El repudio a la guerra: All Quiet on the Western Front, Benediction, Bombardment, Narvik

 

 

En Rojo

 

All Quiet on the Western Front

Director: Edward Berger; guionistas: Edward Berger, Lesley Paterson, Ian Stokell; autor Erich Maria Remarque; cinematógrafo James Friend; elenco: Felix Kammerer, Albrecht Schuch, Daniel Brühl, David Striesow, Aaron Hilmer, Edin Hasanovic, Sebastian Hülk.

Benediction (2022)

Director y guionista: Terence Davies; cinematógrafa: Nicola Daley; elenco: Jack Lowden, Thom Ashley, Geraldine James. Simon Russell Beale, Peter Capaldi, Richard Goulding, Julian Sands, Mathew Tennyson.

Bombardment

Director y guionista: Ole Bornedal; cinematógrafo: Lasse Frank Johannessen; elenco Fanny Leander Bornedal, Alex Høgh Andersen, Alban Lendorf, Danica Curcic, Malene Beltoft Olsen)

Narvik

Director: Erik Skjoldbjærg; guionistas: Christopher Grøndahl, Live Bonnevie, Erik Skjoldbjærg; elenco: Kristine Hartgen, Carl Martin Eggesbø, Stig Henrik Hoff, Henrik Mestad, Magnus Dugdale, Mathilde Holtedahl, Billy Campbell, Christoph Bach, Isak Bakli Aglen, Kari Bremnes, Christoph Gelbert Mathiesen.

Cada día cuando accedo a los periódicos o streamings de noticias que recibo en línea (NYTimes, The Guardian, El País, El Nuevo Día, Democracy Now, Truthout, NACLA Update, Reader Supported News, The Intercept), los informes de guerra de Ucrania con sus bombardeos y pérdida de tantas vidas, confirma que no hemos aprendido a evitar esas masacres en vez de siempre buscar los caminos de la paz, la tolerancia y la convivencia. Y mientras Ucrania domina las noticias y la Unión Europea y EEUU comparten su arsenal de matar, el pueblo palestino sigue prisionero de un gobierno y un ejército que desea su exterminio. Hubo una época en que los relatos de la 2nda guerra mundial parecían dominar las películas de acción producidas en Hollywood, pero en este milenio, donde se recuerda las grandes pérdidas de la “Gran Guerra” de 1914-18 que iba a poner fin a esta sangrienta lucha entre imperios, la guerra adquiere otro significado. El heroísmo no existe; solo la supervivencia es válida, aunque eso signifique quedar enloquecido de por vida. Así lo vimos en 1917 (Sam Mendes 2019) y así se repite en All Quiet on the Western Front, Benediction y la serie Women at War del 2022. Incluyo, además de los primeros filmes mencionados, dos que narran los efectos de la 2nda guerra en poblaciones civiles para quien los ejércitos encontrados no tienen valor de vida como Bombardment de Dinamarca y Narvik de Noruega. No son historias de heroísmo individual o colectivo, sino condenas de la deshumanización que causan las guerras.

El tono de All Quiet on the Western Front es parecido al de 1917 en que su enfoque es en los jóvenes que han comprado el discurso de “defender la patria” y creen que enlistarse tan pronto les es posible, poseer un arma y compartir con un grupo de amigos o jóvenes y veteranos que parecen cree en lo mismo, es lo mejor que puede ocurrir en sus vidas. Ir a la guerra es una aventura, es apartarse de la familia y lo conocido y tener otras experiencias. Sin duda, ir a lugares nuevos es excitante y creer que están contribuyendo a finalizar un conflicto que ellos apenas conocen, pero que confían en sus líderes—esos coroneles y generales que hablan con tanta autoridad—es una etapa de crecimiento. Pero, todo se desmorona al momento que llegan el frente de batalla. Se vive en el lodo, se come lo poco que hay de lo que sea, la limpieza y claridad son ilusiones, el enemigo son las sombras, o los hombres en otros uniformes cuya misión es la misma: avanzar y matar todo lo que lo impida. El arma es el instrumento más importante para preservar la vida, quitar la de otros y reclamar una efímera victoria.

