Esta es la primera parte de una larga entrevista a la virtuosa del cuatro Fabiola Méndez.
Vianco Martínez
Especial para En Rojo
Lleva dentro las canciones de su tierra y cuando toca su instrumento hace que la luna duerma en sus tonadas. Se llama Fabiola Méndez y tiene una sonrisa que empieza en el mar de las Antillas y no termina en ninguna parte. Rotundamente puertorriqueña, lleva siempre su le lo lai adentro. Y, como el poeta Corretjer, sería boricua hasta en la luna.
Fabiola es hija de la libertad y nieta de la tradición. Toca el cuatro puertorriqueño desde los seis años y carga en su instrumento todas las canciones que le enseñó a cantar su tierra. Los rizos de su pelo se parecen a los rizos de su mar, y su alma de trovadora tiene mucho que ver con la identidad, nunca negociada, de su nación. Solo tiene veintiséis años y su música ya se está paseando por el futuro.
Fabiola Méndez nació en Caguas, una provincia musical situada al este de Puerto Rico. Allí aprendió a tocar el cuatro y a entenderse con la voz de las mañanas. Cada día, con su instrumento, rinde sus respetos a los viejos trovadores y a la tradición de su cultura. “Caguas es un pueblo de trovadores, uno de los más reconocidos en la música folclórica de Puerto Rico”, dice con un orgullo que enciende todas las luces que carga en sus ojos.
El cuatro es un hacedor de patria y está amarrado a la historia de Puerto Rico. Ella lo toca con el alma y nunca olvida que es, ante todo, una enseña de identidad, un símbolo que corre parejo con las lluvias de mayo, con las siembras de la esperanza y con los arrullos de la nacionalidad boricua.
En Puerto Rico la cultura es un santuario de la libertad, un gallo de pelea que se le plantó a un imperio. Su patria fue mancillada por la historia, pero su música nunca se rindió, y hoy, en gran medida, Puerto Rico es lo que es su música y lo que es su cultura.
Fabiola Méndez tiene varios discos, entre ellos Al otro lado del charco y Afrorriqueña;este último, un canto a la identidad que incluye canciones emblemáticas como Trigueña,un poema de Carmen Colón Pellot musicalizado con las tonadas de su tierra, y Dedicatoria, un texto libertario que encontró al leer Animal fiero, un poemario imprescindible de Angelamaría Dávila, que rinde homenaje a la mujer negra puertorriqueña y a poetas y luchadoras independentistas, entre ellas Julia de Burgos y Lolita Lebrón. En camino tiene una producción que explora el folclore puertorriqueño con armonías de jazz.
Fabiola impulsa el proyecto Afrorriqueña: la música puertorriqueña y su contexto sociocultural, una iniciativa que quiere llevar a todos lados la música tradicional de su tierra y, con el cuatro de fondo, reflexionar sobre temas asociados a la identidad, la raza, la música, la historia y el folclore. ¡Y quiere traerlo a la República Dominicana!
Fabiola Méndez ha compartido escenario con Eddie Palmieri, Pedro Capó, Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, El Gran Combo y la Filarmónica de Chicago. Y en todos lados va dejando un mensaje de luz y de amor a la patria, que son elementos de los que se ha nutrido históricamente la cultura puertorriqueña.
A Fabiola Méndez el futuro la encontró con un cuatro en la mano. Estudió en Berklee College of Music y hoy es artista residente en la Boston Landmarks Orchestra.
Fabiola tiene una relación sentimental con su cuatro. Fue fabricado con la madera que un luthier le tomó prestada a un árbol sembrado en su tierra. “Es como llevar un pedacito de mi tierra a donde quiera que voy porque, metafóricamente y literalmente, fue confeccionado a mano en Puerto Rico. Es como si yo estoy llevando un cantito de un árbol que creció en mi tierra.”
Fabiola Méndez, pequeña diosa trigueña con las manos paridas de luz, es un destello de innovación en la música tradicional de Borinquen. Como todos los boricuas, canta cuando habla y, como todos los boricuas, sueña con un Puerto Rico libre, independiente y dueño de su destino. Y eso lo hace constar cada vez que toca su instrumento.
¿Cómo entró el cuatro a su vida?
