralizada, con jerarquía poderosa. Dividen el mundo en sagrado y profano. Para ellos, el centro de todo es el culto y la rigidez de las normas morales.

Ese estilo de Iglesia tradicional predica la fe en un Dios, como Señor todopoderoso que legitima el poder y divide a las personas en creyentes e incrédulos, santos y pecadores. Es un dios narcisista que necesita ser complacido para salvar almas. Según los Evangelios, Jesús luchó contra este tipo de religión.

Muchos religiosos, sacerdotes e incluso obispos acogen la propuesta de la Sinodalidad, porque el Papa lo ha ordenado. Sin embargo, no se dejan penetrar por su espíritu. Pretender la sinodalidad en una Iglesia basada en el poder jerárquico es intentar la cuadratura del círculo.

Esta propuesta de Sinodalidad no concierne solo à la Iglesia.  Caminar juntos y construir estructuras participativas es un reto espiritual, pero también social y político para toda la sociedad. Más que en otras épocas, en diversos países, la Democracia es puesta à prueba por grupos de élite y gobernantes que admiran el autoritarismo y alaban las dictaduras militares. Por eso se hace más urgente el llamamiento del Papa Francisco en su carta encíclica Fratelli Tutti: el reto de construir una fraternidad universal que asegure la Paz y la Justicia ecosocial para todos, con la Vida en primer lugar.  Bajo otros nombres y con otras denominaciones, el proyecto de Sinodalidad para las Iglesias puede y debe ser válido para toda la sociedad como camino hacia un nuevo mundo posible.

 

 

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