La situación política post-electoral: 2025

Foto: por Francesca von Rabenau/ especial para CLARIDAD

Especial para CLARIDAD

 

Después de unas elecciones lo usual ha sido un período de calma relativa, mientras los nuevos actores se acomodaban y posicionaban para dar inicio al debate sobre las políticas públicas.  Ese período de calma se ha denominado“luna de miel”. En esta ocasión en Puerto Rico, y mucho más en Estados Unidos, ese período de acomodo se ha obviado. Eso nos obliga a mirar cuidadosamente la situación post electoral para entender claramente lo que está cambiando y cómo.

Las elecciones pasadas terminaron siendo, principalmente, un conflicto entre dos alianzas: una por acuerdo y otra por absorción. Por una parte, el Partido Independentista Puertorriqueño y el Movimiento Victoria Ciudadana decidieron, por acuerdo mutuo aliarse y  se vieron forzados a hacerlo extra-legalmente. Por otra parte, el Partido Nuevo Progresista absorbió electoralmente al Proyecto Dignidad creando  el equivalente de una alianza informal. Digo esto porque los miembros del Proyecto Dignidad, al votar atemorizados por el PNP, no se desprendieron de sus preferencias, ni adoptaron el perfil político del partido que los absorbió. Se han convertido en un subconjunto no asimilado, con el cual el PNP está negociando internamente y a través de legislación.

Consideraré inicialmente estas dos “alianzas” y luego haré algunos comentarios sobre la situación del Partido Popular Democrático.

 

El triunfo del PNP fue un triunfo por atemorización: ganaron metiendo miedo y únicamente metiendo miedo. Este uso del temor ha tenido éxito electoral porque se apoya en los efectos psicológicos de la dependencia extrema sobre la que he escrito anteriormente. Valiéndose de esa táctica se evitó contestar satisfactoriamente los planteamientos urgentes de política pública y práctica institucional que preocupaban y preocupan al país. La evasiva y la mentira fue lo que se recibió como respuesta a las preguntas que constantemente se hacían.

Esta campaña de miedo tuvo el efecto de absorber la matrícula del Proyecto Dignidad dentro del PNP, creando una alianza no acordada, implícita y básicamente frágil. Entender esta “alianza” es esencial para entender la dinámica post-electoral del PNP.

 

La formidable muralla del poder del PNP, con su control total de todas las ramas del gobierno aparece ante la mirada superficial como un bloque monolítico, pero un examen detallado revela otra realidad.

La sesión legislativa ha comenzado y entre sus primeros proyectos de ley se encuentra  uno que se dirige a facilitar el discrimen contra la comunidad de personas con preferencias sexuales alternas y otro que busca dificultar el acceso a la terminación de embarazos por parte de adolescentes.

Coincido con quienes opinan que ambas medidas responden al intento de mantener la alianza tácita entre el PNP y lo que fue el Proyecto Dignidad pero creo, además, que el intento mismo nos ofrece una radiografía de la situación interna del PNP.

En primer lugar, esta tentativa de unificación interna subraya el hecho de que mantener esa población electoral que se asoció al Proyecto Dignidad  se percibe institucionalmente como vital para la subsistencia electoral del PNP. Ya el PNP no puede, por sí mismo y sin hacer alianzas explícitas o implícitas, asegurar el triunfo electoral. Se está tratando de mantener la unidad y la masa electoral moviendo al partido completo hacia el conservadurismo extremo.

Esta movida confronta una serie de dificultades.

En primer lugar, pasa por alto la complejidad del Proyecto Dignidad. El Proyecto Dignidad no es un bloque monolítico de conservadores trompistas. De hecho, el descontento inicial que le dio origen a ese grupo no se basó en el conservadurismo ideológico sino en la indignación por la corrupción interna del PNP. Son personas que se sienten indignadas de ver que se defiende su ideal de estadidad desde el saqueo y la corrupción y no desde la decencia y la integridad. Por eso la organización se llama “Proyecto Dignidad”. Esas personas se sintieron atemorizadas por la gritería de mentiras del PNP pero su preocupación fundamental no ha cesado, más bien se acrecienta con las palabras y acciones de la gobernadora relacionadas con las propiedades ilegales en la Parguera. Esa es una grieta amplia y profunda que el liderato del PNP no va a poder empañetar fácilmente.

