(Ann Negrón, anticuerpo, La Impresora, 2024.)
sembramos mangle rojo punto hicimos un nido
con saliva punto
hospedo ángeles con este rito
desovo varias veces
olvido las vidas que niego
registramos vibraciones punto calcinamos el disfraz
mientras huimos punto
cabalgo un gallo para patrullar mi selva
tejido residual que no fue
el mejunje que parece
caricias consenso
un idioma
pusimos estacas de dos metros y medio punto
preferimos comer hombres a tener hambre punto
nuevo nudo gordiano
cenicero de sueño corto
anticuerpo
se olvidaron de mí ante la iglesia
sin anestésico decente
galones de agua sucias
residuo
atravieso la avenida con las luces
saco fotocopias
arriendo mi nombre
vivo en un edificio sin retrete
meriendo otra picadura de garrapata
la producción de saliva aumenta
se queja el gato
predico un sermón descabezado
la primera vez que veo un vejigante
las tarántulas no pueden tejer
la carta de la muerte del tarot
ensopada por 313 días
pestañea la toalla
la encontré en una casa de subastas
tenía una familia de trapo
ella era la afrenta
fue retirada de la gruta
dejó atrás su rebaño de cabras
los zapatos en el bosque
el pelo y los dientes
lanzó sus restos fuera de la propiedad
tras una dieta líquida
lucía bigote falso
y bebía leche cruda
su casa era un banco
de migajas tiesas
el abadejo que nunca pescó
los huecos en su rostro
relinchaban de noche
se ganaba la vida
lamiendo las orejas
del camión de la basura
en el pasado quizá la prefirieron
confía en el no
futuro
me hago amiga de un formidable atún cobalto
acomodo adoquines
atraigo la mirada
de dios
regurgito varias capas de nácar
la dieta de un campeón de ciclismo
el fruto de una orquídea
la garganta del agujero negro
fabrico un retrato en una hoja de oro
tallo márgenes en marfil de mamut
flores de queso
gotas de tinta en las encías
los nombres que llevarán tormentas
soy una mujer de fe
velerista de edenes
llueve sobre cemento fresco
migran las tortugas las focas los salmones
los gusanos del gandul las abejas después de picar
la cuerda del despertador la cinta de video
las neuronas las plantas la comida en la olla
los gatitos recién nacidos los bebés en el vientre
clausuran mi ombligo
el servicio se suspende por lluvia
abramos una botella
dentro del sonajero de la serpiente
cada palabra importa
cuando el conjuro es inevitable
el acento de una mano al escribir
transforma la carne alrededor de la mordida
en nido
los días no siempre fueron
de 24 horas
en el útero se habita
se quiere
posponer la muerte
concibo decenas de dibujos sobre mi vulva
después del día sexto
quién descansa
heredé una carnicería
nunca aprendí a coronar un parto
macero a mis hijos
en jugo de remolacha
se cuelan por desagües
llevo el cilicio en el muslo
me van cobrando
los peajes adeudados
una jauría realenga
como la malaria
ambiciona comer me
poseer me
se apropia de mi tierra
me descuartiza
arranca otra semana de mi pozo
no hay cáliz que se pueda salvar
la virgen proclamó
otro nombre