Intempestiva con espectáculo y box

 

 

  1. En 1909, y en el mes de noviembre, un periódico publica un cuento de Jack London titulado A piece of steak. La trama gira en torno a un boxeador de pasada gloria llamado Tom King y su última pelea contra Sandel. Esta es una pelea en el que la juventud de Sandel se enfrenta como ventaja contra la esperanza en la experiencia de King. Para esta pelea King cena el último pan con salsa que queda en la casa, y envía a mujer e hijos a la cama con el estómago vacío, y la promesa de regreso con la victoria y la bolsa.
  2. Luego de una posposición, conferencias de prensa, y un guión con el cariz de una telenovela, Michael Gerard Tyson se enfrenta a Jake Paul en una pelea de exhibición a ocho asaltos, de una duración de dos minutos cada uno, para un total de 16 minutos de combate. Mike Tyson, discípulo privilegiado de la escuela de Cus D’Amato promete una humillante victoria sobre Jake Paul, un prankster youtuber con fantasías de box que ejercita sus victorias sobre peleadores que una vez fueron huéspedes en la Casa de la Gloria.

No tengo Netflix, pero de haber querido verla, lo habría logrado por otros medios. No quise verla, por más que tuve la sincera esperanza de que Tyson iba a poner en su lugar a Jake Paul. En Mike Tyson muchos vimos el boxeador que detendría a Jake Paul de una manera certera, y que con esta victoria, un pequeño honor quedaría restituído en medio de la gran mancha que deslumbra al box. Tyson sería el «¡No pasarán!» Rojo ante el avance franquista en la Guerra Civil Española. Pero no fue así.

  1. En el cuento de Jack London, la pelea entre King y Sandel representa el eterno dilema del box, la juventud vs. la experiencia, en uno más presente que en el otro. Tom King representa al boxeador que los promotores lanzan como carne ante el avance leonino del prospecto joven y promisorio. Sandel es la juventud carente de la versátil experiencia, pero salvaje y elástica en sus movimientos. Le falta la maña que sólo se adquiere en el trajín del combate que sólo se adquiere en la experiencia del dolor en estricto singular, en primera persona. Porque el boxeo no sólo es la dulce ciencia de golpear sin ser golpeado, es además la disciplina propia ante el dolor. Un boxeador camina hacia el dolor cuando el resto lo rehúye. La bella gloria de un boxeador es cónsona con su disciplina ante el revés del dolor. Cuando todo falla, la esperanza reside en su experiencia.
  2. Sin embargo, la experiencia no sirve de mucho cuando el estómago está vacío. En el box, es necesaria la pobreza para salir de ella. Esa es la historia común en el box, from rags to riches. En la pobreza, la voluntad de salir impulsa al boxeador a afinar su puño. En la riqueza, el despilfarro en el entourage y la vida lujosa deaemboca, no pocas veces, en una segunda visita de la pobreza. Le pasó a Tom King, le pasó a Tyson y a tantos otros.

Es en esa segunda visita del hambre que el «dive» se convierte en una dulce tentación. La pobreza en Tom King se manifiesta en la falta de un buen bisté para sostener sus brazos y piernas. Con cada golpe, con cada finta, Tom King sólo piensa en el pedazo de bisté, en ganar la pelea y así proveer sustento a la familia. La Experiencia es su empuje. Sandel, la juventud que se interpone.

  1. En el caso de Tyson, es difícil hablar de una actual pobreza económica. Así como Tom King, Mike Tyson sale de la pobreza vía el box, y si bien es cierto que el exceso lo devastó a una quiebra personal y económica, también lo es que ha logrado recuperarse gracias a inversiones y actividades que le han logrado una suficiente solvencia económica. En la mesa de Tyson el pan con salsa brilla por su ausencia, no es el plato insuficiente que debe ingerir previo a una pelea, y por esta razón enviar a mujer e hijos a la cama con el estómago vacío.

