CLARIDAD
¿Cómo el PNP logró, al momento de redactar estas líneas, 75 mil votos de mayoría? Manipulando la ley electoral para impedir las coaliciones y obligarnos a votar de forma caótica, saltando columnas y partidos. Las coaliciones son un derecho democrático en cualquier sistema que se precie de serlo. Son esos acuerdos entre diferentes partidos políticos y organizaciones para unir fuerzas y alcanzar objetivos comunes. Sobre todo son importantes en el contexto en el que ningún partido alcanza la mayoría absoluta. En Puerto Rico, la maquinaria electoral dominada por el PNP -en contubernio con el PPD- impidió esto. Se pasaron por donde no les da el sol la posibilidad de que se creara un gobierno más estable, representativo y participativo. Y ante la ausencia de una respuesta más allá de los rituales electorales, estamos en vísperas de un banquete total.
Además, recurrieron a su control de los tribunales para eliminar candidaturas. Inaceptable. Autoritario. Dictatorial. Obligaron a buscar una alternativa mucho más difícil. Recurrieron a la vileza de eliminar de la discusión otro principio democrático: la intención del elector. Escribir un nombre en un espacio minúsculo con un rotulador y si te sales de la línea tu intención no nos importa. Como si seleccionar quién administra el país fuera otra prueba estandarizada.
Por otro lado, ¿cómo no alcanzar esa mayoría robando votos aquí y allá con el voto adelantado? ¿Cuántos gestores, funcionarios de partido, visitaron égidas y comunidades llenando papeletas? ¿Cuántas papeletas llegaron a la CEE en cantidades numerosas sin supervisión de ningún tipo?
¿Cuántos electores fueron recusados? Todas estas cosas que hemos mencionado en los párrafos anteriores son acciones cuyo objetivo no es otro que impedir que los ciudadanos ejerzan su derecho al voto. Y ni hablar de las tácticas de intimidación, engaño, desinformación, manipulación de las leyes. En cualquier democracia en el que las instituciones funcionen de manera objetiva esas prácticas son ilegales y serían perseguidas legalmente. Aquí se recurre a los tribunales para avalar esos actos.
¿De qué otros modos alcanzó el PNP una ventaja insalvable para la oposición? Utilizando su dinero para una campaña de miedos entre la gente más necesitada arguyendo la pérdida inmediata de fondos federales. Recurriendo a los patronos para amedrentar empleados. Movilizando el voto de inmigrantes dominicanos, cubanos y venezolanos. Controlando el FEI, Contralora, Contralor electoral , Ética, Tribunales, para impedir que salga la corruptela. Utilizando el aparato gubernamental para mantener su estructura organizativa aceitada y financiada. En Educación nada más tienen ubicados más de 80 cuadros. Con esa suma de acciones construyeron su mayoría. Ya no pueden lograr el 50% de los tiempos de Rosselló y Fortuño, pero esa suma de acciones les da para un 39.
¿Ganó la corrupción? Sin duda, pero como hemos dicho, esto va mas allá de la malversación de fondos o la deshonestidad en el ámbito político. Aquí hay un contexto más amplio relacionado con la traición a todos los principios éticos, hay una desviación de la verdad y de los ideales que fundamentan una comunidad y una práctica política en beneficio de todos, no solo de los ricos. Lo que ha hecho el PNPPD es convertir la corrupción en la normalidad transformando las expectativas y la relación entre los ciudadanos y sus “líderes”. Este no es solo un problema individual. Se trata de un problema estructural que afecta todos los órdenes de la vida y cómo se conciben y llevan a cabo las prácticas democráticas -como las elecciones- y los compromisos éticos en la sociedad. Así se construye la mayoría electoral. Pero, atentos. El 60% de los votantes rechaza a los “ganadores”. Las prácticas democráticas sobrepasan los ejercicios electorales cada cuatro años. Todos los días hay oportunidades de ejercerlas. El desafío a las instituciones existentes, las nuevas formas de organización política y social, la creatividad, el arte, el trabajo comunitario, son formas de ejercer una forma de democracia que sea capaz de confrontar las desigualdades y las injusticias inherentes a un sistema colonial, subordinado, económicamente torpe. Esa práctica diaria promueve una transformación social más profunda que la mentira y el robo.