Mujeres artistas representadas en el cine

 

Por María Cristina/En Rojo

Como señalé en un escrito anterior, las mujeres en el cine—especialmente como actoras—han sido un tema fascinante para escritores y directores. Pero en la danza, el performance y especialmente las artes plásticas, el cine ha encontrado un tesoro visual y de movimiento para crear hermosos filmes casi siempre de artistas sufridas. Como el sufrimiento es parte de cada una de nuestras vidas, celebro ese viaje de avances y retrocesos que marca cada una de estas artistas, celebradas en su tiempo muchas veces por las razones equivocadas: escándalos públicos, ser esposas/amantes de hombres prominentes en su tiempo.

Isadora (Karel Reisz, 1968)

Escoger a Vanessa Redgrave para interpretar a una de las bailarinas más experimentales del siglo XX es el gran acierto de este filme. El cuerpo y cara huesuda de la Isadora Duncan de Redgrave da el sentido de fuerza, flexibilidad y agresividad que sus movimientos exigen. Como sucede con filmes de mujeres artistas que pretenden ser biográficas, lo que se resalta es lo “anormal” (amoral o inmoral para la época) de sus vidas y por eso el énfasis en las relaciones amorosas por encima del arte que impulsa su creatividad. Es precisamente esa creencia en lo que hace y la voluntad de llevarlo a cabo lo que hace que la Duncan (1877-1927) pueda sobreponerse a tantas pérdidas en su vida. El vestuario, la recreación de la época, sus estadías en Londres, Atenas, Berlín, especialmente el Moscú de Lenin y luego Stalin y sus últimos años en Niza le dan al filme una movilidad a la par con su propuesta de danza moderna.

The Josephine Baker Story (Brian Gibson, 1991)

Es sencillamente imposible reunir en un solo filme la polifacética vida de Josephine Baker (1906-1975). Merece una película para cada una de las etapas de su vida en su rápida evolución a ser una artista/performera reconocida y admirada internacionalmente por la combinación de sus talentos en el baile, canto, coreografía, vestuario, actora en cine silente y sonoro y, para seguir añadiendo, colaboradora de la Resistencia francesa durante la 2nda guerra mundial y activista en el movimiento de los derechos civiles en los Estados Unidos. Quizá hoy se podrían reunir todos estos aspectos en una serie de las plataformas Netflix, Prime o Hulu (aunque este intento quedó corto en la biografía de la emprendedora millonaria negra, Madame C. J. Walker), pero por eso en este filme se dan escenas del pasado para poder ubicar a la Baker (interpretada por Lynn Whitfield) en el momento más desarrollado en la historia: su relación con el que se convierte en su promotor y agente, el conde dudoso Giuseppe Pepito Abatino, en otra maravillosa actuación de Rubén Blades.

 Carrington(Christopher Hampton, 1995)

A pesar de su titulo, Carrington tiene como personaje central no a la pintora Dora Carrington (en otra gran actuación de Emma Thompson), sino al escritor Lytton Strachey (1880-1932), interpretado hermosamente por Jonathan Pryce. Es la historia de la relación de estas dos personas desde que se conocen en 1915 hasta la muerte por enfermedad de Strachey y la muerte voluntaria de Carrington. Mientras Carrington busca definir su sexualidad, Strachey observa desde cerca y establece una unión con esta mujer-amiga y amante platónica quien lo cuidará en sus momentos más críticos y quién nunca lo abandonará. Pero el filme es también sobre una mujer, de la cual sabemos poco de ella como artista, que no quiere ser encasillada como «mujer» aún en el espacio bastante amplio de su mundo de libertad bohemia. Los hombres que se le acercan insisten en formar lazos permanentes con ella, y se ofenden enormemente, hasta el punto de volverse violentos, si ella los rechaza o cambia la naturaleza de la relación. Se enamora de Strachey precisamente porque éste no le exige nada, sólo quiere compartir un espacio con ella donde puedan intimar en la conversación, la convivencia diaria, la obra artística. Aunque a veces surgen los celos, el respeto y el amor que comparten los hace refrenarse de estas emociones tan destructivas.

