Expertos en temas ambientales recorrieron los predios del desarrollo con CLARIDAD
CLARIDAD
Con dos reservas naturales aledañas y múltiples señalamientos en la obtención de permisos, el proyecto Esencia, en Cabo Rojo, pretende talar cerca de 2,000 acres de terreno para desarrollar un complejo condoturístico que incluiría dos campos de golf, un centro de salud y trauma, miles de viviendas y un saldo pernicioso para el medioambiente limítrofe, de acuerdo con múltiples profesionales en el tema.
“Este proyecto afectaría pueblos limítrofes, como en el caso del valle de Lajas, porque entendemos que el agua se extraería del sistema que se creó para regar al valle de Lajas, que tiene una capacidad. ¿Y cuánta agua se va a necesitar en este proyecto?”, denunció la portavoz del Comité por la Verdadera Esencia del Suroeste, Jannette Ramos García.
La también integrante del programa Sea Grant advirtió que Cabo Rojo, notorio por sus playas y estadías vacacionales, es un espacio en que los recursos como la luz y el agua están en constante competencia. Para la experta, hay “un Cabo Rojo” en días de semana y “otro” de viernes a domingo, cuando la población flotante afecta la demanda de los servicios básicos, provocando averías en la infraestructura.
“Hay carencia de agua en esos sectores que son bien secos, pero se les va a proveer agua a ellos, a diferencia del pueblo. ¿Qué los hace más especiales? Que tienen chavos”, añadió la activista.
De acuerdo con Ramos García y su equipo de apoyo, la zona en que los proponentes del proyecto —Reuben Brothers and Three Rules Capital— piensan construir es también zona marítimo-terrestre. En un recorrido por el espacio boscoso del futuro proyecto, CLARIDAD corroboró que, en efecto, el área contaba con estacas indicativas del deslinde de la zona marítimo-terrestre. Además, el grupo avistó a dos agrimensores de la empresa Javier E. Bidot landscapers, presumiblemente contratados por Reuben Brothers, e intercambió palabras con ellos.
“El impacto es completamente detrimental para el área porque estas tierras son difíciles de trabajar para lo que quieren hacer en estas lomas. Yo no sé cómo van a hacer dos campos de golf con estas lomas. Aquí hay especies en peligro de extinción como el guabairo, que está catalogado en peligro de extinción tanto por el Gobierno de Puerto Rico como por el Gobierno (¿de Estados Unidos?). También es parte del hábitat crítico de la Mariquita”, explicó, por su parte, el doctor y profesor en Ecología Héctor Quintero.
De igual forma, Quintero, quien da clases en la Universidad Interamericana en San Germán, esbozó las distintas construcciones que el proyecto Esencia pretende cementar en el área cársica. Con dos campos de golf, un hospital con centro de trauma, tres hoteles, una escuela privada para todas las edades, una posible rehabilitación del aeropuerto local y 900 residencias, el sector Peñones de Melones, lugar donde pretenden construir, es un área que se encuentra en el umbral de una alteración irremediable para su ecosistema y los demás barrios de Cabo Rojo.
“Aquí los servicios esenciales no dan abasto. Yo soy de aquí. Llevo 37 años viviendo aquí, y son 37 años que llega el fin de semana y uno tiene que coger agua; uno tiene que prepararse porque no va a haber presión. Uno tiene que pensar hasta lo que va a comprar, lo que va a cocinar, todo”, narró Sirena Montalvo Katz, residente de la Cuna de Betances.
Del mismo modo, Montalvo relató que hay dos escuelas en el área de Boquerón: una elemental y una superior. En los pasados años, Cabo Rojo ha sufrido el cierre de escuelas que, como resultado, han hacinado a los estudiantes en las pocas que quedan. Incluso, la también integrante del CVES indicó que hay casos en que familias viajan desde Lajas para traer a sus hijos a la escuela.