Tampoco Jake Paul es Sandel. Lo único común en ambos es que enfrentan a un boxeador ya pasado de su gloria y que prometió una victoria para perder por decisión unánime. El prankster youtuber que pasó de llamarse The Problem Child a El Gallo de Dorado, a El Gallo, quisiera ser un boxeador. Tiene los movimientos de boxeador, golpea como un boxeador, pero no lo es. Las cualidades del traje no hacen al traje, de igual manera que la túnica no hace invisible al rey. Sandel, un personaje de ficción en un cuento de box, tiene más de boxeador real que lo que puede tener Jake Paul, esto al menos para los que pensamos que todavía en el boxeo se puede pensar con cierta honestidad. Una pelea de exhibición –con un guión– en la que las probabilidades de manera absoluta están a favor de una de las partes, es peor que una pelea desigual en términos de los contricantes. De un modo u otro la desigualdad está presente en el box, estatura, peso y alcance, juventud, experiencia. Algunas, como el peso, tienen ajuste y penalidad. El resto, lo decide el baile, la finta y el golpe.

  1. Un día antes de la pelea, por los medios se coló un guión en el que Tyson perdía ante Jake Paul en el quinto round vía knockout. Momentos antes de enterarme de este guión — una cosa llevó a la otra, casi al instante –, vi la escena de la última conferencia, donde Tyson abofetea a Jake Paul por este pisarle un pie en el momento del careo. El resultado de la pelea asegura una bolsa de 40 millones a Jake Paul, y una de 20 millones a Mike Tyson, eso sin contar las apuestas y otros beneficios al margen del evento.
  2. En el cuento de London, Tom King no hizo «dive». Perdió por hambre, y con hambre y manos vacías regresa a la casa. No puede pagar un taxi. El dinero que le correspondía por perder la pelea, ya lo había gastado en prèstamos contra esa bolsa para así poder poner comida en la mesa. El pan con salsa era lo último que sobró de ese dinero. Con un llanto en silencio, Tom King emprende el regreso. Muchos años después, Anthony Quinn hace un regreso similar en Requiem for a Heavyweigh, sólo que en el papel de Mountain Rivera, Quinn no vierte lágrimas. Camina hacia el pequeño apartamento en que vive haciendo fintas. Momentos antes recibe un knockout de parte de un boxeador joven de nombre Cassius Clay, que luego se convertiría en Muhammad Alí, y a quien Tyson vengaría en su pelea contra Holmes en 1988. Jack London tardó medio mes en escribir A piece of steak, y le pagaron quinientos dólares para publicar este cuento por primera vez en el Saturday Evening Post.

Acá, al otro lado de la pantalla, pierde el fanático del box. Yo no puedo asegurar que Tyson haya hecho un «dive». Pero tampoco puedo dejar de pensar en ello. Cuando miraba los videos de su preparación para esta pelea, podía ver en medio de todo, que algo faltaba en Iron Mike. Lo notaba en su mirada. El espectáculo no ocultaba la verdad que transmitían sus ojos. No había miedo, ni la agresión, sí estaba su espectáculo. Lo fundamental estaba ausente, y aún con todo y eso, guardaba esperanza de que lo dejara salir a ùltimo minuto, de que iba a mandar el guión a la mierda, y se dispusiera a arrancar la cabeza de Jake Paul. Según lo que he visto en los clips que han salido de esta pelea, ese no fue el caso.

  1. En el caso de Puerto Rico, nosotros somos los grandes perdedores, y nada tiene que ver conque Tyson haya perdido. Es enfrentarse una vez más a la humillación, mientras los fotutos de turno ya preparan la caravana de recibimiento de Jake Paul emulando las que hicieran con glorias pasadas del box puertorriqueño, como las de Tito Trinidad. Un país de baile, botella y baraja, de pensamiento mágico, y de boba gratitud hacia uno de los invasores que saquean esta isla en nombre de la Ley 22.
  2. Mientras, acá el plato de pan con salsa que cenamos a diario, y así, macilentos, nos agarramos de la experiencia del dolor para enfrentar con fintas y esquivos los golpes que provienen de cada día nuestro.

 

 

 

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