Esta es la guerra que supuestamente sería el final de las guerras entre imperios por haber experimentado tantas pérdidas de vidas, tanto de soldados como de la población civil. Europa se convirtió en un gran campo de batalla donde no había fronteras, excepto las construidas por los grupos en guerra. El saldo fue devastador—casi 40 millones de muertes—sin contar los heridos, enfermos y enloquecidos que pudieron regresar a países que quisieron borrar de su historia una guerra, que como siempre, nunca hay ganadores. Todo es pérdida sin posibilidad de reconstrucción y olvido. Alemania sola perdió más de dos millones de soldados y quedó sin recursos para su reconstrucción, aunque sabemos que, en la década de 1920, esta humillación sería la plataforma de Hitler para probar la valentía de una nueva generación alemana.

Benediction enfoca en la vida de un sobreviviente de esta guerra, en parte privilegiado porque pudo regresar a la comodidad y protección de una familia acaudalada. Pero no protege al joven escritor Siegfried Sassoon de revivir la destrucción de una guerra impensable. Puede tener un periodo de recuperación al internarse en una clínica especializada en los traumas de la guerra, pero, tarde o temprano, tiene que integrarse a esa sociedad que prefiere no recordar esos cuatro años (1914-1918) donde la población más joven y productiva desaparece en un campo de batalla: casi un millón de jóvenes. El entusiasmo del joven Siegfried de ser parte de un ejército en defensa de “la patria” atacada por fuerzas externas que él no necesita entender, se desmorona cuando ve lo que son las trincheras llenas de fango, basura, excremento y según avanzan las batallas, de cuerpos inertes cuyos superiores intentan reconocer. Wilfred Owen—otro poeta conocido por sus escritos antiguerra—comparte un tiempo con Siegfried mientras se recuperan de haber sido heridos en batalla con traumas mentales y denunciar la guerra con sus desafiantes poemas. Ambos regresan al frente, pero mientras Owen muere poco tiempo antes del Armisticio, Siegfried sobrevive otras heridas y denuncia públicamente que son los generales y dirigentes políticos los que han prolongado esta guerra insostenible sin tener en cuenta las vidas de los hombres que se mantienen en el frente.

Bombardment y Narvik se sitúan en la 2nda guerra mundial (1939-1945), pero en vez de narrar eventos conocidos, se localiza en países y comunidades afectadas por las grandes batallas entre Alemania y los Aliados. En la primera escena de Bombardment, se establece el tema de esta historia: en Dinamarca, un grupo va en un auto a una boda y son bombardeados por un avión del Royal Air Force (RAF) de Gran Bretaña. Aquí no había alemanes, sino claramente, civiles. Este asesinato se graba en la mente del joven Henry y lo hace enmudecer ante un evento tan dramático. El diario vivir en estos días casi finalizando la guerra (algo que aún no sabían) de la comunidad es dar una normalidad a las vidas que han sido alteradas, a pesar de ellos no estar en el centro de las batallas. Las familias se apoyan para poder proveer dentro de este estado de guerra, jóvenes soldados se debaten entre apoyar a la Gestapo o unirse a la resistencia. Las entidades religiosas intentan proteger las vidas de sus estudiantes y hacer de la escuela un escudo contra el peligro inminente. Todo esto, mientras los que dirigen la guerra planifican sus estrategias para infligir el daño mayor a su enemigo.

 Narvik, se sitúa en 1940 en Noruega, donde su puerto ha sido intervenido “informalmente” por Alemania como un depósito necesario de mineral de hierro para su frente armamentista. A nivel oficial, representantes de Gran Bretaña y Alemania se reúnen para detener una invasión, mientras el alcalde del pueblo no tiene voz ni voto en esta decisión. Pero el énfasis, como en Bombardment, está en la población que intenta sobrevivir dentro de una normalidad que tienen que crear a cada momento. En este caso, Gunnar, cabo en el ejército noruego, e Ingrid, empleada en un pequeño hotel en este pueblo costero, son una pareja joven con un pequeño hijo que se impulsan con la esperanza de que todo lo que sucede en el presente es pasajero y muy pronto podrán vivir juntos y no reaccionar de emergencia en emergencia. Mientras tanto, los representantes alemanes y británicos pretenden negociar de buena fe, pero cada uno está buscando cómo derrotar al otro. Mientras Gunnar se debate entre seguir órdenes como buen soldado o rebelarse contra un ejército invasor, Ingrid intenta no aliarse con ninguno de los grupos y solo servir de intérprete. Cuando su hijo necesita intervención médica, se ve obligada a tomar partido. Esta decisión le traerá rechazo de parte de su comunidad y reproche de parte de Gunnar. Pero en la guerra los resentimientos duran muy poco ante la necesidad de sobrevivir no importa cómo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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