“El guabairo vive aquí, se reproduce aquí y no se mueve tanto como la mariquita. Necesita un tipo de hábitat específico para reproducirse, que son los bosques que no son muy altos, que no tengan mucha vegetación o que sean secos […] hay unos bosquecitos allí adentro que son áreas de anidaje; las tengo marcadas. Esas especies desaparecerían”, agregó Quintero.
En ese sentido, el ecólogo coincidió con José Vargas, biólogo especialista en temas aviarios. Para Vargas, también residente de Cabo Rojo, la eliminación de estas zonas naturales por estructuras de vivienda impactaría la alimentación de pájaros como la pizpita de mangle. En el área de Boquerón, estos pequeños viajantes de pecho amarillo se nutren de las hojas del mangle negro, una de las plantas en riesgo de ser removida.
De acuerdo con Quintero, el Bosque Estatal de Boquerón y el Refugio de Vida Silvestre en Boquerón figuran como las dos reservas contiguas al desarrollo planteado. Entre los tipos de plantas que florecen por estas colinas áridas, está la cóbana negra y una cepa de gramínea poco común. Ambas plantas están en peligro de extinción y en riesgo de ser extirpadas por el proyecto Esencia, al igual que los cuatro tipos de mangles que amortiguan la marejada en las orillas caborrojeñas.
“El peligro mayor de todo este proyecto es el impacto que va a tener en los recursos marinos. Porque cuando aquí llueve, llueve de verdad, y eso corre en unas escorrentías que hay por estas lomas, porque aquí no hay ríos. Se forman unas quebradas intermitentes, y todo eso va a caer en la bahía de Rincón, que está detrás de la de Boquerón. Todas esas áreas son viveros naturales para muchas especies de peces y moluscos”, elaboró el doctor Quintero.
Con la habilitación de dos campos de golf, la cantidad de inundaciones aumentaría de forma alarmante por las zanjas que, en lugar de para desaguar la lluvia, esta construcción rellenaría para formar las explanadas de recreación. De llegar a completarse, los herbicidas e insecticidas utilizados contaminarían el agua que desemboca en la Bahía de Boquerón, de donde muchos comerciantes pescan los famosos ostiones para sus negocios, dependientes del pequeño animal marino.
“Un área [Cabo Rojo] que no tiene un centro de trauma, que llevan años diciendo que van a construir un centro de trauma y, de momento, esta gente va a construir un centro de trauma exclusivamente para ellos junto con su escuelita privada, con su pista para aviones. Aviones entre dos refugios que no sé si impactan a las aves”, cuestionó Ramos García.
Efectivamente, el zumbido de las aspas y el estrépito del motor de las avionetas irrumpirían en el silencio que reina en este bosque seco. Aves migratorias como la pizpita de mangle, el playero coleador y la reinita trepadora estarían desahuciadas de los humedales que, por años, han servido como espacios de descanso y alimento entre sus viajes. Igualmente, se presume que hay un aproximado de 30 yacimientos arqueológicos en el terreno amplio.
“Para este proyecto se supone que, por ley, tengan que hacer una Declaración de Impacto Ambiental (DIA). La Ley de Zona Costanera de Puerto Rico dice que cualquier proyecto de gran impacto que se construya en un kilómetro de la costa lo requiere”, explicó el profesor Quintero.
No obstante, el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) aún no ha emitido una opinión respecto al proyecto, que ya se catalogó como un “proyecto crítico”, de acuerdo con las más recientes métricas que fijó la Junta de Planificación. Asimismo, no se han pautado vistas públicas para que las comunidades adyacentes puedan deponer sus posturas.
Como respuesta a esta inacción del Estado, Ramos García y otros colaboradores de asuntos comunitarios convocaron a una Asamblea de Pueblo, el pasado sábado, 28 de septiembre para denunciar las contradicciones de los proyectistas y desarrolladores de Esencia. Más de 200 ciudadanos se dieron cita en la Biblioteca Municipal de Cabo Rojo.