Lares: El punto de partida

 

Por Carlos Gallisá                                                  

 

El Grito de Lares es nuestro punto de partida para estos apuntes sobre la historia política puertorriqueña. Allí se da la primera gran explosión política del pueblo puertorriqueño en la defensa de su derecho a constituirse en una nación libre y soberana. La palabra “Grito” en el siglo 19 era usada para referirse a una insurrección armada por la independencia. En Cuba, se llamó el Grito de Yara y en México el Grito de Dolores. Nuestro Grito es el primer movimiento revolucionario de reconocida fuerza en la historia de Puerto Rico. El 23 de septiembre de 1868, en la hacienda de Manuel Rojas en el barrio Pezuela de Lares, unos 1,000 hombres allí reunidos se constituyen en el ejército rebelde y a eso de la media noche toman el pueblo de Lares y declaran la República de Puerto Rico, instaurando un Gobierno Provisional de la República presidido por Francisco Ramírez Medina.

Esta insurrección contra el dominio colonial español, que se conoce en nuestra historia como el Grito de Lares, tuvo como su principal dirigente, organizador intelectual y militar a Ramón Emeterio Betances. Desde el exilio en París y más cercano a la fecha de la rebelión, desde República Dominicana, Haití, Curazao y San Tomás, Betances  transportó armas, diseñó planes militares, ideó la bandera de Lares y en su proclama de 1867, titulada Proclama de los Diez Mandamientos de los Hombres Libres, recogió los postulados programáticos de la revolución puertorriqueña. La lista de sus demandas incluía:

  1. Abolición de la esclavitud
  2. Derecho de votar todos los impuestos
  3. Libertad de culto
  4. Libertad de palabra
  5. Libertad de imprenta
  6. Libertad de comercio

     7. Derecho de reunión

  1. Derecho de poseer armas
  2. Inviolabilidad del ciudadano
  3. Derecho de elegir nuestras autoridades

Estas exigencias de libertades y derechos reflejan las razones para la revolución. El despotismo colonial suprimía las libertades individuales y colectivas de los puertorriqueños y hacía de éstos, esclavos económicos de los hacendados y comerciantes españoles. La consigna política de la Revolución Puertorriqueña —Patria, Justicia, Libertad—, define los objetivos que perseguía la rebelión.

El alto mando revolucionario estaba compuesto por Betances, Segundo Ruiz Belvis, José Celis Aguilera y el Dr. José Francisco Basora entre otros. Ruiz Belvis muere en Chile en octubre de 1867 en gestiones de apoyo continental a la causa puertorriqueña. En la Isla Manuel Rojas fue nombrado Jefe General de la Revolución y Juan Terreforte, Comandante General. Este último luego militará en el Partido Revolucionario Cubano en Nueva York durante 1895 como parte de la Sección Puerto Rico.

La fuerzas revolucionarias del Grito de Lares fueron derrotadas militarmente por las tropas españolas. Fallas de coordinación entre las distintas unidades revolucionarias de los municipios, llamadas entonces sociedades secretas, la imposibilidad de Betances para entrar a la Isla con su expedición debido a la guerra civil desatada en República Dominicana en abril de 1868 y luego, la confiscación por las autoridades danesas del barco que traía unos 500 fusiles fueron factores decisivos en la derrota de los revolucionarios.

En carta de Betances a Manuel Sanguily del 14 de agosto de 1891, Betances explica brevemente lo sucedido:

“Es cierto que en 1867 se conspiraba en Cuba como en Puerto Rico. Ése fue el año de mi expulsión, que dura hasta hoy. Conmigo fueron desterrados otros amigos, entre los cuales era el principal Segundo Ruiz Belvis, el mismo que, nombrado por los míos para la Junta de Información, había sido encargado de proponer, como lo hizo, la abolición inmediata de la esclavitud con indemnización o sin ella. Lo que no es cierto es que las dos Islas conspiraban de acuerdo, y ésa fue una gran desgracia; pues entre las dos, si hubiera querido comprenderlo la Junta de New York, arrastrábamos a la República Dominicana y teníamos bandera en el mar. Ruiz Belvis y yo llegamos a New York expulsos antes del levantamiento de Lares.

Allí nos reunimos con el doctor [José Francisco] Basora, puertorriqueño que formó parte de la Junta Revolucionaria de Cuba y Puerto Rico; y formamos los tres Comités que lanzó la proclama de que usted me habla.

En New York nos separamos. Basora se quedó en su puesto, Ruiz salió para Chile, donde esperaba encontrar ayuda, y murió al llegar a Valparaíso (Puerto Rico perdió un gran patriota), y yo volví a las Antillas, donde seguí tan pronto en Santo Domingo, como en St. Thomas, en Curaçao o en Haití, hasta que me vi echado de todas partes, organizando los comités de Puerto Rico, que lograron levantar al pueblo, reunir en menos de tres días más de diez mil hombres dispuestos a luchar y a salvar siquiera el honor del país. Desgraciadamente, una indiscreción había forzado a los conspiradores de Lares a precipitar el movimiento antes de mi llegada con las armas que tenía preparadas, y pudieron los españoles sofocar fácilmente las aspiraciones de todo un pueblo para que pudiera más tarde declarar Labra que en Puerto Rico no había más que un separatista. Usted sabe quién”, termina diciendo Betances.

No empece la derrota militar, el Grito de Lares obligó al gobierno español a modificar o reformar el sistema colonial. En 1869 se permitió la formación de partidos, hasta entonces prohibidos, aunque manteniéndose la prohibición sobre organizaciones independentistas. Se amplió la elección de diputados a las Cortes y cinco años más tarde, en 1873, se abolió la esclavitud y en 1876 la odiosa libreta de jornaleros.