Hilary and Jackie (Anand Tucker, 1998)

Como indica el título, esta es la historia de las talentosas hermanas du Pré en la música—Jacqueline en el cello y Hilary en la flauta—desde la perspectiva de la que no se volvió un genio musical internacionalmente. El profesor Luis Agrait, quien prácticamente se crio dentro y en los alrededores de la Universidad de Puerto Rico, todavía recuerda la extraordinaria presentación de Jacqueline du Pré en el Teatro de la UPR. El filme capta muy bien el ambiente que permeaba en una familia donde cada miembro sobresalía y era motivado a desarrollar su talento al máximo. Pero una vez Jackie es reconocida en el mundo de la música como una súper dotada, la historia gira alrededor de personalidades conflictivas que incluye celos y seducción. En la vida real y no semi-ficticia del filme, Jackie (1945-1987) muy temprano en su carrera llegará a estar entre las mejores cellistas del mundo, conocerá al pianista y luego director, Daniel Barenboim, con quien se casará, viajará el mundo ofreciendo sus conciertos y cesará su vida pública a la edad de 28 años cuando a causa de esclerosis múltiple no podrá sostener el cello. Morirá 14 años después bajo el cuidado de Barenboim sin haber podido tocar nuevamente. Este lado de su vida lo cuenta de manera excepcional el ballet, ”The Cellist” estrenado en febrero de 2020 por el Royal Opera House de Londres que pueden ver por YouTube.

Frida (Julie Taymor, 2002)

Fridarecoge momentos sumamente importantes en la vida de Frida Kahlo como artista y persona reconocida más allá de ser la esposa oficial del reconocido e influyente muralista de la época, Diego Rivera. Tanto la talentosa directora Julie Taymor como Salma Hayek en el papel principal presentan su historia con una visión feminista donde esta mujer no solamente se valoriza como artista, sino que logra preservar su integridad y auto respeto al alejarse de Diego cuando ya no puede tolerar sus infidelidades. En esta versión es él el que pide el regreso y las segundas nupcias, y no ella la que agoniza al encontrarse sola. El filme delinea con mucho cuidado y detalle el desarrollo de Frida como artista. Los primeros dibujos, su concentración en pintar con colores fuertes y nunca diluidos mientras permanece casi paralizada por meses después de su accidente, culminan en el juego que hace Taymor de tomar las pinturas de Frida y darles movimiento después de haber contemplado los cuadros detenidamente. No se establece diferencia entre la obra y la vida de Frida. Las actuaciones son impecables y el reparto está muy acertado desde Ashley Judd como Tina Modotti, Antonio Banderas como Siqueiros, Edward Norton como Nelson Rockefeller, todos en papeles breves, pero visualmente dominantes. Hayek logra recrear esa belleza extraña, esa inocencia ambigua, esa fortaleza contra el dolor físico y emocional que caracterizó a Frida.

Georgia O’Keeffe (Bob Balaban, 2009)

Aunque el filme hecho para la TV tiene el nombre de la pintora modernista Georgia O’Keeffe (1887-1986), gran parte de la historia es sobre su relación con el fotógrafo y comerciante de arte, Alfred Stieglitz. Es su interés en ella como artista y como persona lo que lo hace exponer en 1916 su obra y hacerla parte del grupo de vanguardistas que exhibía en su galería 291. Y como un torbellino que alborota todo a su alrededor, puede Stieglitz (un genial Jeremy Irons) entrar y salir de la vida de O’Keeffe (Joan Allen casi como su espejo) aunque no esté con ella en las distintas fases del desarrollo de su arte. El filme tiene el tono pausado de sus pinturas y la profundidad de sus dibujos. Esto se mezcla con las múltiples fotos que le toma Stieglitz a través de los años que compartieron (1918-1946), aunque fuera una relación tormentosa. El filme meticulosamente presenta las geografías que la inspiraron hasta el punto de que la producción fílmica fue la primera que la Fundación de O’Keeffe autorizó para fotografiar y filmar en su casa-estudio-museo.

Nina (Cynthia Mort, 2016)

Este es un biopic muy sabio: enfoca en la Nina Simone (1933-2003) que decide irse a vivir a Francia y dejar atrás la violencia, el discrimen, el prejuicio y la injusticia para los negros en Estados Unidos. Ella recluta y la acompaña un joven enfermero, Clifton Henderson (el actor británico nigeriano David Oyelowo), que llega a conocer todas sus debilidades y le da apoyo para lidiar con ellas para luego convertirse en su amigo y apoderado. Zoe Saldaña hace una gran interpretación de la Simone y para rematar, ella misma interpreta las canciones de la afamada cantante. No se dejen influenciar por las críticas—muy personales y ofensivas—contra Saldaña, que es dominicana-puertorriqueña, por haberse atrevido interpretar a una afroamericana. Es la misma pelea que cuando Jennifer López interpretó a Selena en 1997.

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