Es genocidio lo que pasa en la Franja de Gaza – Palestina

 

Especial para CLARIDAD

Me duele lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza en Palestina, el genocidio de un pueblo. Cuando leemos las noticias sobre el genocidio en Gaza y encontramos bombardeos implacables que han causado la muerte y heridas a decenas de miles de personas y provocado una destrucción sin precedentes, el desplazamiento forzado del 90% de la población, y la denegación y restricción de servicios esenciales y productos que pueden salvar vidas, y de la ayuda humanitarian. Eso destruye nuestra fibra humana y religiosa. Por eso denunciar la situación del genocidio en Gaza, Palestina es un deber de todo académico, ciudadano y religioso. Denunciar para no ser cómplice de esta barbarie. Es salir de esa guerra ideológica y alzar la voz de protesta para construir una humanidad que se respeta y se reconoce en su diversidad y dice es un genocidio. En Gaza no hay guerra hay genocidio. Israel ha cometió actos prohibidos en la Convención sobre el Genocidio, lo hizo con la intención específica de destruir a la población palestina de Gaza. Estos actos incluyen matanzas, infligir daños físicos o mentales graves a miembros del grupo protegido, y crear deliberadamente unas condiciones de vida calculadas para causar la destrucción física de la población palestina en Gaza. Nombrar los hechos por su nombre no es una opción, es GENOCIDIO, guardar silencio o recurrir a un lenguaje neutral no es prudencia: es complicidad.

Hablar contra el genocidio no es solo un acto ético o político: es una defensa profunda de la dignidad humana, de la memoria histórica, y la posibilidad de un futuro común basado en la justicia y equidad. El genocidio es el intento de destruir, total o parcialmente, a un pueblo o grupo por su origen étnico, religioso, nacional o racial, según la definición de la Convención de las Naciones Unidas (1948). Genocidio es lo que hace Israel en la Franja de Gaza.

Este genocidio no sólo es muerte incluye asesinatos, violencia sexual, tortura, desplazamiento forzado, robo, matanza y mutilación de niños/ñas, negación de identidad, destrucción cultural, entre otros. Todo esto atenta contra la dignidad humana más básica.

El genocidio niega que un grupo humano tenga derecho a existir. Es la forma más extrema de deshumanización, basada en odio, supremacismo o intereses de poder.  Si se justifica que un pueblo sea exterminado, se abre la puerta para justificar el exterminio de cualquier otro. Por eso el genocidio en Gaza es un crimen contra toda la humanidad, que no afecta a un solo grupo, el genocidio es una agresión a la conciencia colectiva de la humanidad. Rompe los principios del derecho internacional y los valores universales de justicia, igualdad y convivencia. En Mateo 7:12 señala «Así que, en todo, traten a los demás como quieran que ellos los traten a ustedes; porque esta es la ley y los profetas».  La denuncia y lucha contra el genocidio es nuestro deber, en esencia, se trata de tratar a los demás con la misma consideración y respeto que uno espera recibir, y se presenta como una máxima moral esencial de la religión cristiana. Entonces porqué muchos cristianos callan.

Ya lo hemos visto muchas veces en la historia de la humanidad donde destruyen culturas, memorias y saberes únicos. Donde no se respeta que cada pueblo tiene formas de ver el mundo, lenguas, arte, espiritualidad, ciencia y relaciones sociales que enriquecen a toda la humanidad. El genocidio elimina para siempre esos aportes.

Es también un “etnocidio”: mata culturas, no solo cuerpos. Y reproduce ciclos de violencia y trauma intergeneracional. Las heridas del genocidio no se cierran con el paso del tiempo, y lo vemos con Israel que justifica su odio y el genocidio por sus propias heridas que nunca sanaron. Se transmiten como dolor heredado, miedo, silencio, desconfianza y desarraigo. También en quienes callaron o fueron cómplices como los países que antes callaron y hoy siguen siendo cómplices. Recordar que una humanidad herida no puede ser libre ni justa.

El genocidio amenaza la estabilidad global, pues el genocidio nunca ocurre en el vacío. Provoca refugiados, guerras, crisis económicas, extremismo y desestabilización regional, afectando a países vecinos y al mundo entero.  Donde se permite el genocidio, se debilita la ley, la paz y la esperanza de convivencia. Pero la escalada de violencia de Israel coloca en riesgo a toda la humanidad, al atacar otros pueblos en su afán imperialista y destructor colocando a todos en las puertas de una guerra nuclear.

Por eso nuestro deber es no tener miedo y nombrarlo por su nombre: no es “conflicto”, “guerra”, ni “tensión étnica”; es genocidio. Debemos unirnos a exigir sanciones reales a los gobiernos responsables. Denunciar el genocidio y a los que lo provocan. Denunciar este afán imperialista, genocida y destructor de Israel.

Y apoyar a las víctimas y sus organizaciones para visibilizar su voz, memoria y demandas de justicia. Es exigir y defender el derecho a la verdad, reparación y no repetición.

Pero sobre todo es educar para la paz, para que nunca más se tolere la deshumanización de un grupo. Entender que oponerse al genocidio no es solo solidarizarse con un pueblo específico, que hoy es Palestina, es luchar por el derecho de todos los pueblos a vivir con dignidad, memoria, cultura y futuro, vivir en paz.

Callar frente al genocidio es ser cómplice de una humanidad desgarrada por el odio, donde debemos alzar la voz para construir una humanidad que se cuida, se respeta y se reconoce en su diversidad. Por eso decir NO AL GENOCIDIO es un acto de valor, de amor y de respeto por la vida.

 

 

 

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