El cuatro entró a mi vida por mi familia; en el lado de mi papá, que tocaba el instrumento cuando era más joven, y por el lado de mi mamá, pues toda su familia ha sido bien pro cultura, y especialmente en las navidades, que es la época en que se escucha el cuatro en Puerto Rico. Así que empecé a los seis años.
¿Qué le concedió musicalmente Caguas, su tierra natal?
Caguas es un pueblo de trovadores, uno de los más reconocidos en la música folclórica de Puerto Rico. Allí había tres hermanos -Ramito, Moralito y Luisito- que vivían en Bairoa, el barrio de Caguas donde mis papás nacieron. Y allí, en Bairoa, ellos desarrollaban esa música.
Cuando yo nací ya ellos habían fallecido, pero se mantuvo esta tradición de trovadores. Todos los domingos en Caguas, en la Plaza del Mercado, había trovadores cantando y tocando.
En Caguas está una de las cinco escuelas especializadas en música que había en todo Puerto Rico, la Escuela Libre de Música de Caguas “Antonio Paoli”. Esta escuela fue el espacio donde yo me desarrollé. Casi todo lo que soy y lo que sé de música lo aprendí ahí. Ahí fue que cogí mis primeras clases, ahí aprendí a leer música, aprendí teoría musical.
Desde los diez años estuve con maestros privados, pero ya, cuando entro a la Escuela Libre de Caguas, recibo una educación más formal en la música, con maestros de cuatro que estaban super empapados del repertorio tradicional, de las técnicas del cuatro y todo eso, además de tener las clases privadas, pues había una rondalla en esa Escuela Libre de Música.
Así que tenía la oportunidad de tocar con otros jóvenes de mi edad canciones populares, aprender a tocar frente a un público, a tocar en grupo.
Y luego llego a la Escuela Superior, donde estuve desde mis diez años hasta mis dieciocho. Ahí me empiezan a enseñar unos conceptos más avanzados, como la improvisación, la composición, empiezo a coger clases básicas de cómo escribir una canción, armonía, todo eso.
Caguas fue y sigue siendo un espacio super importante para mí, pues tenía disponible todas esas herramientas. Yo soy super super orgullosa de ser cagüeña.
¿Musicalmente hablando, Caguas es diferente a otros pueblos o regiones de Puerto Rico?
Sí hay una diferencia geográfica de estilos musicales. Por ejemplo, la bomba. Hay varias regiones en la isla, pero es mayormente en la costa donde se desarrolla la bomba puertorriqueña, que es este ritmo percusivo de herencia africana.
Caguas queda en un valle en el centro de la isla, no super centro, más hacia el este; queda literalmente debajo de San Juan.
En Puerto Rico las expresiones musicales se dividían así: la costa versus la montaña. En la costa teníamos toda la percusión, todo el baile, y en el centro era más cuerda, más de cantar, los trovadores, la música campesina. Así que creo que Caguas va más por esa línea de la música de cuerdas y de trovadores.
¿Qué nombres en la trayectoria del cuatro a usted le sirven de referencia?
Varios nombres. Ladislao Martínez, que se conoce como El Maestro Ladí, fue uno de los pioneros del cuatro moderno y uno de los compositores que más música escribió para cuatro. Incluso, todavía hoy, en el 2022, se descubren piezas. Mira, esto lo escribió el maestro Ladí. ¡Ay, yo no sé ni cuantas! Tal vez los historiadores tendrán un número estimado de cuántas composiciones tiene, pero él ha sido muy importante en la historia del cuatro.
Maso Rivera, que es un poquito ya más cerquita del 1900; Pancho Ortiz Piñeiro, Archilla (Sarrail). Y ya más moderno yo diría Edwin Colón Zayas, Quique Domenech, Prodigio Claudio.
En la figura de la mujer, que como pasa en mucha de la música, no hubo tal vez muchas a las que se les dio el espacio en las épocas que el cuatro estaba desarrollándose. Pero en la música moderna tenemos a Maribel Delgado, Emma Colón Zayas.
¿El cuatro era un instrumento de hombres?
Si. Realmente no sé por qué, pues yo me imagino que tenía que haber mujeres cuatristas, solo que a lo mejor no se les daba el espacio para que tocaran en tarima o no se les daba la visibilidad en los medios, en los periódicos, en la radio de ese tiempo.