 

En segundo lugar, pasa por alto la complejidad del PNP mismo. El Partido Nuevo Progresista, como todo partido masivo, es una coalición de intereses diversos. En el PNP también hay personas con preferencias sexuales alternas y algunos de ellos son personas poderosas. El PNP tampoco es un bloque monolítico de conservadores trompistas. Dentro del PNP también hay liberales y personas que, en el contexto estadounidense, preferirían a Sanders, es decir, pertenecerían al ala izquierda del Partido Demócrata.

¿Y qué significa esto? Significa que los debates sobre la política pública no se van a dar únicamente en la sociedad civil con el PNP sosteniendo todo el poder gubernamental. Significa que los debates sobre los asuntos más controversiales se van a comenzar a darse al interior del PNP y se van a sentir como tensiones internas. El liderato tratará de imponer una línea de partido y resolver las discrepancias como asuntos de disciplina pero eso hicieron los demócratas con Sanders y sus planteamientos y con el tema de Gaza… y la gente se les quedó en la casa el día de las elecciones. Además de eso la narrativa del miedo se va a embotar. El cuento del “Cuco” va a perder efectividad, especialmente en un período en que es Donald Trump y no Juan Dalmau quien está apretando por el pescuezo a la gallina de los huevos de oro.

 

El tema del Instituto de Cultura merece consideración aparte. No voy a profundizar en los méritos del Instituto como estructura gubernamental porque lo que quiero enfatizar es el aspecto político del asunto. Pero no puedo pasar por alto el argumento de quienes sugieren que la localización del Instituto el indiferente porque el Festival Casas estuvo ubicado en Fomento e hizo una labor encomiable. ¡Por favor! El Festival Casals pudo haber estado adscrito al Departamento de Salud y hubiese sido igual porque tenía todo el apoyo del Gobierno de Puerto Rico y el interés personal de Luis Muñoz Marín. El problema es que el Instituto de Cultura tiene, en el gobierno PNP, un enemigo. La localización es importante pero lo crucial es el apoyo.

 

La legislación propuesta que se refiere al Instituto de Cultura, tiene que entenderse a la luz del momento en que se presenta.

Apenas un par de semanas atrás había aparecido la más reciente aportación discográfica de “Bad Bunny” que resultó ser una celebración de la puertorriqueñidad y que fue acogida y celebrada, en Puerto Rico y en la diáspora, con gran entusiasmo. Obviando los aspectos artísticos y conceptuales de esa aportación, desde una perspectiva política, apareció como la coronación de una participación del artista en las preocupaciones políticas del país. Esa participación jugó un papel en el proceso electoral y fue asunto de irritación y motivo para el despliegue de gran vulgaridad de parte del liderato PNP, que posa de ser conservador.

 

Dentro de este contexto, la legislación del PNP aparece, políticamente, como la respuesta a “Bad Bunny”. Es decir, la legislación aparece como una afirmación anti-puertorriqueña. Esto es extremadamente significativo.

Como he explicado en reiteradas ocasiones, el obstáculo central del movimiento estadoísta es el nacionalismo cultural. Luis A. Ferré trató de resolverlo con la “estadidad jíbara”, es decir validando el nacionalismo cultural dentro del estadoísmo. Carlos Romero Barceló trató de resolver el problema yendo al lado opuesto: negando la existencia de la cultura puertorriqueña (“¿Cultura, qué cultura?”). Ahora, el Senado de Puerto Rico quiere simplemente borrar la existencia de la cultura puertorriqueña borrando la evidencia de sus aportaciones.

Este es el segundo decreto de incompatibilidad. El primero fue el de Luis Muñoz Marín respecto al Partido Popular y la independencia y el segundo es del PNP respecto a la estadidad y la puertorriqueñidad.

