Editorial: El reto de avanzar hacia la energía de fuentes renovables

 

A raíz de la aprobación del contrato de Genera PR, que privatiza la generación eléctrica en Puerto Rico a través de una compañía subsidiaria de New Fortress Energy- que ya vende y suple gas natural a las unidades generatrices de San Juan de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE)- cobra fuerza el debate de por dónde va nuestro país en el objetivo de alcanzar un 100% de generación eléctrica de fuentes renovables para el año 2050. El proceso camina con mucho retraso. Según el itinerario del Negociado de Energía, en 2022 debimos haber alcanzado un 10% de generación de fuentes renovables. Nos quedamos muy por debajo con solo 2%. A ese ritmo, es cuestionable que podamos “cantar victoria” dentro de 27años cuando se venza el plazo.

El principal escollo para lograr dicho objetivo es el colonialismo. Recordemos que Puerto Rico no tiene soberanía. Que aquí manda el Congreso de Estados Unidos. Y ese cuerpo, tan distante y ajeno, tiene presencia y autoridad continua en nuestro país a través de la Junta de Control Fiscal (JCF), y así empuja privatizaciones y embelecos que satisfagan a los grandes intereses del capital a quienes se deben ellos y la mayoría de los políticos de Estados Unidos y Puerto Rico. Por eso, ninguno habla claro cuando se menciona el asunto de las energías renovables. La llamada “política pública” de renovables para el 2050 se ha convertido en un escudo para que los políticos y tecnócratas del gobierno de Puerto Rico eviten contestar las preguntas más incómodas sobre el tema de los proyectos de energía renovable, mientras se les da paso y contratos a compañías de gas natural.

A lo largo de nuestra historia colonial bajo Estados Unidos, han prevalecido siempre los intereses de las grandes industrias y capitales de allá, sean estos el armamentista, militar, azucarero, petrolero, farmacéutico, y ahora, el gran comercio, el real estate y la industria del gas natural. Tal contradicción la advierte la propia Secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm. En sus comparecencias públicas durante su más reciente visita, Granholm aseguró que un estudio realizado por el Natural Renewal Lab del Departamento de Energía de Estados Unidos (DEEEUU) comprobó que Puerto Rico tiene la capacidad de generar energía renovable por los próximos 27 años, hasta el 2050, cuando se supone que estén dadas las condiciones para la transición completa a la producción eléctrica de energías renovables. “Puerto Rico puede ser un ejemplo desde cero de cómo una región, cómo una isla, cómo cualquier parte de los Estados Unidos o cualquier país puede depender al 100% de recursos renovables. Este es el momento para que Puerto Rico pueda levantarse de la tragedia de estos huracanes y construir un sistema que sea un modelo. Pero no va a suceder por sí solo”, dijo la secretaria, sin abundar.

Lo que Granholm no dijo es que los grandes saltos de los países ocurren cuando convergen las principales fuerzas sociales en el convencimiento común de la necesidad de lograr consenso para elevar su desarrollo económico y estándares de vida. Elaborar un consenso para dejar la dependencia de combustibles fósiles, y movernos hacia la producción eléctrica de fuentes renovables y limpias es urgente. Que Puerto Rico tenga acceso a energía propia, moderna, estable, asequible y no contaminante, sobre la cual apuntalar un nuevo modelo de desarrollo económico capaz de producir bienestar y progreso a nuestra gente, a la vez de contribuir a revertir los daños del cambio climático, debía unirnos a todos y todas en el país.

Ya muchos países han alcanzado un consenso para emprender esa ruta. Según datos de la agencia internacional de las energías renovables, IRENA, los emprendimientos en energía renovable a nivel internacional ya le dan empleo a 11 millones de personas, con un crecimiento de más del 50% en los últimos siete años. En nuestra región, el ejemplo de Costa Rica demuestra que la independencia energética de manera sostenible es posible. El país centroamericano lleva 8 años consecutivos produciendo más del 98% de su energía de fuentes renovables, lo cual ha aportado gran estabilidad a su economía y confiabilidad a la inversión extranjera.

Ese es un ejemplo exitoso y cercano que debería animarnos. Necesitamos una fuerte unión de voluntades que, por encima de intereses creados, contratos y privatización, acepte el reto de impulsar la energía de fuentes renovables, que es la mejor opción energética para el futuro de Puerto Rico.

 

 

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