Elvis, The Forgiven, Competencia oficial: diversidad y cine de primera

 

En Rojo

Aproveché los pocos días que estuve en Puerto Rico en la transición de un viaje de tres semanas a España y Portugal, que comenzó en junio y terminó a mediados de julio, para ver tres filmes tan distintos en temática y estilo y a la vez capaces de transportamos a otras experiencias desde un asiento en una sala de cine. Tanto Elvis, The Forgiven y Competencia oficial acomodan a grandes y experimentadxs actorxs en situaciones desafiantes que nos transportan—como bien hace el cine—a mundos diferentes donde nuestras emociones y pensar se transforman en ese espacio de tiempo y lugar.

The Forgiven

Director: John Michael McDonagh; guionistas: John Michael McDonagh y Lawrence Osborne; autor Lawrence Osborne; cinematógrafo Larry Smith; elenco: Ralph Fiennes, Jessica Chastain, Matt Smith, Caleb Landry Jones, Abbey Lee, Christopher Abbott, Alex Jennings, Marie-Josée Croze, Fiona O’Shaughnessy, Said Taghmaoui, Ismael Kanater, Anas El Baz, Mourad Zaoui, Imane El Mechrafi, Omar Ghazaoui)

Este hermoso filme que encierra tanta crueldad del irlandés John Michael McDonagh presenta en primer plano la explotación europea de los territorios y la población del norte de Africa—en este caso, Marruecos—por individuos tan ricos que pueden construir un bunker en el medio del desierto con todas las facilidades de una mansión en Inglaterra, Francia, España, etc. Richard Galloway (Matt Smith) es lo suficientemente rico para edificar a su gusto y ofrecer fiestas que pueden durar toda una semana con las bebidas más caras, los platos más suculentos y entretenimiento de todo tipo. Puede que algunos de los invitados se conozcan, pero su único vínculo es ser amigxs del anfitrión. David (Ralph Fiennes) y Jo (Jessica Chastain) Henninger son una pareja especial porque ella parece caerle bien a todxs y él se cree superior y critica a todxs por igual. Sabemos, que aunque un ingeniero/arquitecto diseñó este complejo de vivienda exclusiva, fueron los marroquíes los que lo construyeron y lo mantienen en pie. Hamid (Mourad Zaoul) es el encargado de que todo esté tal y como lo quiere el dueño y Nawfal (Anas El Baz) acepta su papel en esta jerarquía, pero siempre expresando reservadamente su oposición a estos estilos de vida. Aunque no se menciona, el sueldo que deben recibir estos marroquíes debe ser tan beneficioso que pueden resolver las necesidades económicas de sus familias y hasta de sus pequeñas comunidades. Pero este no es el caso de los grupos nómadas que intentan estar lo más lejos posible de estos extranjeros.

En ruta a esta fiesta (la denominan bacanal), David y Jo pierden su camino en la noche y accidentalmente impactan a un joven marroquí. Aunque sabemos que preferirían dejar al joven y seguir su camino, deciden llevar su cuerpo a la casa de Richard. Aunque el desierto no parece estar habitado, ya para la mañana del otro día, la noticia de la muerte de Driss (Omar Ghazaoui) se sabe por la policía (Richard hizo la llamada) y a través de las comunidades. El padre (Ismael Kanater) de Driss vendrá a reclamar el cadáver para poder darle la requerida despedida en los territorios donde se mueven. Para que Abdellah Taheri sienta que David verdaderamente se arrepiente y pide perdón por la muerte de su hijo, éste lo acompaña a su morada con la promesa que nada le va a pasar y que regresará a su fiesta muy pronto. Este segmento de la historia con una fotografía de ensueño y la cercanía emocional y distancia cultural entre David y Abdellah, contrastada con la indiferencia de los integrantes de la fiesta, es el corazón del filme.

Lo que puede molestar a lxs espectadorxs del filme es el lenguaje despreciativo y racista que abiertamente usan Richard y sus amigxs para referirse a los marroquíes. No es solamente que para ellxs no son personas—así mismo es la jerarquía de la servidumbre en la aristocracia británica—sino que su cultura es solo válida si se puede apropiar, usar y vender. Pero lo que escuchamos es la verdad; es expresarse desde la posición del privilegio y saber que no hay consecuencias adversas.

Elvis

Director: Baz Luhrmann; guionistas: Baz Luhrmann, Sam Bromell, Craig Pearce, Jeremy Doner; autores Baz Luhrmann y Jeremy Doner; cinematógrafo: Mandy Walker; elenco: Tom Hanks, Austin Butler, Olivia DeJonge, Helen Thomson, Richard Roxburgh, Kelvin Harrison, Jr., David Wenham, Kodi Smit-McPhee, Luke Bracey, Dacre Montgomery, Leon Ford, Gary Clark, Jr., Yola.

Cuando estaba en Kingston, Jamaica en agosto 1977, haciendo investigación para mi tesis doctoral, le pedí al taxista, en camino al aeropuerto, hacer una última parada en una de sus grandes librerías. Cuando regreso de comprar textos casi imposibles de adquirir aún en la ciudad de Nueva York, me dice: “the King has died”. Tuvo que añadir el nombre de Elvis para yo entender el significado de aquella noticia. Durante todo el camino, las emisoras de radio tocaban todas sus canciones para comenzar el duelo de los que lo escucharon por tanto tiempo, aunque no lo llegaron a ver en concierto. Y aunque me desconcierta la distorsión de su realidad para convertirlo en un mito que hasta imparte la ceremonia de boda de JLo y Affleck hace unas semanas en Las Vegas, puedo ir detrás de la imagen creada por tantos que explotaron su talento. Y de eso precisamente es de lo que se trata este filme del director australiano Baz Luhrmann (Strictly Ballroom, Romeo + Juliet, Moulin Rouge Australia, The Great Gatsby), con su estilo de llenar la pantalla de movimiento y color y centrar a sus personajes en esos espacios cambiantes como escenografías teatrales. Elvis, como personaje real y mítico y con su vida real colapsada con la imagen creada por sus promotores, es el proyecto perfecto para este director.