Es el último paso de la estadidad como arreglo compatible con la puertorriqueñidad y es el primer paso gubernamental hacia la hawaianización.

Es además el principio de la idea de que el futuro de la estadidad está en la sustitución poblacional. Si la estadidad es incompatible con la puertorriqueñidad la única manera de integrarse a los Estados Unidos sería con Puerto Rico sin los puertorriqueños.

La alianza entre el PIP y el Movimiento Victoria Ciudadana estuvo plagada de dificultades legales y otras trampas creadas deliberadamente por el PNP y el PPD con el propósito indudable de dificultar la libre expresión de los disidentes y preservar a toda costa el bipartidismo. La torpeza gerencial de algunos líderes de la Alianza contribuyó a los problemas.

En ese acuerdo de alianza el PIP aportaba la solvencia económica, así como la estructura organizativa y la experiencia electoral. Además, no se puede obviar la excelencia personal, intelectual y política de Juan Dalamu como líder del PIP y co-líder de la Alianza. La aportación más importante del Movimiento Victoria Ciudadana a la Alianza era la pluralidad ideológica: el hecho de que en sus filas hay favorecedores de todas las fórmulas de relación con los Estados Unidos.

Ideológicamente el PIP se ha ido colocando en una posición de centro entre la derecha conservadora y el socialismo anti-estadounidense. Esto no ha sido accidental sino calculado deliberadamente. El PIP ha tratado de ser un defensor de la independencia y de las ideas progresistas sin asociarse con el anti-americanismo que ha caracterizado a otros grupos independentistas. No han querido asociarse con el anti-americanismo, me parece a mí, para poder presentarse ante los Estados Unidos como un partido con el cual se puede negociar  seriamente y no como representantes o simpatizantes del enemigo ideológico de la metrópolis.

En la práctica esta es una posición difícil de sostener. A nivel internacional la ayuda diplomática que recibe la independencia de Puerto Rico viene, en una medida significativa, de países socialistas mientras otros países que prestarían ayuda, sucumben ante la presión de los Estados Unidos para que no lo hagan. Esto es innegable. En adición a eso es muy difícil, en muchos casos, para un partido político anti-colonial, con preocupación y compromiso por la justicia y la defensa de los más desventajados, apoyar las políticas internacionales de los Estados Unidos en lugares como América Latina, Vietnam y Gaza… para no dar docenas de otros ejemplos. A pesar de todo esto el PIP ha tenido éxito en mantener una posición relativamente centrista y balanceada.

Esta percibida necesidad de distanciarse de otras agrupaciones independentistas que se encuentran más a la izquierda del espectro político ha generado, creo yo, en el PIP, una tendencia sectaria que persiste en la base aunque se haya podido ir disipando en el liderato.

Ideológicamente el Movimiento Victoria Ciudadana es más heterogéneo que el PIP y desde el principio se enfatizó que su preocupación más urgente es la transformación de la sociedad puertorriqueña en una entidad viable y no la solución electoral del problema del estatus. Esa heterogeneidad ideológica y ese énfasis en la transformación social son lo que le permitió a la Alianza poner el cambio en la relación con los Estados Unidos fuera del debate, fuera de “issue”. La aportación de Victoria Ciudadana a la Alianza no está en los números sino en la credibilidad que ofrece respecto a que un cambio en el estatus no es la meta electoral.

Sin el Movimiento Victoria Ciudadana no hubiese habido ninguna posibilidad de que el PIP obtuviese el triunfo que obtuvo. El problema es que el MVC quedó, electoralmente, una posición muy débil, el PIP se fortaleció grandemente y no se ha creado un mecanismo compensatorio que produzca una situación más balanceada.

 

La situación post-electoral le presenta a los miembros de la Alianza oportunidades y dificultades.