Esta libreta era parte de un reglamento que impuso el gobernador Juan de la Pezuela en 1853 para controlar las actividades de los jornaleros, definidos como toda persona mayor de 16 años que no tuviera profesión o capital. Estos trabajadores tenían que inscribirse en un registro a cargo del juez del pueblo, quien les entregaba una libreta.

La libreta colocaba al trabajador en un estado de servidumbre. El patrono hacía anotaciones en la libreta sobre su conducta, salario devengado, trabajos realizados y las fechas de empleo. Se prohibía el agrego. Toda esta reglamentación, conocida como la libreta de jornalero, se hacía para beneficio de los grandes hacendados.

El reformismo que se abre paso ante la derrota del movimiento revolucionario en Lares viene a ser una constante en nuestra vida de pueblo. Los reformistas en su oposición tradicional a la independencia terminan siempre sirviendo al imperio de turno en su dominación colonial y, por consiguiente, afirmando el coloniaje. Así sucedió bajo España con la Carta Autonómica al igual que bajo Estados Unidos con el Estado Libre Asociado.

El reformismo o autonomismo es una postura colonial. Sus demandas nunca llegan a plantear la salida del poder colonial y el traslado al pueblo colonizado de derechos plenos y soberanos. El reformismo siempre le concede a la potencia colonial el poder último, precisamente lo que define y marca el coloniaje. El reformismo llegó a su máxima expresión con el autonomismo. Su primera manifestación organizada la presidió el Dr. Pedro Gerónimo Goyco en 1870 al crear el Partido Liberal Reformista.

En Lares no nació la nación puertorriqueña. Como veremos ésta comenzó a formarse desde mucho antes. La importancia de Lares es que aquí se hace innegable nuestra existencia como nación. La lucha de independencia que se expresa en Lares con una fuerza como nunca antes es nuestro punto de partida en defensa de la nacionalidad puertorriqueña.

Exaltando la importancia del Grito de Lares en nuestra historia Pedro Albizu Campos expresó: “En esa fecha gloriosa se fijó la voluntad a ser libres y desde ella empieza la cronología de la República Independiente, no importa el tiempo que tarde en librar su soberanía de extrañas intervenciones”.

Es menester señalar que el sentimiento nacional boricua tiene expresiones tan tempranas como a principios del Siglo 18 con la diferenciación que hacía la población entre criollosy españoles. Según el fraile español Íñigo Abad en su Historia de Puerto Rico,se les da el nombre de criollos a todos los nacidos en Puerto Rico no importa “la casta o mezcla de que provengan”. A los europeos se les llamaba blancos.

Otros destacan la despedida que el primer obispo boricua Juan Alejo de Arizmendi le dio a Ramón Power en 1809 al salir hacia las Corte Españolas luego de ser electo diputado en la primera elección celebrada en Puerto Rico. En una clara diferenciación el obispo Arizmendi le entrega su anillo a Power y le insta a defender los derechos de sus compatriotas. Se le adjudica a Power ser el primero en llamarse a sí mismo puertorriqueñoy en llamar paisanosa sus compatriotas.Claramente, ya había conciencia de que éramos un pueblo diferenciado de los españoles.

Antes, en 1797, miles de milicias puertorriqueñas combaten la invasión inglesa y la rechazan. A finales del siglo 18 nace el arte pictórico puertorriqueño con José Campeche. Y temprano a la vuelta del siglo aparece Antonio Valero de Bernabé como nuestra primera conciencia revolucionaria. Según Juan Antonio Corretjer este destacado lugarteniente de Simón Bolívar es el primer puertorriqueño en pensar claramente en la independencia de Puerto Rico y a quien le hubiera correspondido ser nuestro libertador de no haber estado el proceso revolucionario puertorriqueño en una etapa tan embrionaria en aquel momento.

En el mar, Roberto Cofresí navegaba bajo una bandera roja que simbolizaba la República de Puerto Rico y atacaba sólo a los barcos estadounidenses, ingleses y españoles. La Armada de Estados Unidos al servicio de España para evitar la independencia de Cuba y Puerto Rico captura a Cofresí y lo entrega a los españoles, quienes lo ejecutan en El Morro en 1825 a los 34 años de edad.

Todas estas expresiones y muchas otras de una nacionalidad puertorriqueña en gestación y ascenso preceden a Lares y explican el Grito en 1868 y la realidad política del país en aquel entonces.

Bajo el coloniaje español el país se dividía en tres tendencias políticas principales con sus vertientes cada una de ellas. Los conservadoresfavorecían la dominación colonial con la aspiración de convertirse en una provincia ultramarina de España, regida por leyes especiales, algo parecido a la estadidad bajo Estados Unidos. De hecho, se les llamaba asimilistas a los favorecedores de esa corriente entre los conservadores.

La segunda tendencia favorecía el reformismo, esto es, exigencia de libertades políticas y económicas para la población y el gobierno de la Isla pero sin llegar a la soberanía ni la independencia. Al igual que ahora, dentro de esta tendencia había una variedad de visiones reformistas o autonomistas. Y también, al igual que al presente, había un sector asimilista dentro de ese centro político autonomista. Valga decir que Román Baldorioty de Castro, reconocido como el padre del autonomismo, no rechazaba el asimilismo como una etapa transitoria hacia la autonomía.

La tercera tendencia era la revolucionaria, la que postulaba la independencia y todas las formas de lucha para alcanzarla. Los alzados en Lares la definen fielmente.

A partir de la derrota de la Revolución de Lares surge el reformismo como la fuerza en crecimiento, proceso que desemboca en la creación del Partido Autonomista en 1887 bajo el liderato de Román Baldorioty de Castro.

Reproducido del libro Desde Lares, cap. 1, pp-19-24

 

 

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