Lo sorprendente es cómo percibimos a un joven y luego luminaria a través de la realidad distorsionada—por no decir, falseada—del narrador, el infame “Coronel” Tom Parker (interpretado por un irreconocible y brillante Tom Hanks). Lo vemos maquinando, mintiendo, manipulando y explotando el talento de un joven que sí confiaba en él, pero que desconocía el manejo de dinero en un negocio que siempre se ha distinguido por negocios turbios. Si el acercamiento de Elvis a la música de la cultura negra le ofreció la oportunidad de crear un estilo diferente, su contrato en Las Vegas por cinco años y sus giras nacionales fueron el encerramiento de su carrera y el fin de su desarrollo musical. En Elvis, el director politiza la realidad de la época al enfatizar esta influencia (“the white boy singing black music”) y enfocar en el racismo predominante y la imposición de la moralidad de los influyentes grupos blancos religiosos.

Como conclusión, incluyo las palabras de Luis Negrón (escritor y librero):

“Imperfecta, cursi, exagerada, gozosa, conmovedora, sexy, melodramática, libre, tramposa, en fin, lo que para mí también puede ser buen cine. Con todo lo absurda e incoherente que puede ser, me la creí toda. El actor que interpreta a Elvis es una máquina de provocaciones y una belleza. Su perfil, sus hermosos ojos tristes y su voz, lo hacen inolvidable. Mientras lo veía sabía que nunca me iba a desprender del deleite que provoca su interpretación y talento.

La crítica no ha sido buena con Tom Hanks en su papel de representante de Elvis. A mí me gustó lo over the top e impreciso que estuvo y me alegro que se haya apartado de lo seguro, eso ya lo vemos demasiado en el cine.

Del director nunca he sido fan, pero siempre he agradecido su intento de narrar sus películas en un solo aliento. Sus filmes una vez comienzan no descansan hasta el final. Viendo Elvis me sentí afortunado de presenciar un cineasta que entiende las emociones como el mejor recurso que tiene el cine. Aquí se desborda como siempre y funciona. Qué manera tan imaginativa e icónica de hacernos ver el nacimiento de una estrella sin dejar atrás su vulnerabilidad y su humanidad. Y qué película más viva y arriesgada. Salí como me gusta salir del cine, con la película en el corazón.”

Competencia oficial

Directores y guionistas: Mariano Cohn y Gastón Duprat; autor: Andrés Duprat; cinematógrafo Arnau Valls Colomer; elenco: Penélope Cruz, Antonio Banderas, Oscar Martínez, José Luis Gómez, Manolo Solo, Nagore Aranburu, Irene Escolar, Pilar Castro, Koldo Olabarri, Juan Grandinetti.

Este fue otro de los filmes que no pude ver en el Festival de cine de San Sebastián/Donostia en septiembre pasado por estar todo vendido semanas antes del comienzo del Festival. Fue una gran celebración porque todos sus integrantes estuvieron presentes con entrevistas y homenajes que RTVE transmitió en vivo. El título—que confundía a la audiencia por su alusión a la categoría en que se presentaba—es el cuadro de la historia: el millonario Humberto Suárez (José Luis Gómez) quiere que se le recuerde por producir un filme tan exitoso que pueda competir en los festivales más importantes y que logre llegar hasta los Oscares. Para lograr esto ofrece financiar cada aspecto de la producción desde el más destacado director hasta los actores más importantes. Así llega a Lola Cuevas (Penélope Cruz), la directora más prominente y particular del momento y a la selección de los dos actores más premiados nacional e internacionalmente. Iván Torres (Oscar Martínez) es un veterano actor y profesor que se distingue por su excelente selección de papeles y la profundidad de sus interpretaciones. Félix Rivero (Antonio Banderas) es el actor español más codiciado en Hollywood y una estrella que ha ganado los premios más populares del momento. Aunque conocen su trayectoria, ninguno de los tres ha trabajado junto.

Lola llevará la batuta en todo momento y desafiará a los actores para que se salgan de su zona de confort y les den otros matices a sus caracterizaciones. Aunque se siente gran tensión cuando están juntos, excepto Lola, que no tiene que hacerlo porque es la directora absoluta, tanto Iván y Félix intentan ser amables y respetar el espacio ajeno. Sabemos que esto no durará mucho y de vez en cuando se dan los exabruptos, los desafíos y la competencia no declarada. Lola los someterá a ensayos intensos casi para que cada actor deje de ser quien se cree que es y transformarse en los papeles requeridos. Habrá ejercicios para aplacar los egos, escenas que nunca se integrarán al corte final—como la del beso que los tres ensayan—e intentos de cambiar la trama para favorecer a uno o al otro. Los desafíos traerán cambios inesperados.

La escenografía en cada escena de discusión, ensayo o rodaje es de gran teatro: con mobiliario tan básico que parece vacío, tonos apagados o resplandecientes para resaltar las tomas tan cercanas que parecen estar hablándonos o, al menos captando toda nuestra atención. Los escuchamos y vemos para adivinar si lo que dicen o actúan es la verdad o la realidad inventada por ellxs. Hemos participadx de “the making of the film” sin distinguir lo que permanece en el corte final y lo que inventaron o escondieron los tres.

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