La exitosa campaña de miedo del PNP sugiere la importancia de la educación política de nuestro pueblo. Esa es un área de gran debilidad en el PIP. El PIP es un partido electoral cuya persistencia militante en períodos no electorales es, tradicionalmente, muy baja. Les gusta aparecer “en récord” como defensores de causas nobles pero la constancia y la intensidad de su militancia ha sido tradicionalmente baja aunque ha mejorado con Juan Dalmau. Por eso es que, históricamente, han surgido grupos más militantes para llenar ese vacío. Como tener un grado de militancia intenso y constante requiere una motivación muy alta, que las posiciones ideológicas de centro raravez producen, los grupos más militantes son ideológicamente, más radicales.

Por su parte, el Partido Popular Democrático se ha encontrado ante una situación de seria debilidad en su liderato, con un nivel muy bajo en su credibilidad institucional, con ausencia de proyecto de estatus y, más grave aún, con una falta de proyecto social.

El problema de falta de liderato parece estar comenzado a resolverse por el momento. Su recién adquirido líder, Pablo José Hernández, es una persona muy bien educada, carismática, con claras cualidades de liderato y mucho apoyo institucional.

El problema de la falta de credibilidad institucional podría tomar un tiempo considerable en corregirse y depende mucho de la consistencia en el actuar de sus líderes, de su coherencia en la selección de su ubicación ideológica y de la percibida pertinencia y viabilidad de sus proyectos.

La primera dificultad es la de distanciarse claramente en sus posiciones y en sus acciones del Partido Nuevo Progresista. Esto no es fácil.

En el pasado reciente, cuando un cúmulo de decisiones judiciales y administrativas en los Estados Unidos incluyendo la creación de la Junta de Control Fiscal, destruyeron la versión criolla del ELA, se crearon la desorientación y la desmoralización que prevalecen hasta hoy.

Horrorizado por el temor a la independencia y por la urgencia de defender su adhesión a la ciudadanía estadounidense, el liderato popular tendió hacia la derecha, un espacio que está firmemente capturado por el PNP.

Vacilaron en la defensa de su tradición liberal y fueron percibidos como coqueteando con la corrupción, envidiosos del aparente éxito de los estadoístas en esa área. Carentes de memoria histórica olvidaron que el PPD no se originó como un proyecto de status sino como un proyecto de desarrollo social vinculado a la independencia.

Acentuando su falta de visión y entendimiento, el liderato popular torpedeó e hizo colapsar el proyecto de las Comunidades Especiales de Sila María Calderón que era el único intento de transformación social de alcance y envergadura después de la obra de Luis Muñoz Marín. Era el único proyecto que se basaba en el propósito de que las comunidades a través de toda la Isla se educaran y adquirieran destrezas dirigidas al auto sostén y la creación de proyectos viables y propios. Cuando el liderato del Partido Popular permitió y propició su eliminación, cavó su propia fosa: se quedó sin proyecto social.

Desde ese momento no han tenido proyecto de estatus ni proyecto social. Si hubiesen  retenido y cultivado el diseño de Calderón, al colapsar el ELA habrían podido afianzarse en una idea como la de “justicia social y auto-sostén bajo cualquier estatus” y no habría cundido la incertidumbre y la desesperación entre ellos. Se hubiesen podido distanciar del PNP con la frente en alto. Pero la defensa del colonialismo, el espíritu servil, la falta de imaginación y la busconería, los trajeron donde están.

He dicho muchas veces y diré muchas más, que sin un grado más alto de autosuficiencia ningún proyecto de estatus en Puerto Rico es viable. La estadidad no es viable con la super-dependencia ni ninguna de las otras opciones. El movimiento estadoísta está en negación, poniendo su fe en un redentor que los desprecia. Las demás agrupaciones necesitan unirse detrás de un proyecto de país que afirme el auto-sostén y la soberanía nacional dentro de una relación de mutuo respeto y cooperación con los Estados Unidos. Confío en que las inevitables transformaciones en el Partido Popular los lleven a la afirmación de estos valores y que en las próximas elecciones se presente ante el electorado una alianza compuesta por PIP, el MVC y el PPDS: Partido Popular Democrártico Soberanista.

He dicho.

 

 

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