Las que conocemos, de las primeras, son de ahora, del 2000 para acá, que son las que mencioné, Emma Colón Zayas y Maribel Delgado, que fueron las primeras que hicieron un disco tocando el cuatro.
Antes de ellas no había, que yo sepa, una mujer que hubiera hecho un disco como cuatrista. Sí había mujeres que cantaban la música campesina. Creo que siempre en la música a la mujer se le dio ese rol, especialmente antes: tú eres mujer, canta, canta o baila.
¿Cuáles posibilidades ofrece el cuatro para enlazarse con otros géneros y otras músicas, más allá de las expresiones puertorriqueñas?
Tradicionalmente, el cuatro fue hecho para la música campesina y la música folclórica de Puerto Rico. No es hasta finales de los 90 que los cuatristas empiezan a experimentar con otros géneros musicales. Por ejemplo, Edwin Colón Zayas empieza a explorar con la música clásica, empieza a explorar un poquito con el jazz, empieza a explorar con otros géneros latinoamericanos.
El cuatro tiene un timbre bien parecido a muchísimos instrumentos autóctonos. Por ejemplo, si tú estás tocando en el registro agudo del cuatro, suena bien parecido a un cavaquinho o a un bandolín, que es un instrumento brasilero.
Si estás tocando en las cuerdas graves y estás tocando tipo montuno, suena bien parecido a un tres cubano. Si estás tocando finger star, como le dicen, con los dedos, puede sonar como una guitarra de doce cuerdas, una guitarra de cuerdas dobles. O sea, es versátil en ese sentido.
Como tiene un registro también tan amplio, como tiene unas notas graves, como tiene unas notas super agudas, porque tiene cinco cuerdas dobles, tiene todas esas posibilidades.
Dependiendo del lugar en el diapasón en el cual tú estés tocando, pues tiene una sonoridad que le da esa flexibilidad. Puedo tocar un choro brasilero, puedo tocar un bossa nova o puedo tocar un son cubano o puedo tocar una pieza de jazz.
Uno de los pioneros en eso de jazz también fue otro cuatrista que se llama Pedro Guzmán. El empezó a tocar el cuatro con el blues y a tocar el cuatro más con la música de Estados Unidos, el jazz y todo eso. Y lo tocaba un poco más como una guitarra, que es un poco también de lo que yo hago.
Cuando estoy cantando me acompaño con el cuatro tocando acordes, que tradicionalmente no es lo del cuatro. El cuatro es un instrumento de melodías, que es acompañado con una guitarra. Pero tiene cinco cuerdas dobles, se pueden tocar acordes cómodamente, entonces, por qué no hacerlo. Así que es parte de eso, de esa exploración, lo que yo siempre digo, es un instrumento como cualquier otro. Lo podemos comparar con una guitarra, se puede tocar acordes, se puede tocar melodías, puedo tocar cualquier tipo de género musical.
¿Qué papel juega el cuatro en una orquestación?

El cuatro es el que establece la melodía, la tonalidad, la guitarra acompaña y, entonces, tenemos el bongó y el güiro. Ese es el conjunto típico: cuatro, guitarra, güiro -el güiro es el güícharo puertorriqueño- y el bongó y el trovador que canta. Esa sería la instrumentación tradicional.
En Puerto Rico hay muchas melodías tradicionales que se conocen como seises o aguinaldos. Hay más de ciento cincuenta seises dependiendo de la región de la isla. El cuatro es el que delinea las melodías y establece el estilo. Por ejemplo, si un trovador de la isla llega y dice yo quiero cantar un seis fajardeño, que es de la región de Fajardo, pues el cuatrista es el que establece la melodía del seis fajardeño: pam pa pam pam / pa pa pa pam / pam pa pam pam / pa pa pam. El trovador canta su letra, pero es el cuatro, por esta melodía, el que establece que este es el seis fajardeño.
O sea, que el cuatro siempre va adelante, siempre va a la vanguardia
Si. Incluso en los contextos tradicionales es el instrumento líder. El cuatro es el que hace el solo, el cuatro es el que acompaña, cuando la canción termina -o si es una canción instrumental es la misma cosa-, el cuatro es el que da como que el “qiu” para terminarla. O sea, es bien líder en la música, el cuatro.
Continuará…